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lunes, 27 de septiembre de 2021

LANTONAFAGROSTINOBAKIA

  




1.

 Penton se escudó en la negrura nocturna con la intención de acorralar a la chica. Rodeó los pantanos para sorprenderla unos metros más adelante y sobre todo para que ella tuviera la certeza de que estaba fuera de peligro. La idea de despistarla le pareció maravillosa. Por un momento, consideró la posibilidad de descansar hasta el amanecer para luego seguir el curso del río Nasik. Al momento se arrepintió de ello. Lo mejor sería salir cuanto antes de aquel inhóspito territorio. Buscaría refugio seguro en el primer pueblo que encontrase. Ella recurriría a una solución semejante y sería muy sencillo darle caza. Atemorizada como suponía que se sentiría, sería una presa fácil de capturar. El reloj marcaba las veintitrés y diez. Durante horas corrió sin conocer su situación exacta. Algo antes del amanecer, divisó unas luces a lo lejos. A pesar del cansancio se encaminó presuroso hacia ellas, convencido de que el lugar significaría su salvación.

  Fue preciso escalar un elevado muro y sortear a varios vigilantes antes de considerarse totalmente salvado en el interior de un establo abandonado. Se acostó sobre un montón de paja y se arropó con una mugrienta manta. Enseguida se quedó dormido.

  - Este año únicamente se han cometido quince homicidios - unas voces cercanas procedentes del exterior le despertaron.

 - Desde luego. Hace dos años hubo alrededor de cien. ¿Lo recuerdas?

 - ¡Ya lo creo que me acuerdo! Entre mi hermano y yo, nos despachamos a más de una veintena. Disfrutamos como enanos - la segunda voz, prorrumpió en una sonora risotada.

  Penton se estremeció. Con sigilo, se apartó de la entrada y se desplazó hasta el fondo del establo, pensando que tal vez hubiera saltado la tapia de un psiquiátrico.

  - ¿Quién va? - tronó una voz enérgica, que le cegó con un potente foco -. Levante las manos e identifíquese.

  - Mi nombre es Penton Cefalú. Soy turista, mochilero, viajo a pie. Me robaron el equipaje y mucho me temo que me he perdido.

  - ¿Dónde se dirige? 

  - Voy camino de las Tierras Alavesas - mintió pues ésa era su procedencia.

 - Efectivamente, se ha extraviado y lamentablemente, debo notificarle que no llegará fácilmente a su destino - anunció la voz, cuyo rostro continuaba invisible tras la luz cegadora.

  Penton ignoraba la razón por la que no podría llegar al supuesto destino. Recordando la conversación sobre los crímenes, concluyó que había aterrizado en un manicomio.

  - No comprendo lo que usted quiere decir - acertó a mascullar con un hilo de voz.

 - Está muy claro. Acaba de atravesar la frontera de Lantonafagrostinobakia.

  - ¿Latona... qué?

  - Lantonafagrostinobakia es el nombre de este pequeño país, que para su información, no podrá abandonar jamás.

  - No entiendo que quiere decir con que no podré abandonar el país...

  - Quiero decir exactamente lo que he dicho y creo que usted lo ha entendido perfectamente - argumentó la voz con cierto desdén -. Por decreto ley, una vez pisado suelo lantonafagrostinobakiano, no podrá abandonar estas tierras jamás. 

  - ¿Quién lo ordena? - indagó Penton repentinamente satisfecho, aunque sin dar muestras de ello.

  - El presidente de la república Pevek Podgorica. No sé alarme, éste es un buen lugar para vivir. Ahora se le asignará una habitación en el hotel dedicado a los forasteros. Podrá dormir durante toda la mañana, si lo desea, asearse y comer. Mañana será recibido en audiencia privada por el presidente. Conocerá nuestras leyes y se le dará una residencia y un trabajo.

  - ¿Así de fácil?

 - Así es, señor Cefalú. Lantonafagrostinobakia es un paraíso.

  El forastero se pellizcó varias veces para cerciorarse de que no se trataba de un sueño. Fuera de sus fronteras, apenas se conocían datos de este pequeñísimo país. Tan solo era un minúsculo punto en el mapa.





2.

  "¡Maldito cerdo! ¡Hijo de puta! Removeré cielo y tierra hasta dar contigo y cuando te encuentre, me las pagarás todas juntas", se prometió Karachi. Caminó varios kilómetros sin ver al tipo, que tras violarla, salió en libertad sin cargos, pues la justicia consideró que no había pruebas suficientes en su contra. No contento con haberse librado una vez, lo volvió a intentar la pasada noche. Le salió al encuentro y amenazó con matarla si volvía a denunciarle. La acorraló, insultó y intentó forzarla de nuevo hasta que la muchacha pudo zafarse propinándole un buen rodillazo en los testículos. Ella huyó del lugar y el tipo la persiguió. Cuando amanecía, extenuada y temerosa, divisó unas casitas bajas, separadas del camino por una muralla. Circundó ésta hasta el extremo más sombrío, moviéndose con sigilo y la astucia de una pantera. Trepó por ella y saltó al otro lado. Escuchó agazapada entre los muros de las viviendas. Lejanos, le llegaron ladridos de perros, que parecían enormes. Anduvo unos metros apartándose del lugar y adentrándose en un gran terreno vallado. Bordeó uno de los setos, perfectamente recortado, escondiéndose en un zaguán. Se sentía exhausta. Se acurrucó en las sombras y cerró los ojos. Los rayos solares y los lametones de un enorme bobtail, le sorprendieron horas después. Escudriñó la mansión y el terreno colindante. El perro seguía sus pasos mansamente. Intentó forzar alguna de las ventanas laterales de la planta baja de la casona, sin éxito. De pronto, se vio rodeada por un numeroso grupo de hombres armados muy bien dotados físicamente.

