Hay cosillas que me ponen de mal humor. Como que pierda mi equipo, le roben el partido o que para rematar, la afición del equipo contrario se alegre de nuestra derrota. Pero, como digo, esto son cosillas de poca importancia. No es mal de muchos, nos pasa sólo a los forofos recalcitrantes algunos lunes del año y es pasajero.
Hay otras cosas que me molestan más, como las injusticias sociales, la pobreza de solemnidad y el hambre en el mundo. Esto nos corroe a muchos más. Pero también nos dura poco, un telediario más o menos y si coincide con el de la comida, ni eso. Hacemos un mohín de desagrado al ver a chiquillos famélicos rodeados de moscas, pero acto seguido tiramos algún alimento porque no es de nuestro agrado. La empatía crece cuando el hambre se atrinchera en países lejanos, pero nos hace mirar hacia otro lado cuando convive con nosotros. Es vergonzoso, pero nos pasa en general a muchos.
Pero hay una cosa que me pone de muy mala leche. Que me quiten los sueños y lo que no son sueños; que me roben las ilusiones y me las disfracen de falsas esperanzas; que me atraquen a mano armada con guantes blancos, pero sin pistolas, con hipócritas sonrisas; que se rían en mis narices, mientras congelan los salarios, suben los impuestos, asegurando que es necesario apretarse el cinturón y que unos pocos recortes serán eficaces, mientras unos cuantos añaden ceros a sus nóminas, como quien no quiere la cosa; que con semblantes taciturnos de "yo no fui" y con trajes de seis mil euros el metro, nos prometan que las cosas van a cambiar por arte de birlibirloque de la noche a la mañana; que por enésima vez me pidan confianza, cuando esa palabra ni siquiera entra en su vocabulario; que continuen desoyendo las ágrias voces de cientos, miles de parados y sigan prometiendo nuevos puestos de trabajo que nunca llegan...
A estas alturas imagino que estáis a punto de hervir. Desgraciadamente, esto si nos pasa a todos.
Rajoy y Rubalcaba. Rubalcaba y Rajoy y detrás todos sus séquitos, los secuaces y los contrarios, que al amparo de otras siglas se disfrazan, por quince días, de amiguetes y nos la metan doblada, para después decirnos que la virgen se llama Juana.
Y durante esos quince días a vueltas con la imagen, que si las barbas recortadas, que si el traje y la camisa azul, que si las corbatas de esta manera... ¡Qué barbaridad! Esta pareja no da buena imagen ni con las mejores corbatas de Carralcal, porque de donde no hay, no se puede sacar, por mucho que se empeñen. Además de sinvergüenzas son feos a morir.
Bueno, pues aquí me teneís de muy mala leche. Se me ha ocurrido que como la leche es blanca, mi voto también será blanco, para que sus mentes negras dejen nuestro futuro por lo menos en un tono gris, que siempre será mejor que el negro.
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miércoles, 9 de noviembre de 2011
martes, 27 de septiembre de 2011
PARA TI
Desde mi tiempo, empolvando tus recuerdos agrietados por el humo de tus ojos, te guardo confinada en una isla imaginaria. Desde el rincón más secreto de mi corazón, abriendo una vieja herida, te tengo siempre fiel al último sentimiento de amor. Desde tus últimas noches, cortando los sueños, te espero entre una dulce niebla, en un camino de,luz. Desde tus escasas sonrisas envolviendo mi vida de algunas cosas que quiero olvidar, te recuerdo callada, quieta, sentada, esperando algo nuevo que nunca pudo llegar. Desde tu figura etérea, matando todo el dolor, te quiero, ¡te lo digo ahora, ya ves! lo que nunca me atreví a decir. Desde la luz difusa de una vieja alcoba, escuchando algunos cuentos que me enseñaste a leer; desde la lluvia frágil de una tarde de abril. Desde todo lo hermoso que me enseñaste, abrigando un miedo eterno que sentías por no sé qué, recordando trazos de tu vida que has ido apilando en una vieja fortaleza donde nadie pudo jamás entrar. Desde el amor que perdiste y al que nunca renunciarás... Desde los momentos inolvidables y tu farolillo sin luz... Desde los bailes en la plaza y la guerra siempre infiel... Desde los besos ausentes y las caricias que me negaste... Desde las cosas más ocultas que a nadie le diré... Desde el tiempo más hermoso que no sé cuál fue... Desde la entrada al Universo, desde mi Principio hasta tu Dios... Desde todo lo descubierto, lo que sé y lo que sabré... Desde Ayer aL Infinito, me atrevo a confesar que me siento orgullosa de pertenecer a tu linaje y te susurro una vez más que te quiero.
