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lunes, 17 de diciembre de 2018

VUELVE...

   Vuelve...
cada año un poco más pronto... Primero entra la lotería, que se puede acceder a la suerte desde agosto para el mismísimo 22 de diciembre, con el pensamiento asentado, murmurándonos en el oído "¡y si toca aquí!"
   También vuelve El Almendro, que no quebrará jamás gracias a aquel publicista que puede estar a estas alturas jubilado.
   Regresa...
la iluminación callejera, en Vitoria, un año más con remarcada austeridad y con un ligero tufillo a racanería; se engalanan los escaparates, aldabeando sus exquisiteces; los descuentos y las rebajas, los lazos rojos, los Olentzeros y los Reyes Magos, que algunos los enjuician poco magos y nada majos y se hace hueco al barrigón de Papa Noel, sus renos y su orondo saco repleto de regalos. Y ya nos hemos fundido la paga extra, que también vuelve pero que poco dura.
   Reaparece...
la publicidad trasnochada y la original en televisión, del cava, los mazapanes, la sidra y los polvorones (como los Felipe II no hay otros); las comidas pantagruélicas y las reuniones familiares, las discusiones con los cuñados y las fingidas sonrisas a los repelentes sobrinos.
   Retorna...
el aguacero de whatsApp ñoños, los reenvíos a todo bicho viviente en todas las redes sociales, deseando pasiones inolvidables, amores certeros, venturas mil y lozanía y robustez a los tropecientos mil contactos de "amigos", de los que en realidad solo ponemos cara a unos veinte y con los que únicamente nos sentimos bien con un grupo reducido.
   Se muda...
la fiebre agónica y el compromiso de quedar con gente que no vemos en el resto del año, que durante 355 días nos importa un bledo si se rompe una pierna o emigran a las Chimbambas, pero que los últimos quince días del año recordamos y el corazón se nos torna mantequilla de Soria (excelente, dicho sea de paso) y el corazón nos repica sensiblería como si llamasen a maitines.
   Se acerca el día de la salud...
como presagio resignado de que es lo único verdaderamente importante, pero algo acecha, impulsándonos a invertir los euracos en algún décimo que otro, con la esperanza de brindar con los amigos de toda la vida, con la ilusión de juntarnos con los entrañables del barrio en el bar de siempre, ése que es como nuestra segunda casa, por si suena la flauta y además de buena salud, engordamos la cartilla de ahorros.
    Retornan...                                                                                   los que están lejos, el calor familiar al amparo de una buena gestión personal, las sonrisas honestas, los abrazos cálidos, la felicidad efímera, el balance personal del año, los nuevos propósitos que se empolvarán y se harán viejos, allá por mediados de enero, para volver a reaparecer el siguiente diciembre nuevamente vigorosos.
   Renace...
la infancia infatigable, que en algunos se esconde profunda y otros llevamos estampada sobre la piel...
   Resuena...
el Noche de Paz y el Tamborilero, mientras el corazón se nos encoge recordando años pasados y se nos nublan los ojos.
   Torna...
el Belén monumental de la Florida, inmenso y elegante y los mercadillos artesanales y los abetos naturales.
   Se arriman...
los que se fueron de nuestro lado para estar más presentes que cuando los disfrutábamos al alcance del abrazo.
   Se allega...
la nostalgia y los empolvados recuerdos de otras navidades añejas.
   Y vuelve la Rata del Asfalto...
no para desearte felicidad inmensa para todo el año, porque no existe, pero si tranquilidad y sosiego, que disfrutes con los tuyos, que pongas en marcha algunos objetivos, que tengas planes estupendos, que pases horas interminables con quien te haga sentir bien y que 2019 te sientas satisfecho de ti mismo.

