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viernes, 27 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Es un lugar diferente. Vegetal, digna hija de la "Grin" Capital. Poderosa, recia, hogareña. Situada en pleno centro. Religiosa. La Catedral Nueva la observa celosa. Frondosa, sombría, muy valorada en las escasas tórridas tardes de los cortos veranos vitorianos. Musical. Verbenera. Venerada por el romántico quiosco de música. ¡Cuántos incipientes amores habrá visto! ¡Cuántos besos robados habrá protegido!
Histórica. Con legendarios reyes godos. Inspiradora, musa y modelo de pintores y artistas. Turística, en las inmediaciones le observan algunos hoteles con ojos curiosos de visitante. Apacible. Solitaria y fría, en los días de invierno. Visitada y bulliciosa. Años atrás acogió la pequeña pista de hilo navideña ¡La de caíadas que habrá reído! Andarina. Ofrece bello paseo, cobijo y sombra, hasta Armentia. Si el andarín se gusta de ello, puede hacer alguna parada en los quioscos de helados o cafés. A escasos cuatro pasos, se ofrecía años atrás mercancias diversas en los puestillos de Navidad y hoy en día sólo durante las fiestas patronales del mes de agosto. Política y estudiosa. A un lado, el Parlamento, al otro la biblioteca. Jugosa para los encuentros furtivos de los quinceañeros enamoriscados. Furiosa y desalmada, no siempre buscan sus escondrijos remotos gentes de bien. Aislada, siempre que se desee desaparecer entre los paseos y recónditos rincones. Discotequera y entrañable, para cada vitoriano y foráneo que la deguste en suave paseo. No podía haber mejor enclave para un pueblo como Belén, a tamaño natural, donde no falta estrella guía, puente y riachuelo. Con su rebaño de ovejas, reyes de Oriente, castillo y feroz y despiadado Herodes. Hasta propicio pesebre, jamás soñado por José y María...
Entre todo ello, destaca un rincón especial lleno de sosiego. Al amparo del amorcillo aguador que rutilante no cesa de chocar agua, produciendo sonidos muy gratos al oído. En estas fechas, previas al otoño se puede disfrutar del tibio sol de comienzos de septiembre. A la hora bruja, cuando la calma es casi completa, cuando el recogimiento es mayor y espabila la tarde, cuando se escuchan huecos los motores de los coches, y algunos chiquillos perturban, con su llantina quejumbrosa e irritante, el sueño bendito de la siesta. (Los críos siesteros siempre llantan con mala leche cuando el mediodia se aleja). Los veladores de los quioscos de bebidas, acogen a unos pocos ratoncillos de biblioteca (entre ellos suelo encontrarme), con libros todavía de papel y periódicos con tinta de la que mancha, también se acomodan otras tecnologías más modernas y cibernéticas, ¡qué le vamos a hacer! Es la hora mágica entre las cuatro y las seis, tiempo de oro de algunos priviligiados que conservamos libre, entre algodones, para disfrutar de la lectura, al amor de un humeante café, una copa o un refresco, en la claridad hinospita del Parque de La Florida.
Histórica. Con legendarios reyes godos. Inspiradora, musa y modelo de pintores y artistas. Turística, en las inmediaciones le observan algunos hoteles con ojos curiosos de visitante. Apacible. Solitaria y fría, en los días de invierno. Visitada y bulliciosa. Años atrás acogió la pequeña pista de hilo navideña ¡La de caíadas que habrá reído! Andarina. Ofrece bello paseo, cobijo y sombra, hasta Armentia. Si el andarín se gusta de ello, puede hacer alguna parada en los quioscos de helados o cafés. A escasos cuatro pasos, se ofrecía años atrás mercancias diversas en los puestillos de Navidad y hoy en día sólo durante las fiestas patronales del mes de agosto. Política y estudiosa. A un lado, el Parlamento, al otro la biblioteca. Jugosa para los encuentros furtivos de los quinceañeros enamoriscados. Furiosa y desalmada, no siempre buscan sus escondrijos remotos gentes de bien. Aislada, siempre que se desee desaparecer entre los paseos y recónditos rincones. Discotequera y entrañable, para cada vitoriano y foráneo que la deguste en suave paseo. No podía haber mejor enclave para un pueblo como Belén, a tamaño natural, donde no falta estrella guía, puente y riachuelo. Con su rebaño de ovejas, reyes de Oriente, castillo y feroz y despiadado Herodes. Hasta propicio pesebre, jamás soñado por José y María...