  - Dese la vuelta despacio. No intente ningún truco - tronó uno de ellos con voz poderosa -. Está rodeada. Un solo movimiento en falso y dispararemos.

  Obedeció porque la voz fue lo suficientemente rotunda como para comprender que no iba en broma.

  - No intentaba robar. Ayer sufrí un accidente y trataba de buscar ayuda.

  - ¡Silencio! Hable solo cuando se le pregunte.

  - Pero yo...

  - ¡Silencio! Mantenga las manos en alto y las piernas separadas.

  Acató la orden al instante, sintiéndose humillada.

 - ¡Diyarbakir XXI! - ordenó la voz, que parecía ser el jefe -. ¡Registre a la intrusa!

 Como un autómata el aludido abandonó el grupo y cumplió la orden.

  - ¡Limpia, Diyarbakir primero! - exclamó haciéndose a un lado.

  - ¡Identifíquese! - rugió el Diyarbakir primero.

  - Me llamo Karachi. Anoche sufrí un altercado y...

 - ¡Silencio! ¿No ha entendido que tiene que hablar únicamente cuando se le pregunte?

  Karachi apretó los labios y las lágrimas se deslizaron por su rostro.

  - Le he hecho una pregunta, ¿la ha entendido o  no la ha entendido?

  - Si - musitó.

 - Debe responder alto y claro. Diríjase a mi diciendo Diyarbakir I.

 - Si, Diyarbakir I, lo he entendido - respondió la intrusa, sin poder contener el llanto.

  - ¿Cómo ha llegado hasta el palacio de la república?

 Por primera vez Karachi paseó la mirada detenidamente por el edificio. Observó una bandera blanca con lunares de diferentes tamaños y colores, ondeando en lo alto de la fachada principal.

 - He pasado toda la noche huyendo de un hombre, un agresor. Me perdí. Poco después del amanecer divisé unas casas, salté el muro y dormité durante horas. Cuando ustedes me han descubierto, intentaba buscar ayuda.

 - ¿Paseaba o huía de alguien?

 - Huía, Diyarbakir I. Un tipo me acosó y me agredió. Anoche me persiguió durante horas pero logré esquivarle. 

 - ¡No me diga! - a Karachi le dio la impresión que el grupo de hombres se reían de su explicación, incluido el Diyarbakir primero -. ¿Me quiere hacer creer que huyó hacia lo desconocido hasta propasar la frontera de nuestro país? ¡No me haga reír!

 - ¿Otro país? ¿Qué está diciendo? - sintió desmayarse sin comprender.

 - Si su versión es cierta, aquí estará segura. ¡Diyarbakir VII! Acompañe a la señorita. Que le den comida y agua, que pueda asearse y que se cambie de ropa. Pediremos audiencia para que se reúna con el presidente.





3.

    Penton fue recibido en audiencia privada a la mañana siguiente de su llegada a Lantonafagrostinobakia. Pevek Podgorica le interrogó personalmente y él respondió omitiendo algunos detalles, exagerando otros y mintiendo sobre la mayoría. El presidente de la república era un tipo de unos sesenta años, de corta estatura y vientre prominente. Le dio la impresión de que no estaba en su sano juicio. "¿Qué sabrá del mundo este pobre hombre que gobierna un diminuto país aislado del resto de la humanidad?", pensó Penton. El sujeto le informó que la comunicación con los países vecinos era nula. La mente del nuevo ciudadano caviló con rapidez. "Será fácil sobornar a algún miembro de la policía y salir de este país de locos", se dijo, mientras el dignatario no cesaba de hablar, recostado en un brillante sillón de oro y tapizado en seda, similar a un trono barroco.

  - Nuestro país tiene 139,2 kilómetros cuadrados. Está rodeado de vascos por todas partes. Nos encontramos en Samarinda, la capital. Las otras dos ciudades importantes son Tampere y Osorno - se vanaglorió el presidente -. Usted podrá elegir entre varios trabajos y vivir en la ciudad que más le plazca.   Será muy feliz entre nosotros, se lo aseguro.

  - Veo muchas ventajas en este país... - comenzó a decir Penton, pero fue interrumpido por el presidente.

 - Sin lugar a dudas somos uno de los países más ricos y desarrollados del mundo.

  - Tal vez sea como dice. Sin embargo, al no tener relaciones con otras naciones, es difícil asegurar que...

  - ¿Pone usted en duda mis palabras? - el tono del hombrecillo era placido, sin embargo la mirada gélida, heló las entrañas del forastero.

 - En absoluto, señor presidente - contestó Penton,  tratando de evitar cualquier agravio contra el dignatario.

 - Aquí convivimos amigablemente exactamente cinco mil novecientos seis ciudadanos de todas las razas, credos y condición social y económica - continuó el presidente con orgullo -, y si usted desea quedarse con nosotros tendrá que cumplir algunos requisitos imprescindibles.

 - Entendí a mi llegada que una vez traspasada la frontera de Lantonafagrostinobakia, es imposible salir del país.

  - Así es, señor Penton. Aunque algunos de mis súbditos pienses que soy un dictador, no lo soy, se lo aseguro - el presidente recalcó las últimas palabras -. Pero en el supuesto que usted no quisiera quedarse...