LA RATA DEL ASFALTO
LA RATA DEL ASFALTO
lunes, 18 de abril de 2011
PAGAR PRECIOS DE PRIMERA Y MEAR COMO DE TERCERA
Vitoria, ciudad verde, que en ocasiones es más bien negra, es bonita, muy bonita y como es "mía" la quiero con locura. En algunos locales de copas del centro y de la Plaza de España, donde el glamour revienta las paredes, hay cosillas que dejan bastante que desear. Entramos, hablamos, nos reímos, bebemos, ligamos, bailamos, miramos, nos miran, nos divertimos, lo paamos genial y también... (aquí viene lo complicado), meamos, porque los glamorosos, por desgracia, no somos esencia pura.
En todos estos lugares pagamos lo que no está escrito por las consumiciones y ¿cómo meamos? Pues a duras penas. No me extraña que haya quienes lo hagan en la calle, a mí me empiezan a dar ganas.
Por poner algunos ejemplos, en el aseo de señoras del Café Moderno falta el pestillo, desde los tiempos que reinó Carolo; en uno de los aseos de señoras del Molly hay que entrar con barca, porque la bombilla falta o está fundida y una tiene que hacer equilibrios para hacer canasta. En el aseo de señoras del Plaza, el papel higiénico vive permanentemente en un inódoro, desde hace mil años y la tapa del WC se la debieron de llavar de recuerdo. En el Mario's no se puede entrar a tomar una copa desde enero porque las cañerías cantan La Traviata. Todos estos glamurosos locales son frecuentados por nuestros políticos y sus muy requeteglamurosas señoras. Lo que ignoro es cómo se arreglaran estas encopetadas damiselas para hacer un pis en semejantes tugurios. Hay un local donde en el aseo de señoras casi se podrían comer sopas: en el HF, alguno tenía que ser diferente.
He llegado a una amarga conclusión: pagamos precios de cuidad europea de lujo y nos tenemos que conformar con mear en antros tercermundistas de tercera regional.
En todos estos lugares pagamos lo que no está escrito por las consumiciones y ¿cómo meamos? Pues a duras penas. No me extraña que haya quienes lo hagan en la calle, a mí me empiezan a dar ganas.
Por poner algunos ejemplos, en el aseo de señoras del Café Moderno falta el pestillo, desde los tiempos que reinó Carolo; en uno de los aseos de señoras del Molly hay que entrar con barca, porque la bombilla falta o está fundida y una tiene que hacer equilibrios para hacer canasta. En el aseo de señoras del Plaza, el papel higiénico vive permanentemente en un inódoro, desde hace mil años y la tapa del WC se la debieron de llavar de recuerdo. En el Mario's no se puede entrar a tomar una copa desde enero porque las cañerías cantan La Traviata. Todos estos glamurosos locales son frecuentados por nuestros políticos y sus muy requeteglamurosas señoras. Lo que ignoro es cómo se arreglaran estas encopetadas damiselas para hacer un pis en semejantes tugurios. Hay un local donde en el aseo de señoras casi se podrían comer sopas: en el HF, alguno tenía que ser diferente.
