Eres un rato breve en el calendario con sabor a madre,
me hueles a inocencia blanca, a pureza infantil.
Histórico y fusilero, francés, revolucionario y estudiantil,
trabajador incansable, reivindicativo, orgulloso y fiestero.
Trasgresor indomable, poeta y poesía,
rumor de viento, goteas mil fragancias de color y frescura.
Posees las huellas romanas de la diosa Maya, la de la floración,
las aguas inoportunas turban tus días, mientras la luz se recoge tardía.
Eres masculino, vigoroso, fuerte, soleado y caluroso, amigo de rebecas al atardecer.
Quinto en el orden, jamás hubo un quinto malo.
Tus ojos esmeralda, se escudan en tempranos lirios,
rozas los sueños vulnerables de pasiones recién paridas.
Transitas entre poemas y te engalanas verso a verso,
eres la mágica magia del regusto del preludio veraniego
y en ti mismo encierras, entre soberbias luces,
la esencia de tu nombre: ¡MAYO!