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martes, 11 de enero de 2011

HABLANDO DE PROHIBICIONES.....

       Cada vez que escucho a un no fumador intolerante las patochadas, que en nombre de sus derechos, salen por sus boquitas, se me pone un humor de perros. De las últimas bobadas que he escuchado, voy a señalar esa que dicen que estando en un bar, restaurante o cafetería, deberiamos haberles preguntado si les molestaba el humo o no. ¡Qué risa! Voy a realizar una pequeña encuesta virtual para verificar los casos en los que sería posible preguntar por las molestias causadas o incluso pedir perdón.
       ¿Han pedido permiso los padres de las hordas de chiquillos que corretean por las cafeterías, sin importarles a padres ni a pequeños monstruos, si el camarero u otras personas intentan llegar desde la barra hasta las mesas, sin la sensación de estar atravesando un  campo de minas? A mi jamás.
        ¿Han pedido permiso las señoras de edad que se pasan toda la tarde vociferando con un café, mientras a duras penas intentas seguir la conversación de tus acompañantes, pero escuchando nítidamente como las buenas señoras cantan las veinte, las cuarenta o quién se lleva las diez últimas y no digamos si pillan un renuncio? Entonces las voces se escuchan incluso fuera del establecimiento. A mi jamás.
       Ya en la calle, sales con la voz tomada, no por el tabaco ni por el humo, que bien se lo come el aire acondicionado, sino por intentar que los tuyos te oigan por encima de las briscas y de las chillonas voces de los tiernos infantes y sus mamás. Es entonces, cuando algún ciclista que se cree llamado para el Tour, zigzaguea a velocidad más o menos imprecisa (no hace mucho me comentaron que con no pasar de 30 km./h, uno puede campear a sus anchas por las aceras) y ¡pobre de ti, como oses interceptar su camino!, puede llevarte puesta y no se admiten réplicas. ¿Les ha pedido alguno de estos tíos permiso para ser atropellados a no ser que caminen pegados a las paredes? Yo lo único que he recibido a veces es algún insulto que otro por tener la osadia de caminar por el centro de la acera.
       Luego llega el fin de semana y la calle se llena de jovenes, que parece que guardan todo el potencial de voz para desparramarlo a partir de las doce. ¿Ha pedido alguno de ellos permiso para, tras beber como cosacos, tirar vasos y botellas, vomitar a sus puertas, arrojar pertardos, teniendo la certeza de que a partir de entonces vivirá una nueva guerra y dar al traste con todo lo que encuentran a su paso? ¡Claro que no! El finde es para divertirse, al precio que sea.
       Volviendo a esas cosas que se encuentran los jovenes para destripar y los demás para maldecir, ¿les ha pedido alguien permiso alguna vez para depositar las bolsas de basura al pie del contenedor, en el mejor de los casos cerradas? Ni lo han pedido ni lo pedirán. No es difícil: o tirarla por el agujero del contenedor gris o abrir una pequeña puerta, depositar el contenido, cerrar la puertita y darle a la palanca para que el buzón trague. Sencillito, pero no entiendo porque algunos jamás lo hacen.
       Alguien les ha pedido permiso alguna vez para coger una cogorza impresionante, perder los papeles y no recordar ni el nombre de su santa madre y en el nombre de quién sea agredir, violar, matar, destruir? ¡Ay, perdón! A veces se me olvida que todo lo hicieron bajo los efectos del alcohol y no eran conscientes. ¡Pobrecitos!
       Y esos amantes de los animales, ecologistas muchos, ¿han pedido permiso en alguna ocasión para que sus bichos caguen en medio de la acera o para entrar en establecimientos públicos con el chucho, a pesar de que también está prohibido, aunque hayan desaparecido esos carteles como por arte de ensalmo? Pero pronto tendremos la oportunidad de ser besados por cientos de cachorrillos en el tranvía y sus delicados dueños jamás pedirán perdón en nombre del bicho. "¡Es tan cariñoso", nos soltarán sonrientes. Y ustedes y yo nos tendremos que aguantar, dicho finamente y también sonreiremos, porque ellos, los bichos y nosotros, nos trasladaremos juntos y en grata armonía. ¡Qué bonito!
       Que levante el dedo quien no se haya jugado el tipo cruzando un semáforo en VERDE, porque algún Fitipaldi con excesiva prisa, no haya exclamado sacando su voz soezs del vehículo: "Mueve el culo, guapa". Eso, a mi entender no es pedir permiso, precisamente.
       ¿Qué se puede decir de los que no encontrando aparcamiento, dejan el coche en doble fila y se olvidan, mientras otro pobre se quema el dedo tocando el claxon y acordándose de la madre que parió al de la doble fila? No es pedir permiso ni perdón, cuando por fin aparece el Fulano, esgrimiendo las llaves y gritando a pleno pulmón: "Ya voy, joder, ya voy, qué sólo han sido dos minutos"
       ¿Piden permiso las fulanas plantadas en las esquinas o acodadas en los troncos de los árboles de nuestros parques, con intención de ejercer su profesión a cualquier hora del día o de la noche? Ni lo piden ni dan buen ejemplo.
       Y ¿qué decir de estos paseantes que nos taladran el asfalto entre escupitajo y escupitajo? ¿Se atrevería alguien a darles permiso?
       Para terminar, ¿ha pedido permiso el gobierno para subirse los sueldos, aumentar el paro, congelar los salarios, reducir las pensiones, acribillarnos a impuestos, subir la luz, el gas, el combustible......?????
       Siguiendo los consejos de la Ministra, ¿no les parece que hay muchas cosas que no funcionan y que jamás se nos ocurriría denunciar al vecino, porque desde pequeños aprendimos que eso está muy feo?
       Seamos un poco más serios y que no se le vuelva a ocurrir a nadie decir que teníamos que haber pedido permiso para fumar un cigarrillo, ¡ya ven lo que ha dado de sí!


                                                                                                  LA RATA DEL ASFALTO