A golpe de manecillas trota el tiempo como mandan los cánones del mes, emprendiendo la caminata mientras se mece en alfombra de crisantemos, amparando la paz de santos y difuntos...
El alba, casi a diario amodorrado, se despereza bostezando y a regañadientes, cansino y tardío...
El sol tristón se oculta avergonzado de ver a las nubes besarse, entre la niebla y el relente...
Se suceden las horas taciturnas, frías, perezosas, macilentas, sumisas, tediosas y colmadas de superchería...
Mansamente cae el atardecer, suspirando recuerdos de un verano que supo a poco, añorando el renacer primaveral y algunos agasajos plácidos...
Las mañanas se tornan tardes madrugadoras, en las horas que quedan libres los pucheros, los crepúsculos se atropellan con casto aburrimiento, adoleciéndose de una temprana y recia negrura, paladeando aromas de castañas asadas...
La lluvia se esparce perforando el calendario, retrasando los amaneceres desconsolados...
Silencio, puro enjambre de mortecinos corazones...
Van pasando las horas en susurros de melancolía...
Noviembre acecha ensombrecido, gris, antipático, cabizbajo, mientras callejea por veredas aquietadas entre los arrullos del viento.