  - No me queda muy claro este punto... Entiendo que si decido quedarme y... Pongamos por ejemplo, que pasados dos o tres meses no me encontrase satisfecho y por lo tanto, decidiese abandonar el país, ¿nadie me lo impediría? - tanteó Penton intrigado.

  - ¡En absoluto! Aunque he de decirle que no saldría del país tal como sería su deseo - añadió Podgorica con un brillo intenso en la mirada y una sonrisa sardónica.

  - No le entiendo.

  - Pues es bien sencillo, mi querido Penton. Supongo que usted está pensando en marcharse cuando le venga en gana. Eso sería... Digamos imposible - hizo una pequeña pausa -. Por decirlo de una manera sencilla, usted ha firmado un contrato conmigo. Desde su llegada a Lantonafagrostinobakia, depende enteramente de mi. Dicho de otra manera: usted está a mi servicio. Yo soy no solo su presidente, sino también el dueño de su vida. Debe saber también, que si su comportamiento no es el esperado, yo mismo ordenaré su salida del país, pero como vulgarmente se suele decir, lo haría con los pies por delante. ¿Le ha quedado claro?

  Penton palideció y se enderezó en el asiento, incapaz de pronunciar palabra. No estaba dispuesto a permanecer mucho tiempo en el territorio. Por el momento no tenía prisa. Lo más probable sería que la fulana que por segunda vez le provocó para hacerse luego la mojigata y aparentar ser la víctima, le hubiera denunciado en Tierras Alavesas. Por más que le buscaran, no darían con él. Lo más sensato sería dejar pasar el tiempo, para escapar pasados los meses, con la misma facilidad con  la que entró en el reducido país. 

  - ¿Le ha impactado algo de la charla que hemos mantenido? - inquirió el presidente divertido.

  - Estoy sorprendido, digámoslo de un modo suave, por la manera que tienen aquí de aumentar la población.

  - ¿Qué tienen aquí dice usted? Soy el único responsable. Soy el Presidente y dicto las normas. Los ciudadanos solo tienen que acatarlas para que la paz reine en el país. Es muy sencillo.

  - Por supuesto, señor presidente.

  - Si no tiene nada más que decir, puede retirarse, señor Penton.





4.

  - Este sujeto ha mentido - aseguró convencido el presidente, dirigiéndose a Horlivka, secretario de la república, una vez que el forastero abandonó el palacio -. Póngame inmediatamente con el Tuzla I.

  - A sus órdenes señor presidente - el Tuzla I se cuadró a pesar de no encontrarse en el gabinete presidencial.

  - Ordene a sus hombres que vigilen día y noche al nuevo ciudadano que acaba de abandonar el palacio. Se le ha asignado una vivienda en el número seis de la calle Rostock, colindante a la de Akron Kayseri, como bien sabes, amigo íntimo personal y muy vinculado a mi familia. Trabajará como mecánico de los vehículos oficiales de los Diyarbakir, pues asegura ser experto en la materia.

  - ¿Le ha asignado un puesto vinculado a su guardia personal? Con el debido respeto, señor presidente, ¿no le parece muy arriesgado?

 - En absoluto. Mi deseo es que sea vigilado por toda la guardia. Esconde algo y quiero descubrirlo cuanto antes -. Busca entre tus hombres alguien de tu entera confianza para que sea apoyo de Akron.

 - ¡Será como ha  ordenado, señor! - el Tuzla I cortó la comunicación telefónica, aprestándose  de inmediato a ejecutar las disposiciones de Pevek Podgorica.






5.

 Desde su llegada al extraño país Karachi amplió el círculo de amistades con bastante rapidez. Le ofrecieron atención, cuidados y sobre todo seguridad, lo que le reportó cierta tranquilidad y fama. Samara fue la primera persona que le proporcionó una habitación en su casa. Congeniaron desde el primer momento. Además restó importancia al hecho de tenerse que presentar ante el presidente de la república. 

  - Es un buen hombre - aseguró su nueva amiga - y si vienes en son de paz, te prestará toda la ayuda que reclames. Solo tendrás que cumplir estos mandamientos.

  Karachi leyó con detenimiento la hoja que le tendió su benefactora.

  1º-. Yo, Pevek Podgorica, seré tu Dios y me obedecerás en todo momento.

  2º-. Trabajarás de lunes a jueves. Descansarás y te divertirás durante viernes y sábado, el domingo acudirás a la plaza del palacio presidencial. Saldré al balcón y me vitorearás, alabarás mi nombre y me llevarás algún pequeño obsequio.

  3º-. No matarás, salvo el día de la fiesta nacional: 29 de junio. En dicha jornada, podrás cobrarte todas las injusticias que se hayan cometido en tu contra y en la de tu familia.

  4º-. Cometerás adulterio siempre que te plazca y con quien desees. Mi deseo es veros felices.

  5º-. Robarás cuanto desees de los demás y en caso de ser robado, no te tomarás la justicia por tu mano.

  - ¿Es broma? - sin esperar respuesta, prosiguió -: Tiene que ser broma.

  - No lo es - respondió su benefactora sin dejar de sonreír -. Aunque te parezca mentira, puedes hacer cualquier cosa de las que estás leyendo.

  - Cualquiera puede robar a su vecino, calumniar, quitarle la mujer o las hijas ¿y me quieres hacer creer que la gente se queda tan ancha?

  - Lo aconsejable es denunciarlo, por supuesto. Nuestra policía es muy resolutiva y encuentra al culpable en un alto porcentaje. Así se asegura su justo castigo. Solo puedes tomarte la justicia por tu cuenta el 29 de junio. Durante las veinticuatro horas de ese día, puedes cargarte a quien te apetezca sin tener que responder ante la justicia ni ante nadie por tus actos, porque únicamente ese día esta permitido matar.