Entre todo ello, destaca un rincón especial lleno de sosiego. Al amparo del amorcillo aguador que rutilante no cesa de chocar agua, produciendo sonidos muy gratos al oído. En estas fechas, previas al otoño se puede disfrutar del tibio sol de comienzos de septiembre. A la hora bruja, cuando la calma es casi completa, cuando el recogimiento es mayor y espabila la tarde, cuando se escuchan huecos los motores de los coches, y algunos chiquillos perturban, con su llantina quejumbrosa e irritante, el sueño bendito de la siesta. (Los críos siesteros siempre llantan con mala leche cuando el mediodia se aleja). Los veladores de los quioscos de bebidas, acogen a unos pocos ratoncillos de biblioteca (entre ellos suelo encontrarme), con libros todavía de papel y periódicos con tinta de la que mancha, también se acomodan otras tecnologías más modernas y cibernéticas, ¡qué le vamos a hacer! Es la hora mágica entre las cuatro y las seis, tiempo de oro de algunos priviligiados que conservamos libre, entre algodones, para disfrutar de la lectura, al amor de un humeante café, una copa o un refresco, en la claridad hinospita del Parque de La Florida.
lunes, 24 de junio de 2013
VOLVER A ESTAR CONTIGO
Volver a verte. Cada nuevo amanecer poderte tocar, mimarte con una sonrisa, acariciar tu rostro suave, que la lisura de tu pelo se mezcle entre mis dedos. Que tus ojos azules se aclaren a medida que la luz les llega, que se ilumine mi rostro soñoliento con la calidez de tus palabras, que me regales un "buenos días, bichejo" y sienta tus besos calientes en mi boca reseca. Que todo se vuelva hermoso, aunque sea un nuevo día oscuro.
Volver a sonreírte. En cada desayuno compartido. Que cada elogio que me brindes, me sirva de amuleto para afrontar un nuevo día, cargado de lo que suelen llevar los días iguales: trabajo, sorpresas y sorpresotas... Que cada sorbo de café con leche me sepa a néctar de dioses, gracias a tus escasas sonrisas, pero llenas de vida.
Volver a besarte. En cada despedida, cada uno para un lado y volver a recibir tus palabras de ánimo, "venga, que tu puedes" y decirme al oído, con tono como de misterio: "¿te he dicho hoy que eres lo que más quiero?". Y besarme la punta de la nariz y mordisquearla con suavidad y volverme a quejar como cada día y reñirte sonriendo, "quita, quita, que me vas a dejar marca", deseando y suplicando por lo bajines, que no se te ocurra dejar de hacerlo, pues me moriría si me faltase algún día.
Volver a reencontrarnos. A contarnos los chascarrillos del día. Según camina la tarde, hacer un nuevo recorrido, por nuestros cuerpos, siempre hay recodos por descubrir. Amarnos como si fuera la primera vez, con la misma pasión de unos quinceañeros, con la misma inexperiencia de los principiantes.
Volver. Siempre volver a estar contigo. Compartir. Tener nuestros secretos. Discutir. Perdonar. Sonreír. Reír a carcajadas. Disfrutar. Mirarte. Descubrirte. Sentirte amigo y compañero. Amarte, una vez más. Quererte, mil veces más.
Soñarte.
Volver, siempre volver contigo
Volver a sonreírte. En cada desayuno compartido. Que cada elogio que me brindes, me sirva de amuleto para afrontar un nuevo día, cargado de lo que suelen llevar los días iguales: trabajo, sorpresas y sorpresotas... Que cada sorbo de café con leche me sepa a néctar de dioses, gracias a tus escasas sonrisas, pero llenas de vida.
Volver a besarte. En cada despedida, cada uno para un lado y volver a recibir tus palabras de ánimo, "venga, que tu puedes" y decirme al oído, con tono como de misterio: "¿te he dicho hoy que eres lo que más quiero?". Y besarme la punta de la nariz y mordisquearla con suavidad y volverme a quejar como cada día y reñirte sonriendo, "quita, quita, que me vas a dejar marca", deseando y suplicando por lo bajines, que no se te ocurra dejar de hacerlo, pues me moriría si me faltase algún día.