jueves, 22 de noviembre de 2018

   A golpe de manecillas trota el tiempo como mandan los cánones del mes, emprendiendo la caminata mientras se mece en alfombra de crisantemos, amparando la paz de santos y difuntos...
   El alba, casi a diario amodorrado, se despereza bostezando y a regañadientes, cansino y tardío...
   El sol tristón se oculta avergonzado de ver a las nubes besarse, entre la niebla y el relente...
   Se suceden las horas taciturnas, frías, perezosas, macilentas, sumisas, tediosas y colmadas de superchería...
Mansamente cae el atardecer, suspirando recuerdos de un verano que supo a poco, añorando el renacer primaveral y algunos agasajos plácidos...
   Las mañanas se tornan tardes madrugadoras, en las horas que quedan libres los pucheros, los crepúsculos se atropellan con casto aburrimiento, adoleciéndose de una temprana y recia negrura,  paladeando aromas de castañas asadas...
   La lluvia se esparce perforando el calendario, retrasando los amaneceres desconsolados...
   Silencio, puro enjambre de mortecinos corazones...
   Van pasando las horas en susurros de melancolía...
   Noviembre acecha ensombrecido, gris, antipático, cabizbajo, mientras callejea por veredas aquietadas entre los arrullos del viento.

martes, 16 de octubre de 2018

ESCRIBIR...

   Escribir para transformar la realidad, integrando sensaciones, embelesando los sentidos siendo fiel al lenguaje.
   Escribir emocionando a los lectores, moldeando sentimientos, ligando palabras en un batiburrillo de ideas...
   Escribir hasta parir una historieta, mudando ingenios en ilusiones, embriagándome de emociones, creyéndome una diosa ladina.
   Si me place corrompo la objetividad, trampeo a mi antojo mis creaciones, origino demonios bondadosos o ángeles endemoniados. 
   Descubro nuevos mundos, gesto asesinos despiadados o altruistas. Ladrones de guante blanco, generosos o ávidos de riquezas. Mujeres ejemplares, monjas depravadas o tiernas prostitutas. Niños vandálicos o irracionales ancianos.
    Engendro, construyó o aniquilo a mi deleite y bajo mi tirano mandato, ordeno quien vive y quien muere.
   Escribir imaginando, mintiendo, socavando, danzando con los esbozos cuando me visitan las Musas o minándome la sesera, cuando se me declaran en huelga.
   Escribir para proclamarme progenitora abnegada de todos mis personajes, hijos ejemplares algunos, perversos otros, todos igualmente amados.
   Escribir para reírme de tus miedos, para jugar con el misterio, para  obligarte a reír, sonreír o llorar.
   Escribir... para sentirme bien.