 - ¡No me lo puedo creer! - exclamó Karachi entre estupefacta y divertida.

 - En Lantonafagrostinobakia existe muy poca delincuencia. Muchos de los ciudadanos son policías. Si se comete un acto delictivo y te pescan, cosa altamente probable, no habrá quien te salve.

  - Explícame con detalle ese punto - rogó Karachi interesada.

 - Por encima de todos está el cuerpo de los Diyarbakir. Son alrededor de trescientos tíos, mastodónticos y muy bien entrenados. Forman la guardia republicana. Protegen al presidente y a su familia, así como a todos los trabajadores de palacio. Son los que te encontraron. Tipos altos, fornidos y diestros con toda clase de armas. El segundo grupo está compuesto por la policía llamada de "a pie". Vigilan a los ciudadanos, incluidos a los Diyarbakir. Su misión es hacer cumplir las reglas o mandamientos de la república a rajatabla. Son los llamados Tuzla y lo forman unos mil quinientos miembros. El tercer grupo policial esta constituido por los Harbin y son los guardianes de los presos. Son apenas una veintena. Hay muy pocos presos.

  - ¿Qué ocurre con los ciudadanos que se apartan de la ley?

  - No son muchos los que se atreven a infringirla - continuó Samara mientras servía café en la terraza -. En Lantonafagrostinobakia, solo existe una pequeña prisión llamada "El Hotelito". Los presos cumplen una corta condena pero ninguno sale libre jamás. Tras permanecer unos dos o tres meses recluidos, pasan directamente al Korçë, que no es otra cosa que un río, donde sirven de alimento a un buen número de cocodrilos hambrientos.

  - ¡Me estás tomando el pelo! - interrumpió Karachi divertida, riendo a carcajadas -. ¿Cómo va a servir un ser humano de alimento a cocodrilos?

  - Por supuesto este último punto es ignorado por la mayoría de los ciudadanos - concluyó Samara sin inmutarse por la incredulidad de su nueva amiga -. Los ciudadanos están convencidos de que los prisioneros cumplen largas condenas.

  - Te lo has inventado todo. De lo contrario... ¿Tú por qué lo sabes? - indagó Karachi risueña.

  - Soy hija y hermana de Harbin.

  - ¿Lo dices en serio? ¡Vaya! No dejas de sorprenderme - musitó horrorizada.

  - No olvides que se trata de presos que han cometido algún delito - hizo una breve pausa para comerse una galleta y prosiguió con tranquilidad -. Otra cosa que debes de saber, es que cada ciudadano tiene asignado un día al año para visitar el palacio presidencial. Ese día ha de acudir muy bien engalanado, pues el presidente obsequia con una comida de gala a dicho ciudadano y a cambio, éste le entrega en mano los impuestos anuales, que por decreto ley, corresponden a un sexto de sus ganancias.

  - ¡Inaudito! - A Karachi le costaba asimilar toda aquella extraña información.

  - Cada familia tiene asignada una casa con un huerto en la parte trasera, donde pueden plantar hortalizas o frutales. Lo obtenido pueden venderlo o utilizarlo para sustento familiar. También pueden prescindir del huerto y plantar flores ornamentales. Cada cual es libre de hacer con el terreno lo que desee. No se paga ningún dinero en concepto de alquiler de vivienda. Todas las casas del país son propiedad de Podgorica. Las viviendas tienen el tamaño proporcional a los miembros que forman cada familia. A medida que van naciendo los hijos, el ciudadano lo da a conocer y si el presidente estima que necesita una casa mayor, se le otorga sin más.

 - Siendo todo gratuito, ¿cómo es posible que sea un país tan rico?

-  No es que sea todo gratis. Se paga con los impuestos anuales. 

-  Todo esto resulta muy surrealista. Alguien habrá que se tome la justicia por su cuenta y cometa algún crimen cualquier otro día del año - a Karachi le resultaba inverosímil lo narrado por Samara.

 - Muy rara vez. Ten en cuenta que hay un buen número de policías para salvaguardar el orden, no somos muchos habitantes y el país es minúsculo. 

 - Nunca había oído nada referente a este país y mucho menos a sus costumbres.

 - El presidente de la república nos tiene prohibido salir del país. 

 - Es una férrea dictadura.

 - Nosotros no lo vemos así.

 - Os han lavado el cerebro. Es muy valorable que no haya crímenes y que si los hay fuera del día señalado, no queden impunes pero corta la libertad de movimiento en todos los sentidos.

 - Al existir un único día al año en el que esté permitido cometer un asesinato, el índice de criminalidad es bastante bajo. Cierto es, que algunos años, la cifra de muertes violentas el 29 de junio es muy elevada pero ha habido algún año que no se ha cometido ninguno. ¿Qué dices entonces?

 - Es muy importante y estimable tu argumento, pero sigo pensando que carecéis de libertad - respondió Karachi con timidez.

 - Es una sociedad perfecta - matizó Samara con orgullo.

 - Pero, ¿no es cierto que en algunos ciudadanos se incrementa el odio hacia los demás?

 - La gente es muy lista. Los que deciden tener un comportamiento negativo en contra de algún inocente ciudadano, por lógica deciden realizarlo a partir del 30 de junio y como mucho durante el mes de julio, rara vez a partir de agosto. Esto tiene su lógica y es que la víctima, no podrá tomar la revancha hasta casi un año después y en más de un caso, la supuesta víctima, se queda sin premio porque el asaltante muere antes del 29 de junio del año siguiente, esto en el caso de que una vez hecha la denuncia, no sea apresado. Si lo cogen, le hacen pagar el delito con cárcel, que es lo que cada uno de nosotros desea que se haga con el malhechor.