Volver a reencontrarnos. A contarnos los chascarrillos del día. Según camina la tarde, hacer un nuevo recorrido, por nuestros cuerpos, siempre hay recodos por descubrir. Amarnos como si fuera la primera vez, con la misma pasión de unos quinceañeros, con la misma inexperiencia de los principiantes.
Volver. Siempre volver a estar contigo. Compartir. Tener nuestros secretos. Discutir. Perdonar. Sonreír. Reír a carcajadas. Disfrutar. Mirarte. Descubrirte. Sentirte amigo y compañero. Amarte, una vez más. Quererte, mil veces más.
Soñarte.
Volver, siempre volver contigo
viernes, 17 de mayo de 2013
Quiero hablarte de mi amor verdadero
de ése que calla y mis ensueños mece,
de ése que observa y conmigo amanece,
de ése que aviva mi ser mañanero.
Bordea por mi el mundo, aventurero,
conquista algunas tierras y merece
que ilumine sus días, si anochece,
que me mude en su fiel palafrenero.
Viento, escucha a mi corazón brotado,
viento, inventa una palabra lozana,
viento, origina un frenesí amainado.
Zarzagán, brota calma cortesana,
zarzagán, arranca un gemido aislado,
zarzagán, brisa, retorna cercana.
jueves, 18 de abril de 2013
Hola, papá:
Desconozco tu andadura a partir del domingo, día de tu partida definitiva, pero seguro que donde quiera que te encuentres, estarás trasteando con las herramientas y el taladro, haciendo arreglos o artilugios de artesanía, faenas realizadas todas con precisión y esmero, midiendo, estudiando el encuadre perfecto y derrochando todo tu saber y creatividad.
O tal vez te hayas reencontrado con tus buenos amigos Alfredo Armentia, "El General" y "El Chapas" y estéis cogiendo setas, desplumando perdices o almorzando. Ya te habrás buscado un buen palo y te lo habrás trabajado con la navaja, dándole el aspecto de un buen soporte que te ayude sobre todo en la bajada del monte. Es tiempo de caracoles. ¿Cuántas docenas llevas? Seguro que encontrarás un lugar acogedor desde donde puedas contemplar si el Gorbea tiene txapela o no. Allá donde vayas no puede faltar una buena ruta de tabernas para disfrutar del café mañanero y del de la tarde, para paladear los Riojas de año y con pintxo-pote, un día a la semana por lo menos.
Antes de nada deseo seguir tu ejemplo, hacer lo que tú harías, que es pensar primero en los demás y luego en ti.
En nombre tuyo, de mamá y mio queremos agradecer a todo el personal de la quinta planta del pabellón B del Hospital de Santiago, desde limpiadoras, celadores, auxiliares y enfermeras, que con vuestra atención y buen hacer, nos habéis acompañado en todo momento, siempre dispuestas y sonrientes. Nuestro agradecimiento especial al Doctor Iñigo Corcuera, que te ha atendido con cariño, como los galenos de antaño, aquellos de sombrero y bastón con empuñadura de plata, a pesar de ser un muchacho recién horneado en la facultad, haciendo lo imposible por intentar atajar y cortar de raíz la bestia, que con tanto sigilo y rapidez, ha tenido la desfachatez de apartarte de nosotras con tan poca consideración.
También quiero dar las gracias a todos los que os habéis interesado por nosotros tres, por vuestro cariño y apoyo incondicional, por las llamadas, los mensajes, telegramas y las palabras de ánimo, sobre todo a Arantza, por el duro momento, mucho más cruel que el nuestro, que acaba de vivir y que nos ha acompañado en los largos atardeceres de este interminable y despiadado abril.
Agradeceros vuestra presencia incondicional, en el tanatorio desde el domingo, el lunes, hoy en Santa Isabel y ahora aquí, aparcando vuestra vida para ofrecernos sincera amistad. Siempre hemos presumido de tener unos amigos y familia de quitarse el sombrero.