He llegado a una amarga conclusión: pagamos precios de cuidad europea de lujo y nos tenemos que conformar con mear en antros tercermundistas de tercera regional.
viernes, 18 de marzo de 2011
PALABROS
- En ocasiones, cuando la luna mira de frente, con su cara de otana, pálida y regordeta o cuando sonríe de oreja a oreja, entusiasmada, la Rata del asfalto se siente necesitada de utilizar "sus palabros" favoritos. Son esos días raros, que todos tenemos de vez en cuando, en los que sentimos unas ganas terribles de crear, inventar... algo que refleje nuestros pensamientos más íntimos. Es lo que la Rata llama días "tontonez". Algunas veces le da por "torralbear". Este verbo significa que habla de los suyos, de su familia. Otras, le da por "amiguear" y entonces relata destrezas, aventuras o historietas vividas con los amigotes de toda la vida. En este apartado suele incluir las gracias de los "Bichez". Casi siempre tiende a "alavesear", que es cuando el corazón se le abre de par en par y deja pasar los aires vitorianos y alaveses, con todo lo imaginable que encierra este apartado.
A estas alturas quien conoce a la Rata del asfalto, es porque ha leído algo de ella y por consiguiente sabe que la Rata del asfalto soy yo.
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martes, 11 de enero de 2011
HABLANDO DE PROHIBICIONES.....
Cada vez que escucho a un no fumador intolerante las patochadas, que en nombre de sus derechos, salen por sus boquitas, se me pone un humor de perros. De las últimas bobadas que he escuchado, voy a señalar esa que dicen que estando en un bar, restaurante o cafetería, deberiamos haberles preguntado si les molestaba el humo o no. ¡Qué risa! Voy a realizar una pequeña encuesta virtual para verificar los casos en los que sería posible preguntar por las molestias causadas o incluso pedir perdón.
¿Han pedido permiso los padres de las hordas de chiquillos que corretean por las cafeterías, sin importarles a padres ni a pequeños monstruos, si el camarero u otras personas intentan llegar desde la barra hasta las mesas, sin la sensación de estar atravesando un campo de minas? A mi jamás.
¿Han pedido permiso las señoras de edad que se pasan toda la tarde vociferando con un café, mientras a duras penas intentas seguir la conversación de tus acompañantes, pero escuchando nítidamente como las buenas señoras cantan las veinte, las cuarenta o quién se lleva las diez últimas y no digamos si pillan un renuncio? Entonces las voces se escuchan incluso fuera del establecimiento. A mi jamás.
Ya en la calle, sales con la voz tomada, no por el tabaco ni por el humo, que bien se lo come el aire acondicionado, sino por intentar que los tuyos te oigan por encima de las briscas y de las chillonas voces de los tiernos infantes y sus mamás. Es entonces, cuando algún ciclista que se cree llamado para el Tour, zigzaguea a velocidad más o menos imprecisa (no hace mucho me comentaron que con no pasar de 30 km./h, uno puede campear a sus anchas por las aceras) y ¡pobre de ti, como oses interceptar su camino!, puede llevarte puesta y no se admiten réplicas. ¿Les ha pedido alguno de estos tíos permiso para ser atropellados a no ser que caminen pegados a las paredes? Yo lo único que he recibido a veces es algún insulto que otro por tener la osadia de caminar por el centro de la acera.
Luego llega el fin de semana y la calle se llena de jovenes, que parece que guardan todo el potencial de voz para desparramarlo a partir de las doce. ¿Ha pedido alguno de ellos permiso para, tras beber como cosacos, tirar vasos y botellas, vomitar a sus puertas, arrojar pertardos, teniendo la certeza de que a partir de entonces vivirá una nueva guerra y dar al traste con todo lo que encuentran a su paso? ¡Claro que no! El finde es para divertirse, al precio que sea.
Volviendo a esas cosas que se encuentran los jovenes para destripar y los demás para maldecir, ¿les ha pedido alguien permiso alguna vez para depositar las bolsas de basura al pie del contenedor, en el mejor de los casos cerradas? Ni lo han pedido ni lo pedirán. No es difícil: o tirarla por el agujero del contenedor gris o abrir una pequeña puerta, depositar el contenido, cerrar la puertita y darle a la palanca para que el buzón trague. Sencillito, pero no entiendo porque algunos jamás lo hacen.