 - Creo que no me gustará vivir en Lantonafagrostinobakia - confesó Karachi aturdida.





6.

 Karachi fue recibida en audiencia privada unas semanas después de su llegada. El presidente de la república le pareció cercano y muy buen conversador.

 - En Lantonafagrostinobakia las mujeres tienen ciertos privilegios - comenzó el presidente paseando a grandes zancadas a lo largo de la estancia -. Tengo referencias muy gratas sobre su persona y sé que se ha interesado en la tienda de cosmética natural que regenta Samara y que desde su llegada, reside en su casa.

 - Así es. Samara me acogió de muy buen grado y me auxilió en los primeros momentos. Estoy muy agradecida - Karachi no trató de disimular la sorpresa que le causaron las palabras del presidente -. En Tierras Alavesas regentaba un local parecido.

  - Pues si ese es su deseo, se lo concederé.

  - Se lo agradezco señor presidente - hizo intención de incorporarse de la cómoda butaca pero a la señal del mandatario de que tenía algo que añadir, volvió a acomodarse.

 - Solo una pregunta más. Me gustaría saber qué le trajo hasta nuestro país. Según tengo entendido, en su primera declaración argumentó que huía de un... - titubeó unos instantes buscando las palabras exactas - Individuo molesto, por decirlo suavemente.

  - Es cierto - Karachi se sintió mal al recordar el incidente. Resumió el asunto, argumentando que un tipo la asustó y se vio obligada a correr sin saber hacia dónde -. Se trataba de una noche cerrada, hui despavorida y llegué hasta aquí.

  Podgorica escuchó con atención y sonrió plácido al comprender que la llegada de otro sujeto en la noche de la fiesta nacional, podía estar relacionada con la muchacha. Razón de más para tenerlo bien vigilado.

  - Aquí no tiene nada que temer. Nuestro país es tranquilo y la gente vive feliz. En caso de que, por alguna razón poco probable, se cruzase con su enemigo, debe saber que lo puede denunciar si lo desea o incluso, cumplir su venganza - parecía escucharse al hablar y se mostraba orgulloso de su discurso -. Pero para ello ya sabe que tendrá que esperar hasta el próximo 29 de junio.

  La joven abandonó el palacio desalentada. Las últimas palabras del presidente le confirmaron la corazonada de que el fulano también estuviera refugiado en el país. Esto hizo aumentar su temor, ya que el territorio era demasiado pequeño y cabía la posibilidad de que sus destinos volvieran a coincidir en cualquier momento.





7.

  En Lantonafagrostinobakia no existía forma de comunicarse con el exterior. En el caso de Penton este hecho tenía un doble significado, tanto positivo como negativo. Lo bueno era que en Tierras Alavesas, le buscarían sin éxito y la parte negativa, que se sentía vigilado constantemente. Tenía la impresión de que varios ojos estaban puestos en él, seguían sus movimientos y tenía la vaga impresión de ser escuchado en todas sus conversaciones. Lo  que a su llegada le pareció un golpe de suerte, ahora parecía volverse en su contra cada día. Durante las primeras jornadas en aquel país de locos, pensó que podría disfrutar de la compañía de infinidad de mujeres, sin que nadie pudiera rechistar. Las tomaría por la fuerza, sin que ellas pudieran poner resistencia y ante las narices de padres, novios o maridos. Pero a  medida que pasaban los días y con la sensación de tener muchos ojos pegados a su cogote, esta postura se le presentaba casi imposible. Del mismo modo, la supuesta fuga, se le antojó tarea ardua y complicada. Sin embargo no desistía en el empeño, ensayando diferentes métodos para poder llevar a cabo su plan. Pese a todo, se sentía relativamente tranquilo y satisfecho con su suerte.

  Con el salvoconducto de hacer lo que le diera la gana se apropió del fabuloso coche de su vecino Akron, un Ford Fairlane descapotable de 1960, impecablemente cuidado y con un motor que rugía perfectamente. Akron, obedeciendo a los mandamientos de Podgorica se limitó a adquirir otro vehículo de segunda mano. Todas las tardes, cuando Penton regresaba del trabajo, le sorprendía en el patio trasero e intentaba, siempre con buenas palabras y altas dosis de buena educación, que le devolviera el vehículo.

  - Buenas noches, vecino Penton - saludó con su cortesía habitual en el atardecer del trigésimo sexto día tras el robo del vehículo ante sus propias narices.

  - No me fastidie, Akron - refunfuñó el ladrón de malas maneras.

  - Si dispone de un momento...

  - En realidad no tengo tiempo para escuchar sus memeces. Le he dicho mil veces que no tengo intención de devolverle su viejo cacharro.

  - Eso mismo quería puntualizar - agregó el vecino, rozando el brazo de Penton con suavidad pero no falto de carácter -. Es bastante viejo...

  - Le doy toda la razón, es un cascajo. Para su conocimiento, he de decirle, que me ha dejado tirado dos veces esta semana - mintió sintiendo regocijo ante la sorpresa del viejo Akron -. He llegado a pensar que tal vez usted lo haya manipulado adrede y podría incluso denunciarle. ¿Qué le parece la idea?