Ahora te toca el turno, papa, aunque esto de ser protagonista no te hace mucha gracia. Lo tuyo es más bien, estar sin dejarse notar; calar hondo, sin muchas palabras; dejar una huella imborrable, sin pisar a nadie; hacer favores, sin mirar a quien, pedirlos es otra historia, los menos posible. Eres así, papá. Te dejas querer con esa facilidad tierna con que se quiere a un buen amigo desde el parvulario; lo mismo te da un gitano, que un ministro (bueno, ahora los ministros no están para muchas simpatías), en tu corazón grandote, cabemos muchos. César nos lo dijo corto y claro: era pura casta y yo siempre digo que eres de ley. Siempre preocupado y amable con todos. "No se puede ser tan bueno, papá y más en los tiempos que corren", te decía con frecuencia y casi con rabia, porque de los buenos se aprovechan muchos.
Intentaré seguir tu ejemplo, aunque sé que no puedo llegarte ni a la suela del zapato; seguiré luchando como tú lo has hecho, hasta el último suspiro; ofreceré mi mejor lado, en todo lo que haga; trabajaré como me has enseñado, para ofrecer lo mejor que tengo, con la mejor sonrisa.
Se me agolpan tantos recuerdos que me pasaría semanas hablando orgullosa de ti y no acabaría. Nunca olvidaré tus sonrisas mansas, incluso hasta el viernes cuando me decías que no odías agarrarte al triángulo de la cama, porque las manos no se sujetaban; ni tus caricias, ni tus besos, ni esas miradas de complicidad y silencios largos, que teniamos, que no hacía falta decir nada, porque todo se entendía. Ni los madrugones domingueros para pescar en el Club Nautico del pantano de Ullibarri-Gamboa, tu pueblo, que con tanto orgullo presumias de él, en compañía de Emilio y Miguel; ni las tardes veraniegas con la familia Sampedro cogiendo cangrejos; ni las discusiones sobre el juego del Alavés; ni tus bromas ni esa manera tan peculiar y tan rematadamente sosa que tenías para contar chistes, que majo, jamás fuiste capaz de contar uno entero, si no se te olvidaba el final, te saltabas el principio, la cosa es que aquello no tenía ni pies ni cabeza. Nos tenías que anunciar el final: "Ya está". "¡Ah! ¿Se ha acabado? ¿Hay que reirse o echar céntimo?", te decía yo. Mamá, casi enfadada: "¡Jo majo, qué siempre nos dejas con las ganas". Lo mejor de todo era que a ti te hacía gracia, no parabas de reírte y de decir: "No sé cómo era. Ya no me acuerdo. Pero era buenísimo". Me he alargado un poco más con esta bobada, porque es mejor reír que llorar. La vida ya se encarga ella solita de hacernos la puñeta . Hace días que te faltaban las fuerzas para hacerlo, pero no podré olvidarme de aquella tontería de pisarnos los pies con el bastón y que a mi me hacía tanta gracia... Hemos compartido tantas cosas y he tenido tanta afinidad contigo, que no me hago a la idea de que no volveré a verte más que en fotografía.
No te puedo decir adiós ni hasta pronto (¡Dios nos libre! ¡Vaya yuyu!). Sé que siempre vas a estar pendiente de nosotras. Las personas que aman como tú nos has amado, nunca abandonan a los suyos.
Sé que ya lo sabes, pero me apetece decírtelo una vez mas: mamá y yo te queremos muchísimo.
Desconozco tu andadura a partir del domingo, día de tu partida definitiva, pero seguro que donde quiera que te encuentres, estarás trasteando con las herramientas y el taladro, haciendo arreglos o artilugios de artesanía, faenas realizadas todas con precisión y esmero, midiendo, estudiando el encuadre perfecto y derrochando todo tu saber y creatividad.
O tal vez te hayas reencontrado con tus buenos amigos Alfredo Armentia, "El General" y "El Chapas" y estéis cogiendo setas, desplumando perdices o almorzando. Ya te habrás buscado un buen palo y te lo habrás trabajado con la navaja, dándole el aspecto de un buen soporte que te ayude sobre todo en la bajada del monte. Es tiempo de caracoles. ¿Cuántas docenas llevas? Seguro que encontrarás un lugar acogedor desde donde puedas contemplar si el Gorbea tiene txapela o no. Allá donde vayas no puede faltar una buena ruta de tabernas para disfrutar del café mañanero y del de la tarde, para paladear los Riojas de año y con pintxo-pote, un día a la semana por lo menos.