Alguien les ha pedido permiso alguna vez para coger una cogorza impresionante, perder los papeles y no recordar ni el nombre de su santa madre y en el nombre de quién sea agredir, violar, matar, destruir? ¡Ay, perdón! A veces se me olvida que todo lo hicieron bajo los efectos del alcohol y no eran conscientes. ¡Pobrecitos!
Y esos amantes de los animales, ecologistas muchos, ¿han pedido permiso en alguna ocasión para que sus bichos caguen en medio de la acera o para entrar en establecimientos públicos con el chucho, a pesar de que también está prohibido, aunque hayan desaparecido esos carteles como por arte de ensalmo? Pero pronto tendremos la oportunidad de ser besados por cientos de cachorrillos en el tranvía y sus delicados dueños jamás pedirán perdón en nombre del bicho. "¡Es tan cariñoso", nos soltarán sonrientes. Y ustedes y yo nos tendremos que aguantar, dicho finamente y también sonreiremos, porque ellos, los bichos y nosotros, nos trasladaremos juntos y en grata armonía. ¡Qué bonito!
Que levante el dedo quien no se haya jugado el tipo cruzando un semáforo en VERDE, porque algún Fitipaldi con excesiva prisa, no haya exclamado sacando su voz soezs del vehículo: "Mueve el culo, guapa". Eso, a mi entender no es pedir permiso, precisamente.
¿Qué se puede decir de los que no encontrando aparcamiento, dejan el coche en doble fila y se olvidan, mientras otro pobre se quema el dedo tocando el claxon y acordándose de la madre que parió al de la doble fila? No es pedir permiso ni perdón, cuando por fin aparece el Fulano, esgrimiendo las llaves y gritando a pleno pulmón: "Ya voy, joder, ya voy, qué sólo han sido dos minutos"
¿Piden permiso las fulanas plantadas en las esquinas o acodadas en los troncos de los árboles de nuestros parques, con intención de ejercer su profesión a cualquier hora del día o de la noche? Ni lo piden ni dan buen ejemplo.
Y ¿qué decir de estos paseantes que nos taladran el asfalto entre escupitajo y escupitajo? ¿Se atrevería alguien a darles permiso?
Para terminar, ¿ha pedido permiso el gobierno para subirse los sueldos, aumentar el paro, congelar los salarios, reducir las pensiones, acribillarnos a impuestos, subir la luz, el gas, el combustible......?????
Siguiendo los consejos de la Ministra, ¿no les parece que hay muchas cosas que no funcionan y que jamás se nos ocurriría denunciar al vecino, porque desde pequeños aprendimos que eso está muy feo?
Seamos un poco más serios y que no se le vuelva a ocurrir a nadie decir que teníamos que haber pedido permiso para fumar un cigarrillo, ¡ya ven lo que ha dado de sí!
LA RATA DEL ASFALTO
¿Han pedido permiso los padres de las hordas de chiquillos que corretean por las cafeterías, sin importarles a padres ni a pequeños monstruos, si el camarero u otras personas intentan llegar desde la barra hasta las mesas, sin la sensación de estar atravesando un campo de minas? A mi jamás.
¿Han pedido permiso las señoras de edad que se pasan toda la tarde vociferando con un café, mientras a duras penas intentas seguir la conversación de tus acompañantes, pero escuchando nítidamente como las buenas señoras cantan las veinte, las cuarenta o quién se lleva las diez últimas y no digamos si pillan un renuncio? Entonces las voces se escuchan incluso fuera del establecimiento. A mi jamás.
Ya en la calle, sales con la voz tomada, no por el tabaco ni por el humo, que bien se lo come el aire acondicionado, sino por intentar que los tuyos te oigan por encima de las briscas y de las chillonas voces de los tiernos infantes y sus mamás. Es entonces, cuando algún ciclista que se cree llamado para el Tour, zigzaguea a velocidad más o menos imprecisa (no hace mucho me comentaron que con no pasar de 30 km./h, uno puede campear a sus anchas por las aceras) y ¡pobre de ti, como oses interceptar su camino!, puede llevarte puesta y no se admiten réplicas. ¿Les ha pedido alguno de estos tíos permiso para ser atropellados a no ser que caminen pegados a las paredes? Yo lo único que he recibido a veces es algún insulto que otro por tener la osadia de caminar por el centro de la acera.