  - ¿Cómo puede pensar eso de mí? ¡No señor! ¡Ni se me ha pasado por la mente semejante mala idea! Sabe usted que por decreto ley está terminantemente prohibido tomar represalias y...

  - Verá usted, creo que se me ha ocurrido un proyecto genial para solucionar el problema.

  - Usted dirá - se animó Akron visiblemente esperanzado.

  - Si continua empeñándose en darme el coñazo todas las tardes, si vuelve a mencionar tan solo una vez más algo referente a que le devuelva el Fairlane, no me quedará mas remedio que denunciarle ante los Tuzla, alegando extorsión.

  - ¡Penton! - Akron le observó horrorizado -. ¿Sería usted capaz de hacer algo tan despreciable? No tiene motivos para...

  - Motivos me sobran. Solo con asegurar que ha manipulado la tarila, sería encarcelado y me libraría de su cansina presencia para siempre.

  - ¡Caramba! Tal vez no sepa, señor Penton, que la mentira también está penada por la ley. ¿Cree de verdad que si hubiera manipulado mi viejo trasto intentaría cada tarde convencerle por las buenas para que me lo devolviera?

  - ¡Si señor! ¡Lo creo! - respondió Penton que jamás sospechó que el buenazo de Akron almacenara ni una sola idea malévola en la cabeza -. En este país de tarados creo que es posible cualquier cosa.

  Avanzó por el camino de gravilla y dando un portazo se libró del vecino.





8.

  Habían pasado ocho meses desde la llegada de Karachi a la república lantonafagrostinobakiana. El incidente que la llevó hasta el extraño país, permanecía inalterable en su memoria. Intentaba por todos los medios arrinconarlo en lo más profundo de su mente sin éxito. Por otro lado, las ventas en Onitsha, nombre de la tienda que regentaba junto a Samara habían crecido considerablemente y este hecho le  mantenía relajada y había conseguido alcanzar una gratificante tranquilidad. Debido a su carácter alegre y extrovertido, pronto hizo buenos amigos. Rodearse de buena gente, contribuyó a que la sensación de miedo abandonará su cuerpo y su mente. Ferganá, la esposa del presidente, y sus dos hijas, frecuentaban el local y las cinco establecieron fuertes lazos de amistad. 

  Dayton era un joven de la guardia Tuzla, buen amigo de Samara. Con frecuencia visitaba la tienda y desde que Karachi llegó al país, incrementó las visitas. Más tarde llegaron las invitaciones al cine, a un café, meriendas en el campo, a bailar y a su casa. Karachi reconocía las innumerables virtudes del apuesto admirador. Le gustaba mucho, sentía mariposas en el estómago cuando compartía las horas con él pero el resentimiento acumulado en su interior debido a las agresiones sufridas, frenaba las apetencias hacia los requiebros repetidos de Dayton. Así las cosas, una soleada y fría mañana de finales de invierno, recibió una notificación, requiriendo su presencia en audiencia privada ante Podgorica.

  - ¿En qué lío te has metido? - su socia esperó una respuesta tras la lectura de la citación que la asustada Karachi le presentó al llegar a la tienda.

  - Un Tuzla me ha abordado en la puerta del almacén, cuando me disponía a entregar los albaranes de los pedidos a Agadir. Por más vueltas que le doy, no consigo encontrarle sentido.

  - Querida amiga, nadie es citado en presencia de Podgorica, fuera de los días asignados por la ley para cada uno de nosotros, si se han cumplido los deberes ciudadanos como manda la ley.

  - He cumplido a rajatabla las ordenanzas republicanas. Tú me conoces. Vivimos y trabajamos juntas. Pasamos prácticamente todo el día juntas...

  - Sé que no has hecho nada malo - consoló Samara intentando darle ánimos.

  - Tal vez sea una confusión - aventuró Karachi al borde de las lágrimas.

  - ¿Una confusión? ¡Ni te atrevas a pensarlo! Será mejor que no te oiga nadie. Querida mía, nuestro presidente jamás se confunde. Bien podría tratarse de una denuncia - añadió entornando los ojos.

  - ¡No puede ser! Tengo muchos amigos. Me siento querida. Soy feliz. ¿Quién sería capaz de calumniarme?

  - Eres muy buena persona, lo sé. Pero también conozco a muchos envidiosos.

  - ¿No crees que si se tratase de una denuncia, me hubieran detenido en el acto? Dayton suele decir que lo hacen así.

  - En ocasiones, el presidente realiza un llamamiento personal. Esto es en casos de honrados ciudadanos, como es éste tuyo.

  - Como es el mío - susurró Karachi entristecida y nerviosa.

  - Mañana cerraremos la tienda. Te acompañaré. No dejaré que pases este trance tu sola.

  - Será mejor no cerrar. De momento, cuanta menos gente lo sepa, mejor. No puede ser nada importante, estoy convencida de ello.

  - Será como dices  - abrazó a su amiga y la acunó como si fuera un bebé desvalido -. Seguro que en un par de horas, estás de vuelta.

  - Telefonearé a Dayton. Tal vez sepa algo.

  - No, no es buena idea. 

  Karachi lanzó una mirada interrogante.

  - Puede que nos hayan pinchado los teléfonos. Debemos ponernos en lo peor. Mejor le llamas a mediodía desde el café de Thira. Tal vez se trate de algo realmente serio y no te dejen volver a casa.

  - ¡Samara! ¡No he hecho nada malo! - clamó llena de desesperanza -. No me asustes más de lo que estoy. Hablaré con Dayton ahora mismo. No tengo nada que esconder.

  - Debes pensar bien todos tus movimientos a partir de ahora. Si estás completamente segura de que Dayton te puede ayudar, hazlo.

