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martes, 24 de octubre de 2017

LA MUERTE DE ALFREDO

   La tarde transcurría amodorrada. Bostezaba yo y a duras penas, ella me seguía a paso retardado, tirando una a una las horas que se amontonaban indecorosamente penitentes y secas. La Bamba, como sonido del móvil, me sacó con un respingo del aburrimiento recurrente.
   - ... nos ha dejado - hipó una vocecilla.
   Semidormida me pregunté a quién pertenecía la desconsolada vocecita y quién era el que nos había dejado.
   - ¿Cómo? - me atreví a preguntar.
   - ... se ha ido - no lograba entender el principio de la frase. Desde el otro lado, una armoniosa mocarrada se desligó de alguna afligida nariz.
   - Perdona, no te he entendido... ¿Quién dices que se ha ido?
   - Alfredo - poniendo mis cinco sentidos en alerta máxima, logré entender, pues a mi interlocutor, le sobrevinó otra nueva e irreprimible llantina.
   - Alfredo - repetí, tratando de repasar rápidamente los Alfredos que se habían cruzado en mi vida.
   - Si, Alfredo - dijo la voz calmada por completo -. Nos ha dejado para siempre.
   - Por fin lo comprendí y de inmediato desperté del letargo de la tarde. Alfredo, nuestro querido Alfredo había muerto.
   - ¿Cómo ha sido? - me interesé totalmente centrada.
   - Un paro cardíaco o algo tal vez más grave - Mikel, recuperado, se esforzaba por hacerme un resumen detallado sobre las últimas horas del amigo.
   - ¿Pasaba contigo el fin de semana?
   - No, con Leire. Me ha avisado para que me hiciera cargo y te diera la noticia. Está destrozada. Ahora voy a su casa, rápido, con el  monopatín. También irán Izaro y Manuel.
   - ¡Cuánto lo siento! No sé qué decir... Todos le queríamos mucho y...
   - Era tan alegre - me interrumpió.
   Intenté imaginarme a Alfredo alegre, pero no lo conseguí. Me faltaban palabras. Era evidente que mi interlocutor esperaba más apoyo por mi parte.
   - Hemos hablado y queremos enterrarlo - anunció Mikel, comenzando a llorar de nuevo.
   - ¡Por supuesto! - añadí -. Le haremos un  entierro por todo lo alto.
   - Se lo merece.
   - ¡Claro que si!
   - Y un funeral también.
   - ¿Un funeral... funeral? ¿Quieres decir un funeral como se hacen los funerales? - mi sorpresa fue mayúscula.
   - ¿Cuántas clases de funerales conoces? - fue la respuesta ofendida de Mikel. Llama al colegio, busca un cura que se haga cargo, en caso de que no conociera a Alfredo, cuéntale cómo era... Tú verás quién puede hacerlo bonito - me encomendó.
   - Déjalo de mi cuenta. Le haremos un funeral precioso - contesté totalmente involucrada en el asunto . ¿Quieres que avise a alguien?
   - Hemos hecho una cadena de llamadas. A estas alturas lo sabrá ya todo el colegio.
   En cuanto cortamos la comunicación, me puse a redactar la esquela, que al día siguiente a primera hora, apareció expuesta en el tablón de anuncios de la entrada del colegio. Supuse que a los niños les encantaría el detalle.
   El lunes por la tarde, después de las clases, un sacerdote joven, ofició una misa funeral al aire libre, de cuerpo presente expuesto al público asistente, muy cerca de donde fue enterrado. Durante la Eucaristía, se contaron anécdotas y chascarrillos del entrañable amigo. Algunos niños leyeron estremecedoras frases de amistad, que nos hicieron llorar a todos.
   - La amistad duplica nuestra alegrías y disminuye nuestra tristeza - aseguró una niña de tercero.
   - La amistad es el ingrediente más importante en la receta de la vida - irrumpió alguien  cercano al féretro.
   Una vez en el  cementerio, los niños depositaron flores y sus juguetes preferidos, sobre la caja. Un pequeño hueco en la tierra, cavado a mediodía, sería el refugio para que Alfredo descansara eternamente.
   - En mitad de la vida estamos abocados a la muerte... Jesús, Padre Nuestro, acoge en tu seno el alma de nuestro amigo Alfredo y haz que viva junto a ti y nos ilumine en nuestro camino...- rezaba el sacerdote, visiblemente emocionado.
   Seguidamente el féretro de Alfredo fue depositado en el pequeño hoyo y todos los presentes, guardando una rigurosa fila india, fuimos echando una palada de tierra sobre la caja de galletas María Fontaneda forrada del terciopelo verde. Un esqueje de prímula se hincó en la tierra en aquella fría tarde de febrero.
   Descansa en paz, Alfredo, tritón común, leal compañero y amigo.

lunes, 2 de octubre de 2017

DE MI OTRA FAMILIA

   Sois las elegidas, las que más quiero, las que estáis unidas a mi por lazos invisibles, no de la misma estirpe, pero si de las incondicionales...
   Sois las que aún pasados los años distanciados en un lejano tiempo, un día cualquiera, al abrigo de unas cañas, desenmascaramos el pasado para descubrir que ni siquiera en curso lento de los años ha sido capaz de desmembrarnos y así nos preparamos para recordar la alegría que no ha menguado, las miradas cómplices y las eternas historias de una Vitoria más pequeña y arraigada a nuestra niñez.
   Nos sorprende saber que la risa sigue siendo una razón de vida, que la afinidad está intacta, que todo lo pasado vuelve como un soplo de aire fresco, que no somos tan mayores y que una fuerza desusada, acogedora y tenaz, nos aviva para el reencuentro...
   Incansables, somos incapaces de posponer una cita, federándonos al entusiasmo de un encuentro, que ha de entrañar algo nuevo. Vigorosas, compartimos otros momentos, atrás quedaron los recreos y sus juegos, ahora toca participar de parejas, trabajos, hijos que se hacen mayores, padres que se vuelven niños...
   Unidas por lazos irrompibles nos auxiliamos sin condiciones, cada una agrega su colaboración para que todas nos sintamos bien. Mantenemos un puntito brujeril que nos llena de armonía...
   Somos un clan, presto a ampararnos, extremadamente intuitivas y sin necesidad de palabras ni razones, por encima de toda lógica... ahí nos mantenemos y seguiremos siendo Amigas.