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lunes, 9 de febrero de 2015

                                    AMIGA IMA


    Ima, hoy quiero darte las gracias por estar siempre cerca y ser parte de mi. Por tu entrega, tu grandeza y tu torpeza. Por ser así, extraña y a la vez vulgar, mitad hombre y mitad mujer, por tener algo de ternura infantil y otro poco de macarra. Por ayudarme a crecer y por hacerme tan diferente como igual a todo tipo que camina por el mundo. Por ser tan buenaza como perversa. Por llegar a ser unas veces abadesa, otras monja de clausura, preso en huelga de hambre, insumiso, político trasnochado o incorrecto, pueblerina o marquesa, amante fiel, prostituta de lujo, puta de portal, vagabundo, artista... tan humano como alienigena, tan de este mundo como habitante de los Infiernos. Tan diablillo como angelote, tan real como fantástica.

   Gracias Ima, por tu intrínseca bondad, por obligarme a sospechar de los mejores hombres, por apartarme de las mujeres buenas, por impulsarme a pasar las horas muertas con las mejores o peores, esto siempre según se mire, prostitutas, por entregar las balas a los más malvados pistoleros, por poner en mi camino pitagorines con gafas de culo de vaso o tontos de capirote. Gracias por enseñarme que en ocasiones Dios existe y se presenta disfrazado de persona humana, fiel, amigo y ayudante.

   Gracias Ima, por las rubias tontas y siempre sexis con las que me he visto obligada a competir, por todos los hombres guapos y tontos con los que me has hecho tropezar, por los feúchos que me has enseñado a enamorar y con los que las majas se han mondado de risa. Por todos los buenos, malos, regulares, peores o mejores hombres y mujeres que nos hemos cargado tú y yo. Hoy confieso dos cosas: Soy culpable, la primera y la segunda que los muertos a manos nuestras fueron por mortal necesidad, tuvieron que pasar a mejor vida porque tú y yo lo quisimos así.

   Gracias Ima, por tu desencajada melancolía, por los primeros amores y los desventurados desamores. Por tu incomprendida carcajada, por las miradas fatídicas, por hacer que nieve en pleno agosto, porque en el desierto caigan chuzos de punta y porque en los bares del Polo Norte se hayan quedado sin hielo. 

   Gracias, amiga, por llenar sótanos sombríos de inciertas esperanzas, por no saber si fue antes el huevo o la gallina, es decir, querida Ima, si tu existes gracias a mi o soy yo quien vivo gracias a ti.

   Gracias, porque algunas veces lo cruel me parece cómico, por amarme sin pedir nada a cambio. Por convertirte unas veces en perro, gato, hombres con toda la barba buenos, malos o del montón, otras en bruja ponzoñosa, ursulina resabida, albergue para locos desesperados, Casa de Socorro o refugio de corazones inválidos.

   Hoy, Ima, te doy las gracias por ser invasora e invadida, por tenerte, por quererte, por amarte con pasión morbosa si me dices que eres lesbiana, por gustarme como me gustan los hombres cuando aseguras que no hay macho más macho que tú. Por ser hermana, madre, padre, cuñada, pariente lejana, por ser más pobre que las ratas o pija entre las pijas... No sabría vivir sin ti, Ima... Imaginación, que por ti soy LA RATA DEL ASFALTO.