 - Lo estoy - le aseguró poco convencida de la decisión precipitada que acababa de tomar.

   Pero le fue imposible localizar a Dayton a lo largo del día.





9.

  A la mañana siguiente se vistió con sus mejores galas sin pretender mostrar ostentación. Siguiendo el guion, previamente elaborado por Samara, se presentó a la hora acordada en palacio. Avanzó por los interminables pasillos, hundiendo los finos tacones en las mullidas alfombras, siguiendo los pasos de un miembro de la guardia Diyarbakir. Cuando llegaron a la puerta del despacho presidencial, éste la abrió y sin dirigirle la mirada, se hizo a un lado, indicándole que podía acceder al interior. Tras la mesa octogonal, el presidente se veía majestuoso, con el semblante adusto, la prominente barbilla altiva y la mirada recia. Karachi entró en la estancia vacilante y apesadumbrada.

  - Me presento humildemente, señor Pevek Podgorica. Soy Karachi Faial, su humilde servidora - un susurro apenas audible denotaba el aturdimiento de la atemorizada joven, mientras se mantenía en postura reverencial y la mirada clavada en el brillante suelo de mármol.

  - Mi querida ciudadana, levántese - ordenó con tono poderoso Podgorica -. Olvidémonos del tonto protocolo. Acompañadme al jardín. Es un día hermoso para disfrutar al aire libre.

  Karachi, perpleja, rozó levemente el brazo que Podgorica le tendió. 

  - Noto que estás temblorosa. Tu paso no es firme. ¿Qué ocurre? - alzó las cejas en señal de asombro pero continuó con su cháchara sin esperar respuesta -: Tengo entendido que un muchacho de la guardia Tuzla anda enamoriscado de ti. Sin embargo tú le rechazas una y otra vez - hizo una pausa, observando con detenimiento a la joven, que pareció relajarse.

  - ¡Se trata de eso! - se atrevió a interrumpir Karachi aliviada.

- ¡Mi querida chiquilla! ¿Qué habías pensado? - una vez más continuó hablando sin dar opción de respuesta -. Según tengo entendido, tu comportamiento en Samarinda es ejemplar. Mis fuentes de información aseguran que los lantonafagrostinobakianos tienen muy buena opinión de ti.

  Karachi sonrió abiertamente, mostrando alivio.

 - Aunque te he citado principalmente por requerimiento de este joven, hay otra cosa que... - trató de buscar las palabras exactas -. Me ronda por la cabeza un tema que me gustaría que me aclarases, porque he llegado a pensar que tal vez sea precisamente ese otro asunto, la razón por la que una y otra vez rechazas a Dayton, que dicho sea de paso, es como un hijo para mi. Su padre fue mi mano derecha desde el momento de mi nombramiento como presidente de la nación. Comprenderás que todo lo bueno o malo que le suceda a ese muchacho, me repercute directamente.

  - Dayton es... - se bloqueó buscando algo original, aunque solo pudo añadir lo más socorrido -, es... Me parece un hombre encantador. Estoy convencida de que cualquier mujer se sentiría inmensamente feliz de compartir la vida con él.

  - ¡Pura palabrería! - Pevek trasmitió indignación.

  - Mis palabras salen del corazón, créame.

  - ¿Del corazón? No tengo más remedio que poner ciertas objeciones a tu fina verborrea. A estas tonterías recurrís las mujeres cuando pretendéis quitaros de medio a un tipo molesto. Si le hubieras largado: "Eres genial pero no te aguanto", sería menos bonito pero más sincero. ¿No crees? - el presidente sonrió socarronamente.

  - No pretendo quedar bien, ni ante usted ni ante nadie. Dayton es una persona excelente y...

  - Y siempre lo será - entonó Pevek con el semblante crispado -. ¿Cuál es entonces el problema?

  - El problema soy yo.

  - Otra frase hecha para estas ocasiones - Podgorica frunció el ceño e hizo un gesto extraño con los labios, que no llegó a ser una sonrisa.

  - El problema soy yo - repitió Karachi con el aplomo y la seguridad recién despertados de un letargo agónico y contenido.

  - Dayton  está desesperado - argumentó el presidente, acariciando las hortensias sin dejar de pasear -. Opino que el muchacho es un tonto romántico, eso por descontado, pero se me parte el alma viéndole sufrir. Creo además, que el mal de amores repercute negativamente en el trabajo y no me puedo permitir que ni uno solo de los hombres de mi servicio, no rinda al cien por cien. Por otra parte, corren rumores de que te gusta, como lo diría... ¿Juguetear en otras camas?

  - ¿Qué dice usted? ¿No habrá creído que...? - Karachi no pudo evitar que se le arrasaran los ojos -. ¡Es una infamia!

  - Querida, ni creo ni descreo. Siento  verdadero cariño por Dayton y pretendo su felicidad. Nada más.

  - Se me acusa de una vileza tal que ni en la imaginación me permito - se defendió la joven. Intentó serenarse y más tranquila, añadió -: Es otro problema el que me impide demostrar el amor que siento por Dayton.

 - ¡Vaya, vaya! Parece que nos vamos a entender - exclamó Podgorica frenando en seco su andadura -. Adelante, cuéntame ese secretillo.

  - Lo que dicen los rumores no tiene razón de ser. No tengo porque dar más explicaciones - Karachi pareció repentinamente liberada y tranquila.

 - No, querida, en Lantonafagrostinobakia, las cosas no funcionan como los ciudadanos quieren. Vivir en el paraíso, tiene un precio - el presidente sonrió ladinamente.

