Vistas de página en total

miércoles, 1 de agosto de 2018

¡QUIERO VERTE... MUERTO! (2ª PARTE)

   - Se desnucó - interrumpió el inspector consultando sus notas -. ¿Con qué cree que se golpeó al caer?
   En este punto de la declaración a Laura le sobrevino un llanto imposible de controlar.
   - Perdón - tartamudeó la joven.
   - ¿Quiere un vaso de agua? - ofreció Alvárez, haciendo intención de estirar las piernas.
   - ¡No! ¡Déjel! Puedo continuar -. "¡Un vaso de agua!, pensó: "¿No tendrán nada mejor que ofrecer en estos casos? ¿Por qué no un güisqui?"-. Todo sucedió muy deprisa. Algo debió de asustarle. Resbaló y seguidamente cayó. Me incorporé de inmediato - Laura se atropellaba al hablar, como queriendo evitar las palabras -. Hay cosas que... Perdóneme, no tengo las ideas claras.
   - Intente ser más precisa, por favor...
   A Laura le pareció que el inspector dejó la frase sin acabar. Tal vez quiso añadir "señora", pero claro, a él como al resto, le costaba tratar de señora a una muchacha tan joven como ella.
   - Paulino se mostró romántico y encantador durante algunos meses, pero está claro, a la vista de los hechos, que mi juventud le producía apatía. Sé que no estaba enamorado de mi, no sé cómo explicárselo... Esas cosas las mujeres las entendemos, por muy jóvenes que seamos.
   Alvárez cambió de postura. Se le veía impaciente.
.....................................................................................................................................
   - No es que me cansase de ella - manifestó Paulino -. Comprendí tarde que la edad nos separaba. Yo prefería las tardes de cine, Laura las noches de fiesta. A mi me agradaba pasear los domingos por el monte, a ella le encantaba dormir hasta el mediodía. No fue fácil para ella - añadió tras una pequeña pausa -. Mis amigos supusieron que se casaba por dinero. Poseo muchas propiedades. Laura me ofreció su belleza y juventud, yo la elevé a un pedestal y le ofrecí mi fortuna.
...........................................................................................................
   - Me engañó, créame lo que le digo, aunque no en el sentido que usted pueda pensar. Paulino me prometió amor eterno y yo, como joven impulsiva e inexperta, me lo creí porque soñaba con ser amada - al inspector le pareció que la joven se entusiasmaba de nuevo -. Pronto comprendí que un  mundo nos separaba. Bueno, un mundo no es el vocablo exacto. En realidad lo que nos separaba, era Mariana, una cincuentona morenaza, más acorde a sus expectativas y personalidad.
   - ¿Reconoce entonces que fue un crimen pasional? - se entusiasmó Alvárez, creyendo llegar al final.
   - Aunque no lo crea, sigo muy enamorada de mi marido - fue la respuesta de la joven -. Reconozco que cuando conocí, accidentalmente, su apasionado romance, empecé a urdir el plan.
   - ¿Cómo lo hizo?
   - Camuflé una barra de hierro entre los pétalos. Era fácil que tropezase con ella. Caería hacia adelante y se daría el golpe de gracia contra la mesilla.
   - Pero algo falló - ayudó el inspector.
   - Algunas personas nacen con estrella y Paulino es una de ellas - Laura suspiró cansada.
   - Pero al final usted se salió con la suya.
   - Esquivó la barra, pero unos pasos después resbalo. Fue totalmente fortuito. Me friccioné el cuerpo con aceite de lilas, algunas gotas cayeron al suelo... Sentí la llave en la cerradura. Con la excitación, me olvidé completamente de ello.
..........................................................................................
   - Me gustaría acabar cuanto antes con esto, inspector. Estoy cansado - Paulino hablaba desilusionado.
   - Está en su mano. En cuanto me diga la verdad, todo habrá terminado - le animó Alvárez, que también estaba derrotado -. Sólo quiero que confiese como maquinó la caída del armazón del dosel que adornaba la cama matrimonial.
   - ¡No se lo va a creer! Fue totalmente fortuito. Cuando resbalé y caí hacia atrás, vi que mi Laura trataba de incorporarse. Me pareció que pretendía auxiliarme... También yo traté de sujetarme a algún sitio. Agarré con todas mis fuerzas el armazón del dosel. Éste cayó por completo sobre el frágil cuerpo de mi esposa. Pero, dígame, inspector, mi Laura ¿se encuentra bien?
.................................................................................................
   - ¡Ya ve, inspector! ¡Las cosas del amor! - Laura volvió a sonreír alegre -. Tras el golpe, sentí un dolor espantoso. Todo se tornó gris, en varios matices. Enseguida fue todo negro. Tengo frío, mucho frío pero sigo enamorada. ¿Sabe usted lo que me pasa?
................................................................................
   Alvárez echó una última ojeada a los cuerpos inertes de Laura y Paulino, que descansaban sobre mesas contiguas en el depósito de cadáveres... El forense comenzó a detallarle los resultados de la autopsia de la pareja.