martes, 18 de septiembre de 2018

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   Posee la belleza serena y transparente de lo eterno; el orgullo de poder presumir de un encanto particular; la vanidad de unos méritos ganados a pulso; la bizarría y el caché de la elegancia discreta; el empaque y el aplomo de saberse enigmáticamente hermosa y el glamour y la mesura de la tranquilidad hecha silencio... Son las calles de la almendra medieval con toda su grandeza.
   Vías acogedoras, prolongadas, angostas, sombrías, a veces un tanto tenebrosas. Casi taciturnas, meditando sobre el discurrir de las horas; vetustas, envolviendo en suave melancolía el paso del tiempo; siglos secretos, encubriendo anónimos vestigios y escondiendo íntimos placeres de lugareños ancestrales y también de los presentes... ¡Lo qué podrían contarnos las calles!
   Son las calles de todos y para todos, las turísticas, las que guardan rincones con historia, las carcomidas por recuerdos, las húmedas y fieles... ¡las callejas de Vitoria!
   La principal, la que está en boca de todos: La CUCHILLERÍA, la Cuchi, con su enjambre de bares y tradición tarbernil, su alegría bullanguera, su cultura del poteo y sus preciados pinchos, acordonada por el Cordón de una casa con abolengo. En tiempos remotos fue conocida como Barrio Cuchillería y Portal de la Cuchillería.
   TXIKITA, corta como su nombre indica, con unas vistas espectaculares al Portalón del final de la Correría, gracias al enclave ofrecido por la Plaza de la Burulleria, con el imponente mural de telares. En el número 14 nació en 1845 Ricardo Becerro de Bengoa. En la actualidad comercios artesanales de cerámica y los vitrales de Mikel Delika. También cuenta con una Etxe Zaharra, rústica, reconocida por el cochinillo y cordero asados en horno de leña. No está mal para ser calleja tan pequeña, ¿eh?
   La ZAPATERÍA, la Zapa para los vitorianos. Para no ser menos, también fue nombrada Barrio Zapatería y Portal de la Zapatería. Maltratada en los 80 y cargando a las espaldas una mala fama inmerecida. Cultural y bohemía, guardiana de los faroles más queridos de Vitoria. Todavía se conserva el local cerrado de la intelectualidad de otras épocas, el "Sagu Alai" y abierto el entrañable "El Abuelo", donde tantas horas eché en mi adolescencia.
   La Pinto, PINTORERÍA, no más querida que las anteriores, a pesar de ser familiar y más mía que ninguna. Con siglos de historia recogidos en el Museo de Arqueología, Bibat. Religiosa, con iglesia y convento desde 1530 y con los amaneceres inundados por los cánticos angelicales de las cinco Dominicas que actualmente lo habitan. Calle señorial donde las haya, con teatro incluido, Ortzai y con una simpática gorda, llamada María, en la primera y última vecindad.
   La Corre, CORRERÍA, antaño también Pellejería, Correjelería, Boterías y Correería, custodiada hasta hace unas décadas por la Policía Nacional, hoy, el edificio alberga el ambulatorio y la Escuela de Música Luis Aramburu, en lo que fue el antiguo Seminario.
   La tranquilidad de LA HERRERÍA, la Herre, calle muermo y silenciosa, con muros góticos del siglo XIV de la iglesia de San Pedro y la antigua entrada a la vivienda  de la torre de Doña Otxanda. ¿Cuántos secretos se esconden en el Palacio de los Álava-Esquivel? Por cuestiones inexplicables de herencia y rarezas de sus dueños este achacoso casón pertenece en la actualidad al Ayuntamiento de Tánger, ¡tócate los cataplines!
   FRAY ZACARÍAS MARTÍNEZ, tan largo el nombre, como solitaria y triste, antes calle del Seminario, discreta y reticente incluso al escándalo y griterío de los chiquillos del colegio del mismo nombre, donde antiguamente estuvo la Escuela de Magisterio. 
   Apocada y con dulce templanza, LAS ESCUELAS, con la actual ikastetxea de Ramón Bajo; los escolares son incapaces de alejarla de su persistente letargo.
   SANTA MARÍA, paciente, recia, seria y recogida, sorprendiéndose del "abierto por obras" de su imponente Catedral de Santa María.
   He dejado para el final la NUEVA DENTRO, llamada así por encontrarse en el interior de las murallas, también reconocida por Judería. No muchos años atrás calle pecaminosa y del desenfreno. Pendenciera, revoltosa, juerguista y parrandera. Antaño con sus mujeres de mal vivir y algunos bares de mala muerte, recogiendo actualmente, sosiego y tranquilidad en locales de poteo juvenil. Mi segunda universidad, la que nunca olvidaré, la que llevo tatuada al corazón, la  más arraigada y de la que presumo con total orgullo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

¡QUIERO VERTE... MUERTO! (2ª PARTE)