Antes de nada deseo seguir tu ejemplo, hacer lo que tú harías, que es pensar primero en los demás y luego en ti.
En nombre tuyo, de mamá y mio queremos agradecer a todo el personal de la quinta planta del pabellón B del Hospital de Santiago, desde limpiadoras, celadores, auxiliares y enfermeras, que con vuestra atención y buen hacer, nos habéis acompañado en todo momento, siempre dispuestas y sonrientes. Nuestro agradecimiento especial al Doctor Iñigo Corcuera, que te ha atendido con cariño, como los galenos de antaño, aquellos de sombrero y bastón con empuñadura de plata, a pesar de ser un muchacho recién horneado en la facultad, haciendo lo imposible por intentar atajar y cortar de raíz la bestia, que con tanto sigilo y rapidez, ha tenido la desfachatez de apartarte de nosotras con tan poca consideración.
También quiero dar las gracias a todos los que os habéis interesado por nosotros tres, por vuestro cariño y apoyo incondicional, por las llamadas, los mensajes, telegramas y las palabras de ánimo, sobre todo a Arantza, por el duro momento, mucho más cruel que el nuestro, que acaba de vivir y que nos ha acompañado en los largos atardeceres de este interminable y despiadado abril.
Agradeceros vuestra presencia incondicional, en el tanatorio desde el domingo, el lunes, hoy en Santa Isabel y ahora aquí, aparcando vuestra vida para ofrecernos sincera amistad. Siempre hemos presumido de tener unos amigos y familia de quitarse el sombrero.
Ahora te toca el turno, papa, aunque esto de ser protagonista no te hace mucha gracia. Lo tuyo es más bien, estar sin dejarse notar; calar hondo, sin muchas palabras; dejar una huella imborrable, sin pisar a nadie; hacer favores, sin mirar a quien, pedirlos es otra historia, los menos posible. Eres así, papá. Te dejas querer con esa facilidad tierna con que se quiere a un buen amigo desde el parvulario; lo mismo te da un gitano, que un ministro (bueno, ahora los ministros no están para muchas simpatías), en tu corazón grandote, cabemos muchos. César nos lo dijo corto y claro: era pura casta y yo siempre digo que eres de ley. Siempre preocupado y amable con todos. "No se puede ser tan bueno, papá y más en los tiempos que corren", te decía con frecuencia y casi con rabia, porque de los buenos se aprovechan muchos.
Intentaré seguir tu ejemplo, aunque sé que no puedo llegarte ni a la suela del zapato; seguiré luchando como tú lo has hecho, hasta el último suspiro; ofreceré mi mejor lado, en todo lo que haga; trabajaré como me has enseñado, para ofrecer lo mejor que tengo, con la mejor sonrisa.
Se me agolpan tantos recuerdos que me pasaría semanas hablando orgullosa de ti y no acabaría. Nunca olvidaré tus sonrisas mansas, incluso hasta el viernes cuando me decías que no odías agarrarte al triángulo de la cama, porque las manos no se sujetaban; ni tus caricias, ni tus besos, ni esas miradas de complicidad y silencios largos, que teniamos, que no hacía falta decir nada, porque todo se entendía. Ni los madrugones domingueros para pescar en el Club Nautico del pantano de Ullibarri-Gamboa, tu pueblo, que con tanto orgullo presumias de él, en compañía de Emilio y Miguel; ni las tardes veraniegas con la familia Sampedro cogiendo cangrejos; ni las discusiones sobre el juego del Alavés; ni tus bromas ni esa manera tan peculiar y tan rematadamente sosa que tenías para contar chistes, que majo, jamás fuiste capaz de contar uno entero, si no se te olvidaba el final, te saltabas el principio, la cosa es que aquello no tenía ni pies ni cabeza. Nos tenías que anunciar el final: "Ya está". "¡Ah! ¿Se ha acabado? ¿Hay que reirse o echar céntimo?", te decía yo. Mamá, casi enfadada: "¡Jo majo, qué siempre nos dejas con las ganas". Lo mejor de todo era que a ti te hacía gracia, no parabas de reírte y de decir: "No sé cómo era. Ya no me acuerdo. Pero era buenísimo". Me he alargado un poco más con esta bobada, porque es mejor reír que llorar. La vida ya se encarga ella solita de hacernos la puñeta . Hace días que te faltaban las fuerzas para hacerlo, pero no podré olvidarme de aquella tontería de pisarnos los pies con el bastón y que a mi me hacía tanta gracia... Hemos compartido tantas cosas y he tenido tanta afinidad contigo, que no me hago a la idea de que no volveré a verte más que en fotografía.
