La Real Academia de la Lengua Española, define esta palabra del siguiente modo: Aparecer en el horizonte la luz del sol, dando comienzo a un nuevo día. Es una definición preciosa, para mi gusto, pero hay otras muchas...
... Es la ingravidez de las cosas eternas, el renacer que clarea la alborada, el descaro que obliga a la luz a emerger sólida y rotunda, el defensor de la luminiscencia, la brillante candileja...
Es la mano hacedora, imperturbable, la llegada del sol, gratificante, sin petulancia, el aprendiz que comienza fresco y lozano, la tibieza de la energía renovada, la oportunidad sin desesperación ni agotamiento, el recorrido extenso por caminos secretos y acontecimientos desconocidos...
Es el emprendedor que arranca con delicadeza, la serenidad en busca de casualidades rezagadas, el vagabundo remolón que encubre desatinos y aciertos, la calidez que irrumpe con tremendo sigilo, asustando a la noche, que taimada y soñolienta, se retira avergonzada...
Es la rotundidad del nuevo despertar, que nos otorga un espectáculo único e insuficientemente reconocido, la cordial sombra del nuevo día, el azulino en tus ojos y la prisa del tiempo que se precipita indecoroso, en todas las formas de vida...
Es el esmero de una caricia engendrada desde la querencia incondicional, el olor de la lluvia sobre la hierba mojada, que se engancha al Universo...
Es el silencio pausado de lo que nace para morir y pronto vuelve a renacer en un intervalo mudo y jubiloso...
Todo esto es AMANECER.