   - Se desnucó - interrumpió el inspector consultando sus notas -. ¿Con qué cree que se golpeó al caer?
   En este punto de la declaración a Laura le sobrevino un llanto imposible de controlar.
   - Perdón - tartamudeó la joven.
   - ¿Quiere un vaso de agua? - ofreció Alvárez, haciendo intención de estirar las piernas.
   - ¡No! ¡Déjel! Puedo continuar -. "¡Un vaso de agua!, pensó: "¿No tendrán nada mejor que ofrecer en estos casos? ¿Por qué no un güisqui?"-. Todo sucedió muy deprisa. Algo debió de asustarle. Resbaló y seguidamente cayó. Me incorporé de inmediato - Laura se atropellaba al hablar, como queriendo evitar las palabras -. Hay cosas que... Perdóneme, no tengo las ideas claras.
   - Intente ser más precisa, por favor...
   A Laura le pareció que el inspector dejó la frase sin acabar. Tal vez quiso añadir "señora", pero claro, a él como al resto, le costaba tratar de señora a una muchacha tan joven como ella.
   - Paulino se mostró romántico y encantador durante algunos meses, pero está claro, a la vista de los hechos, que mi juventud le producía apatía. Sé que no estaba enamorado de mi, no sé cómo explicárselo... Esas cosas las mujeres las entendemos, por muy jóvenes que seamos.
   Alvárez cambió de postura. Se le veía impaciente.
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   - No es que me cansase de ella - manifestó Paulino -. Comprendí tarde que la edad nos separaba. Yo prefería las tardes de cine, Laura las noches de fiesta. A mi me agradaba pasear los domingos por el monte, a ella le encantaba dormir hasta el mediodía. No fue fácil para ella - añadió tras una pequeña pausa -. Mis amigos supusieron que se casaba por dinero. Poseo muchas propiedades. Laura me ofreció su belleza y juventud, yo la elevé a un pedestal y le ofrecí mi fortuna.
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   - Me engañó, créame lo que le digo, aunque no en el sentido que usted pueda pensar. Paulino me prometió amor eterno y yo, como joven impulsiva e inexperta, me lo creí porque soñaba con ser amada - al inspector le pareció que la joven se entusiasmaba de nuevo -. Pronto comprendí que un  mundo nos separaba. Bueno, un mundo no es el vocablo exacto. En realidad lo que nos separaba, era Mariana, una cincuentona morenaza, más acorde a sus expectativas y personalidad.
   - ¿Reconoce entonces que fue un crimen pasional? - se entusiasmó Alvárez, creyendo llegar al final.
   - Aunque no lo crea, sigo muy enamorada de mi marido - fue la respuesta de la joven -. Reconozco que cuando conocí, accidentalmente, su apasionado romance, empecé a urdir el plan.
   - ¿Cómo lo hizo?
   - Camuflé una barra de hierro entre los pétalos. Era fácil que tropezase con ella. Caería hacia adelante y se daría el golpe de gracia contra la mesilla.
   - Pero algo falló - ayudó el inspector.
   - Algunas personas nacen con estrella y Paulino es una de ellas - Laura suspiró cansada.
   - Pero al final usted se salió con la suya.
   - Esquivó la barra, pero unos pasos después resbalo. Fue totalmente fortuito. Me friccioné el cuerpo con aceite de lilas, algunas gotas cayeron al suelo... Sentí la llave en la cerradura. Con la excitación, me olvidé completamente de ello.
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   - Me gustaría acabar cuanto antes con esto, inspector. Estoy cansado - Paulino hablaba desilusionado.
   - Está en su mano. En cuanto me diga la verdad, todo habrá terminado - le animó Alvárez, que también estaba derrotado -. Sólo quiero que confiese como maquinó la caída del armazón del dosel que adornaba la cama matrimonial.
   - ¡No se lo va a creer! Fue totalmente fortuito. Cuando resbalé y caí hacia atrás, vi que mi Laura trataba de incorporarse. Me pareció que pretendía auxiliarme... También yo traté de sujetarme a algún sitio. Agarré con todas mis fuerzas el armazón del dosel. Éste cayó por completo sobre el frágil cuerpo de mi esposa. Pero, dígame, inspector, mi Laura ¿se encuentra bien?
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   - ¡Ya ve, inspector! ¡Las cosas del amor! - Laura volvió a sonreír alegre -. Tras el golpe, sentí un dolor espantoso. Todo se tornó gris, en varios matices. Enseguida fue todo negro. Tengo frío, mucho frío pero sigo enamorada. ¿Sabe usted lo que me pasa?
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   Alvárez echó una última ojeada a los cuerpos inertes de Laura y Paulino, que descansaban sobre mesas contiguas en el depósito de cadáveres... El forense comenzó a detallarle los resultados de la autopsia de la pareja.


martes, 31 de julio de 2018

¡QUIERO VERTE... MUERTO!

