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martes, 18 de septiembre de 2012
LAS TIJERAS DE MARIANO
Sucedió una tarde, no hace mucho, mientras ésta que escribe paseaba por Príncipe de Vergara, admirando lo bueno del Madrid más exquisito. Frente a mi avanzaba un ciudadano peculiar y por todos conocido. Venía en mangas de camisa, sin corbata, con vaqueros y deportivas. Al principio dudé si era él o no. Según se fue acercando, lo reconocí, por sus enormes tijeras. Como no dejara de observarle, él, educado como el que mas, me saludo:
- Muy buenas tardes.
- A cuenta suya hace tiempo que las tardes dejaron de ser buenas.
Puso cara de póker, arrepintiéndose de haber hablado. Quiso tomar las de Villadiego.
La menda, que soñaba con topárselo en alguna esquina, se dijo: "Ésta es la mía. Ahora o nunca"
- ¿Qué? - le increpé - ¿Hasta cuándo?
- Usted me confunde - trató de seguir su andadura.
- ¡Qué me voy a confundir! Es usted Mariano, el Recortador.
- Mariano soy, pero me va a perdonar, no sé quién es usted.
- Pues para no saber quién soy, bien que me está jodiendo la vida, a mí y a todos los españoles.
Como buen gallego, que nunca se sabe si vienen o van, intentó colarme el discursito del fastidioso Riesgo y su cacareada prima, que nadie sabe quienes son pero que han caído por estos lares y nos están jodiendo la marrana a base de bien.
- ¡Alto hay, Mariano! - le increpé -. Déjate de chorradas y guárdate las tijeras que pareces el sastrerillo cobarde.
- Mire usted. Los recortes son necesarios y los españoles deben comprender que sin subir los impuestos es imposible salir a flote. ¡Hay que apretarse el cinturón!
- Tanto apretón nos está ahogando y la Seguridad Social no regala "Bentolines", precisamente. Mientras usted, no se recorta ni las barbas.
- Hay que crear empleo, trabajar más horas y cobrar menos.
- Esto es una locura. Así no vamos a ningún sitio.
- Es necesario sacrificarse.
- Y practicar con el ejemplo. Verá, he adquirido la mala costumbre de comer todos los días.
- Así no podemos llegar muy lejos. La oposición quiere plantear el comer en días alternos, pero mi me sigue pareciendo un despilfarro. Creo que con un día a la semana... Total hay muchos parados y esos cinco millones no gastan energías.
- Usted no tiene vergüenza.
- Créame que si todo esto no fuera necesario, no lo haría.
- ¡Qué jeta tienes, Mariano! Por lo menos debería reconocer que no ha cumplido nada de lo que prometió en campaña.
- La mala gestión de Zapa, me ha llevado a tomar drásticas soluciones. Los bancos necesitan todo nuestro apoyo.
- ¡Y una mierda! - me cabreé y le arreé un patadón en la entrepierna, que le dejé arrodillado, jadeando y con el rostro encarnado, pero no soltó la tijera.
- ¿A qué ha venido esto? - preguntó con voz entrecortada -. Ya no hay respeto, cultura ni educación.
- En eso le doy la razón. Ya no tenemos nada, porque eso también nos lo ha recortado.
- Muy buenas tardes.
- A cuenta suya hace tiempo que las tardes dejaron de ser buenas.
Puso cara de póker, arrepintiéndose de haber hablado. Quiso tomar las de Villadiego.
La menda, que soñaba con topárselo en alguna esquina, se dijo: "Ésta es la mía. Ahora o nunca"
- ¿Qué? - le increpé - ¿Hasta cuándo?
- Usted me confunde - trató de seguir su andadura.
- ¡Qué me voy a confundir! Es usted Mariano, el Recortador.
- Mariano soy, pero me va a perdonar, no sé quién es usted.
- Pues para no saber quién soy, bien que me está jodiendo la vida, a mí y a todos los españoles.
Como buen gallego, que nunca se sabe si vienen o van, intentó colarme el discursito del fastidioso Riesgo y su cacareada prima, que nadie sabe quienes son pero que han caído por estos lares y nos están jodiendo la marrana a base de bien.
- ¡Alto hay, Mariano! - le increpé -. Déjate de chorradas y guárdate las tijeras que pareces el sastrerillo cobarde.
- Mire usted. Los recortes son necesarios y los españoles deben comprender que sin subir los impuestos es imposible salir a flote. ¡Hay que apretarse el cinturón!
- Tanto apretón nos está ahogando y la Seguridad Social no regala "Bentolines", precisamente. Mientras usted, no se recorta ni las barbas.
- Hay que crear empleo, trabajar más horas y cobrar menos.
- Esto es una locura. Así no vamos a ningún sitio.
- Es necesario sacrificarse.
- Y practicar con el ejemplo. Verá, he adquirido la mala costumbre de comer todos los días.
- Así no podemos llegar muy lejos. La oposición quiere plantear el comer en días alternos, pero mi me sigue pareciendo un despilfarro. Creo que con un día a la semana... Total hay muchos parados y esos cinco millones no gastan energías.
- Usted no tiene vergüenza.
- Créame que si todo esto no fuera necesario, no lo haría.
- ¡Qué jeta tienes, Mariano! Por lo menos debería reconocer que no ha cumplido nada de lo que prometió en campaña.
- La mala gestión de Zapa, me ha llevado a tomar drásticas soluciones. Los bancos necesitan todo nuestro apoyo.
- ¡Y una mierda! - me cabreé y le arreé un patadón en la entrepierna, que le dejé arrodillado, jadeando y con el rostro encarnado, pero no soltó la tijera.
- ¿A qué ha venido esto? - preguntó con voz entrecortada -. Ya no hay respeto, cultura ni educación.
- En eso le doy la razón. Ya no tenemos nada, porque eso también nos lo ha recortado.
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