Luego llega el fin de semana y la calle se llena de jovenes, que parece que guardan todo el potencial de voz para desparramarlo a partir de las doce. ¿Ha pedido alguno de ellos permiso para, tras beber como cosacos, tirar vasos y botellas, vomitar a sus puertas, arrojar pertardos, teniendo la certeza de que a partir de entonces vivirá una nueva guerra y dar al traste con todo lo que encuentran a su paso? ¡Claro que no! El finde es para divertirse, al precio que sea.
Volviendo a esas cosas que se encuentran los jovenes para destripar y los demás para maldecir, ¿les ha pedido alguien permiso alguna vez para depositar las bolsas de basura al pie del contenedor, en el mejor de los casos cerradas? Ni lo han pedido ni lo pedirán. No es difícil: o tirarla por el agujero del contenedor gris o abrir una pequeña puerta, depositar el contenido, cerrar la puertita y darle a la palanca para que el buzón trague. Sencillito, pero no entiendo porque algunos jamás lo hacen.
Alguien les ha pedido permiso alguna vez para coger una cogorza impresionante, perder los papeles y no recordar ni el nombre de su santa madre y en el nombre de quién sea agredir, violar, matar, destruir? ¡Ay, perdón! A veces se me olvida que todo lo hicieron bajo los efectos del alcohol y no eran conscientes. ¡Pobrecitos!
Y esos amantes de los animales, ecologistas muchos, ¿han pedido permiso en alguna ocasión para que sus bichos caguen en medio de la acera o para entrar en establecimientos públicos con el chucho, a pesar de que también está prohibido, aunque hayan desaparecido esos carteles como por arte de ensalmo? Pero pronto tendremos la oportunidad de ser besados por cientos de cachorrillos en el tranvía y sus delicados dueños jamás pedirán perdón en nombre del bicho. "¡Es tan cariñoso", nos soltarán sonrientes. Y ustedes y yo nos tendremos que aguantar, dicho finamente y también sonreiremos, porque ellos, los bichos y nosotros, nos trasladaremos juntos y en grata armonía. ¡Qué bonito!
Que levante el dedo quien no se haya jugado el tipo cruzando un semáforo en VERDE, porque algún Fitipaldi con excesiva prisa, no haya exclamado sacando su voz soezs del vehículo: "Mueve el culo, guapa". Eso, a mi entender no es pedir permiso, precisamente.
¿Qué se puede decir de los que no encontrando aparcamiento, dejan el coche en doble fila y se olvidan, mientras otro pobre se quema el dedo tocando el claxon y acordándose de la madre que parió al de la doble fila? No es pedir permiso ni perdón, cuando por fin aparece el Fulano, esgrimiendo las llaves y gritando a pleno pulmón: "Ya voy, joder, ya voy, qué sólo han sido dos minutos"
¿Piden permiso las fulanas plantadas en las esquinas o acodadas en los troncos de los árboles de nuestros parques, con intención de ejercer su profesión a cualquier hora del día o de la noche? Ni lo piden ni dan buen ejemplo.
Y ¿qué decir de estos paseantes que nos taladran el asfalto entre escupitajo y escupitajo? ¿Se atrevería alguien a darles permiso?
Para terminar, ¿ha pedido permiso el gobierno para subirse los sueldos, aumentar el paro, congelar los salarios, reducir las pensiones, acribillarnos a impuestos, subir la luz, el gas, el combustible......?????
Siguiendo los consejos de la Ministra, ¿no les parece que hay muchas cosas que no funcionan y que jamás se nos ocurriría denunciar al vecino, porque desde pequeños aprendimos que eso está muy feo?
Seamos un poco más serios y que no se le vuelva a ocurrir a nadie decir que teníamos que haber pedido permiso para fumar un cigarrillo, ¡ya ven lo que ha dado de sí!
LA RATA DEL ASFALTO
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