   - Usted comprenderá que desnucarse sobre una alfombra de perfumados pétalos de rosas rojas no puede entrar en los planes de nadie- Paulino hablaba con tranquilidad, mientras el inspector Alvárez le escuchaba con atención -. Sólo pretendíamos aumentar la pasión, ya sabe... Pero ahora que lo pienso, tal vez estaba en el deseo de Laura.
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   - No sé que le habrá contado mi marido - Laura hablaba mostrándose taciturna -, sea lo que sea, le aseguro que miente. Le voy a explicar cómo sucedió todo...Sé lo que está pensando. Usted cree que miento y sospecho la razón.
   - Cíñase a contar su versión, por favor - Alvárez estaba visiblemente cansado, tenía mal color y unas profundas ojeras se le dibujaban en el rostro.
   - Soy muy joven. Tengo veintitrés años y a usted le parecerá lógico que me haya querido deshacer de mi marido, sólo porque ya ha cumplido sesenta y cinco - Laura continuó hablando, sin hacer caso de la advertencia del inspector. Estaba demasiado pálida y muy quieta -. Usted se está preguntando, ¿por qué una chica tan joven se ha casado con un viejo?
   - Por favor, sólo pretendo oír su versión - rogó Alvárez con tono enfadado.
   - Y ha hallado la respuesta - Laura parecía no escuchar al inspector -: ¡Por dinero! Cierto es que Paulino tiene el riñón bien cubierto, pero le aseguro a usted, que me casé por amor.
   Alvárez cambió de postura varias veces y suspiró profundamente.
   - No se impaciente. Sé que quiere averiguar lo sucedido, pero tengo que remontarme un poco al pasado, al principio de todo - calló un instante, buscando la aprobación del inspector. Este le dio luz verde y ella, satisfecha, continuó -: Al principio fue muy tierno y romántico pero con el paso de los meses, las puestas de sol se convirtieron en aburridos atardeceres. Paulino se enamoró de mi juventud, yo de su solidez y experiencia. Creí que sería el amor eterno pero me equivoqué de pleno.
   El inspector se pasó la mano por el cabello canoso y apretó los labios buscando respuestas, pero mantuvo un silencio rotundo y pesado. Estimaba que los enamorados en general eran cursis y empalagosos y aun más esta pareja tan dispar en edad. En su matrimonio nunca necesitaron cubrir el suelo de la casa de pétalos de flores. ¡Vaya par de melindrosos! Repentinamente abandonó la sala, dejándola con la palabra en la boca.
   - ¡Oíga! ¡No se vaya! Tiene que escucharme ¡Soy inocente! - la joven levantó el tono de voz pero fue inútil.
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   - A Laura le sentaba mal cualquier cosa, aunque no tuviera la regla - lo dijo convencido, como si tenerla fuera motivo imprescindible del mal humor de su esposa. Por ejemplo, me olvidaba con frecuencia de los aniversarios, ya sabe cómo somos los hombres para las fechas - Paulino sonrió al recordarlo.
   - No les basta con el amor - se atrevió a decir el inspector, dándole a entender que su esposa tampoco comprendía esas cosas -. Tenemos muchas cosas en la cabeza.
   - Eso le digo a mi Laura pero ella asegura que las mujeres tienen también muchas cosas en sus cabecitas y que por eso soy machista. Y lo argumenta con rabia y con asco, no vaya usted a pensar. Usted lo ha expresando de maravilla, ellas nunca tienen suficiente, exigen más, cada vez más.
   - Sobre lo sucedido ayer noche... - invitó el inspector deseando terminar con las declaraciones.
   - Pronto me di cuenta que Laura era demasiado joven para mi, me cansaba su sola presencia, su alocada verborrea, su risa interminable. ¿Qué podía hacer? Ella parecía tan enamorada. Lo cierto es, que se esmeraba en hacerme feliz. Hacíamos el amor muy de tarde en tarde, es verdad. Me siento bien físicamente, pero llegó el día que no la soportaba ni en la cama. ¡Figúerese usted!
   - Cíñase a los hechos - rogó el inspector cada vez más cansado de la pareja.
   - Intuí que preparaba algo especial y romántico, pero me hice el tonto. Madrugó el sol y el día se llenó de amor. Ella intentaba poner más amor que yo, eso lo tengo que confesar. Sonreía, me besaba y saltaba de alegría... ¡Qué chiquilla! Comimos sin apenas decirnos nada y cuando regresé al atardecer a casa... ¡Qué sorpresa! Una cosa así era muy de mi Laura. Recorrí el pasillo alfombrado de pétalos rojos, mientras me despojaba lo más rápido que pude de la ropa: los zapatos, los calcetines, la camisa, los pantalones... esto fue lo más complicado. ¿Lo ha hecho alguna vez? Resulta casi imposible quitárselos al tiempo que se intenta avanzar. Esas cosas sólo salen bien en las películas, ¿no cree usted? La suavidad de los pétalos resultó muy gratificante. Me cosquilleaban las plantas de los pies. Llegué a la puerta entreabierta del dormitorio. Allí los pétalos eran rosas y blancos, incluso estaban sobre la cama y acariciaban el cuerpo de Laura. Me esperaba acostada de medio lado, desnuda, sexi, provocativa, bronceada, sonriente y sobre todo, enamorada. Eso un hombre lo nota. Le sonreí con malicia y ella me envió un beso. Extendió los brazos y me susurró: "Amor mío. Ven a mi. Quiero verte..." Juraría que dijo "muerto", pero no lo sé con exactitud porque lo olvidé al instante. ¡Estaba tan radiante y enamorada!. Corrí, pretendiendo saltar sobre ella, creyéndome un pipiolo. Con ella se me olvida la edad. ¡Tiene tanto vigor la juventud!
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martes, 26 de junio de 2018

A ESTAS ALTURAS...