No te puedo decir adiós ni hasta pronto (¡Dios nos libre! ¡Vaya yuyu!). Sé que siempre vas a estar pendiente de nosotras. Las personas que aman como tú nos has amado, nunca abandonan a los suyos.
Sé que ya lo sabes, pero me apetece decírtelo una vez mas: mamá y yo te queremos muchísimo.
viernes, 22 de febrero de 2013
TÚ VENDES, YO COMPRO
Hace días que oigo un anuncio muy interesante en Radio Vitoria. Una señora dice: "Se vende marido de 46 años, en bastante buen estado, 1,80, lugar de residencia habitual, el sofá. Acostumbra a quejarse continuamente, menos los fines de semana, que enmudece con el fútbol y el automovilismo. Se regala sofá, amigos y cervezas".
Le he estado dando vueltas y quiero comprarlo, porque digo yo, que si la señora esposa que debe estar un poquito harta, quiere vender al maromo, pero a la vez reconoce que el sujeto está en buen estado, es que tiene que estar de toma pan y moja. Mi madre, dice que con 46 años un hombre está en lo mejor de su vida. También hay que tener en cuenta, que mi amatxo ha pasado la barrera de los setenta, pero empiezo a estar de acuerdo con las madres del mundo, pues estoy en esa edad indeterminada (también en lo mejor de la vida), que ni soy un vegestorio ni una niñata. Vamos, en la edad perfecta que en toda mujer va desde los taitantos o los taitantos.
Que el maromo éste reside en el sofá? ¿Y que hombre no lo hace en su casa? Casi mejor, porque aunque la anunciante no habla de peso, un tío de 1,80 pululando por la casa es mortal.
¿Qué se pasa la vida quejándose? ¡Cómo todos! Eso, querida mía no es nuevo. Y con no hacerle ni caso, problema solucionado. De vez en cuando se le hace un mimito, se le deja salir con los amigotes y todos tan contentos.
A mi el automovilismo, ni fu ni fa. Lo del fútbol es otra cosa y si además, puedo cambiar el sofá de mi salón, que es bien triste, porque no incluye como el del anuncio ni cervezas, ni palomitas, ni nada de nada, pues mejor que mejor. Siempre es más gratificante gritar a coro los goles y protestar en compañía, acordándose de la madre del árbitro y protestando cada tarjeta, siempre que sea de nuestro equipo. Por eso quiero ponerme rápidamente en contacto con la desesperada señora. Me interesa sobre todo de qué equipo es el sujeto. ¡A ver si va a ser del Barça y la liamos! Si es del Alavés y/o Real Madrid, pago lo que pida sin rechistar. Y si, pongamos un ejemplo, me dice que es del Guadalajara o del Toledo, por decir algo, me lo quedo igual.
Y en el peor de los casos, algún amigo aprovechable, tendrá el tipo, digo yo. Pues lo dicho: Tú vendes, yo compro.
jueves, 17 de enero de 2013
MIRADAS
Mi mirada, intranquila, estudiada, arrebolada...
llena de inquietud, soñando el eco de tus besos.
Tu mirada, gozosa, crecida, cálida...
adormeciendo el deseo satisfecho, proyectando veranos arrogantes.
Su mirada, triste, efímera, valiente...
quedándose a un paso de lo perdido, apoyándose en el bastón torcido de la vida.
Nuestras miradas, juntas, nerviosas, enamoradas...
salpicándose de los atardeceres rojos, renaciendo orgullosas a la luz.
Vuestras miradas, aisladas, solas, embusteras...
participando de las esperanzas vagas, floreciendo junto al cálido sol del mediodia.
Sus miradas, calladas, intensas, triunfantes...
revoloteando alrededor de algunas verdades y unas pocas mentiras, rozando lo imposible.
Todas las miradas, caminando vigorosas...
la mía, la tuya, la suya, las nuestras, las vuestras, las suyas...
todas en una luchando y gritando.
¡La libertad está cerca!
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