   A estas alturas de mi vida puedo asegurar que me conformo con poco pero no con cualquier cosa...
   Aspiro a contar con buenos compañeros de camino, esos pocos incondicionales, que me conocen, que saben lo que cruza mi pensamiento solo con un vistazo rápido...
   Anhelo que el sol me regale algunas caricias en cada verano, cobijarme en el embrujo de una buena sombra en los días tórridos, ampararme bajo un paraguas sin goteras en los aguaceros impulsivos, clamar a voz en grito "esto no tiene precio", cada vez que pueda compartir tu alegría, unas cañas o el susurro del silencio en una tarde tranquila...
   Ambiciono disfrutar de los míos, que se acuerden de mi si falto a las citas, que no se me apague la sonrisa, que nunca me duela más el alma que las cervicales y que no se me apolillen los recuerdos...
   No codicio que me toquen millones en la lotería pero si que millones de ideas se apretujen en mi mente, que las musas me visiten, rodearme de gente guapa por dentro, con esa transparencia calmada que otorga la belleza de unos ojos profundos y una sonrisa sincera...
   No añoro amores eternos pero exijo que me miren de frente, que las miradas se encuentren en armonía con las mías, que me seduzcan el corazón, que me mimen a sorbos lentos, que paladeen mi aliento...
   Sueño con que los entrañables me valgan lo mismo para beber tristezas, carcajadas o pisar charcos, pero imprescindible es que tengan los brazos largos para envolverme en cariño...
   Pretendo seguir equivocándome, tener la oportunidad de pedir perdón, que se me permita traicionar al olvido y que no recuerde los malos momentos, que no me encuentre sola pero que me encuentren los que me busquen, que la sed de justicia no me abrase la garganta y que me bailen las palabras en la mirada...
   Agradezco al destino el buen momento en que me fui a tropezar con cada uno de los "mios"...
   Me aferro a que cada amanecer me siga pareciendo un prodigio y que mis sueños nocturnos y diurnos prosigan viajando sin límites ni fronteras...

miércoles, 2 de mayo de 2018

MI MEJOR AMIGO

   Mi mejor amigo es sublime y correcto, apasionado e ingenioso, socarrón y aventurero. Siempre buen consejero. Con insistencia me dice:
   - Desmenúzame los hilos de mis costuras firmes;
salpícame con tus lágrimas si te parezco inhumano, pérfido o cruel;
ábreme tu corazón si crees que merezco la pena;
pulveriza mis entrañas hasta que mi esencia pase a ser tu fortaleza;
ámame como al primer amor, con furia y desacato;
tatúate mi sutileza sexual en tu interior;
piensa en mi como en tu mejor amante;
sálvame de la Inquisición de los misántropos;
reverénciame si escuchas mis latidos;
manoséame con delirio;
guaréceme de los licenciosos;
líbrame de lo metífico;
critícame si no soy de tu agrado;
desnúdame cuando lo creas oportuno, da igual que sea en público;
embelléceme con tus halagos;
cuídame y mímame como a un chiquillo;
elígeme un lugar entre tus preferidos;
recomiéndame, regálame, como buen caudal que soy;
jamás me fractures, ni me prestes... sería casi un sacrilegio;
enciérrame en tu memoria y evócame con una sonrisa.
   - Gracias, amigo Libro. Sabes que  te admiro y te tengo presente - le respondí con veneración plácida.

viernes, 13 de abril de 2018

CON LOS CINCO SENTIDOS

   A las ácidas lágrimas
les invito a emborracharse de sonoras carcajadas.
   A la desvergonzada tristeza
le conmino a admirar los coloridos prados.
   A las vanas inquietudes
les cobijo en los efluvios de los geranios en flor.
   A la infame oscuridad
le agijoneo con plácida ambrosía.
   A la estúpida soledad
le enamoro con esponjosas caricias de dulce de leche.
   Al menosprecio de la cobardía
le ruborizo al abrigo de la adoración de tu persona.
   A la supresión de la vida
le desafío a vivir bregando con los frescos recuerdos,
sobreviviendo a la apática verdad,
extraviando tus últimas horas de inquietante letargo.
   A la crueldad de la muerte
le exijo que me despierte a la vida,
empujándome a aprender a caminar
sin tu certero impulso,
reivindicándole a la vida que viva
amando, abrazando, llorando, odiando,
narrando, cantando, doliendo, fatigando,
soñando, riendo, viendo, oyendo,
gustando, tocando, oliendo, luchando,
persiguiendo, alegrando... 
y a cada minuto viviendo.

jueves, 22 de marzo de 2018

EL CORAZÓN CON DOS TIRITAS

   Cuando acuda la última borrasca
y el silencio anide entre los pliegues de la vida fugada...
   Cuando me nieguen la licencia de ser libertad
en la celda de tus brazos, paloma de altos vuelos o
antorcha en tu camino...
   Cuando no sea acorde en los alborozados
amaneceres tardíos, ni aventura de reflejos ahogados
en serenata de veneración perpetua...
   Cuando se me arrebate el derecho de ser mortaja
en la profunda pesadilla de mi mejor enemigo,
o esquive el eco amortiguado de las lágrimas
atrevidas a desertar de mis pesares y
solo tiemble trémula la soledad del abandono...
   Cuando las palabras enmudezcan y
el retumbo se presente vapuleado y sordo...
   Cuando la mañana sea canícula, insulsa, glacial,
pérfida, repulsiva, ingrata o canalla...
   Cuando sea inevitable abochornar la congoja
del corazón lisiado,
lo sanaré con dos tiritas y
apostaré por mantener vivo tu recuerdo,
acorralaré la amargura y
pindonguearé con la sonrisa
cubierta de algazara.

martes, 6 de febrero de 2018

ADIVINA EL PERSONAJE

   Sin un pelo, no se puede decir de listo, porque es justo declarar que es más inocentón que un cubo, atontolinado de nacimiento, en ocasiones si que se le despierta  cierta astucia. Poco se conoce de su infancia y adolescencia aunque en algunas versiones se dice que nació en un pueblo recóndito de Valladolid. Muchos pensarán que es oriundo de Barcelona pero muy pocos aseguran que sea catalán. Poco se conoce de sus ancestros, salvo que tuvieron que abandonar su lugar de nacimiento (en este caso se cita otro municipio), debido a una querencia del joven, mal interpretada por los vecinos de esta localidad. De su adolescencia apenas se saben dos o tres cosas, una de las más reseñables es que en una época fue apodado "el Melenudo". A día de hoy, me atrevo a asegurar que es un hombre que levanta pasiones, aún teniendo la cabeza como una bola de billar, luciendo gafas, que soporta sobre su prominente nariz y vistiendo siempre una indumentaria bastante anticuada y poco apropiada para cualquier cosa. Nunca ha aumentado ni una sola dioptría, pero tampoco ha optado por usar lentes de contacto que den mejor aspecto a su extraño rostro. Acaba de celebrar su sesenta aniversario y sigue trabajando..., bueno, ahí continua, metiéndose en innumerables líos y saliendo como puede de ellos. Tiene un fiel compañero, que se cree más inteligente que él pero que es igual de palurdo. La realidad es que nada serían uno sin el otro. Ambos viven en una pensión de mala muerte y en ocasiones han sido acusados de homosexuales. Son unos pobres diablos, explotados en su día a día, en un trabajo en el que cobran una miseria, son despreciados por un superior déspota, que no se corta un pelo, a la hora de usar la violencia contra sus pobres cuerpos.  Son los españoles que más veces han perdido los dientes y no precisamente los de leche. A pesar de estos sesenta años dando el callo, sin vacaciones ni descanso semanal, no son considerados viejos, desde luego, no para jubilarse.
   Pese  a todo lo disparatado que le rodea, es buena persona, divertido y gracioso, ingenuo y tierno, niño, joven, maduro o viejo, feliz y suspicaz, agradable al trato y enamoradizo. A su manera, cuenta con innumerables recursos para salir ileso de cualquier situación y sobre todo es buen compañero... He compartido su vida y sus miserias, me he hecho compañera en sus desgracias, me ha acompañado toda la vida y puedo confirmar que le quiero con locura.