  - Soy libre para guardar mi vida privada...

  - ¡No! - interrumpió Podgorica enérgicamente -. Los ciudadanos de esta república sois felices... Si yo quiero que lo seáis. Además, me pertenecéis. No lo olvides nunca.

  - No tengo nada que decir.

 - Tienes dos opciones - Pevek adoptó el tono mesurado y volvió a su lento caminar. Sonrió esgrimiendo  confianza -: O me cuentas ese secretillo, que no me cabe la menor duda,  que te trajo hasta este país y solucionamos el asunto con Dayton o serás encarcelada de inmediato.

 - No soy culpable de nada - protestó Karachi, sintiendo que el ánimo y las esperanzas de llevar una vida tranquila, le abandonaban.

 - Has rechazado a uno de mis hombres. Uno de los mejores Tuzla. Le has apartado fríamente de tu vida en repetidas ocasiones. Es más que suficiente para que te pudras en "El  Hotelito". Firmaré la sentencia en cuarenta y ocho horas - a un gesto prácticamente inapreciable, dos Diyarbakir se apresuraron a despedir a Karachi.

 - Creedme cuando digo que necesito quitarme este lastre de encima, pero por el momento me es imposible. Mis sentimientos hacia Dayton son los mismos que los que me profesa él pero hoy por hoy no puedo corresponderle.

 - ¿Tratas de decir que no soy la persona más indicada para desvelar tu secreto, aún siendo el presidente del país? - levantó la mano, evitando ser interrumpido -. Tengo entendido que Ferganá frecuenta tu tienda. Que sois buenas amigas. En definitiva, estoy convencido de que te sincerarás mejor con ella.

 - Me resultaría mucho menos doloroso - concedió Karachi, aliviada por la alternativa que se le ofrecía.





10.

  - Buenos días - saludó fríamente Akron a  su desagradable vecino. Desde que fuera amenazado, rehusaba toparse con él pero seguía espiando todos sus movimientos.

 - Si le parecen buenos... Diría que hasta que usted apareció eran extraordinarios, ahora ya, no lo son tanto - sentenció Penton con retintín.

  - Un día precioso, ¿no cree? - Penton hizo intención de seguir caminando pero Akron continuó con la charla -. Hay un revuelo tremendo en torno al palacio. Dicen que uno de los Tuzla de confianza del presidente  contraerá matrimonio próximamente.

 - ¿Si? ¡No me diga! ¡Qué notición!

 - Todo Lantonafagrostinobakia disfrutará del enlace. El presidente nos beneficiará con una importante diezma en los impuestos. Eso le hará ilusión. Es muy buena noticia, ¿no le parece?

 - ¡Cojonuda! 

 - He oído que la afortunada no es de aquí. Es una chica muy mona que, junto con una amiga, regenta la tienda de cosmética natural. ¿La conoce usted?

 - No, creo que no - contestó al tiempo que intentó alcanzar la verja pero Akron le cortó el paso.

 - Yo la conozco personalmente. Es una chica encantadora. Su socia si es lantonafagrostinobakiana - argumentó con cierto orgullo -. Muy mona también. Honradas ambas y... No sé de qué estaba hablando.

 - Decía algo de  chicas monas. Es usted un viejo verde - acusó Penton, propinando un empujón al vecino, que le hizo tambalearse.

  - No señor. Viejo verde no soy. A mi como a cualquier hombre, me gusta admirar lo bonito de la vida y estas chicas, le aseguro que son muy bonitas. ¿No le gustan a usted las mujeres?

  - ¡Claro que me gustan! ¿Por quién me ha tomado?

  - ¡Ya recuerdo lo que iba a decir sobre las chicas de la tienda! Ellas mismas elaboran los potingues: cremas, colonias, jabones... ¡Una maravilla!, se lo aseguro. Probé en una ocasión una espuma de afeitar que...

  - Me importa un bledo lo que usted pruebe o deje de probar. No es más que un viejo chocho empeñado en hacerme la vida imposible.

  - Su fama crece día a día - prosiguió Akron desoyendo los fatuos comentarios de su agrio vecino -. También venden los productos en Tampere y Osorno.

  - ¡Qué interesante! - añadió Penton mostrando aburrimiento.

  - Muy interesante, ya lo creo - añadió el viejo entusiasmado -. Y todavía hay más: Ferganá, la esposa del presidente es clienta habitual y se han hecho muy amigas. 

  - Es usted un cotilla. Déjeme pasar de una vez - Penton propinó tal empujón que el vecino tuvo que aferrarse fuertemente a la verja para no caer.

  - Algunos Tuzla también frecuentan la tienda. Se dice que la muchacha conoció a su novio por sus visitas frecuentes. ¿No le parece romántico?

  - Me parece una solemne estupidez. Déjeme en paz de una vez. No soporto sus chismorreos.

  - Pues a mi me parece una historia singular - Akron bloqueó el camino del vecino -. Resulta apasionante que un Tuzla, mano derecha del presidente, según  dicen, se haya enamorado de una muchacha que como usted no es lantonafagrostinobakiana.

  - ¡Váyase con sus habladurías de vieja urraca a la mierda!

  - En realidad quería hablarle de otro asunto, Penton - propuso el hombrecillo, entornando los ojillos chispeantes.

  - No me interesa. Sabe perfectamente que no le devolveré el coche -  contestó el otro, una vez de traspasar la verja y encaminarse hacia la entrada de la casa.

  - No es del coche de lo que quiero hablarle.

 - Creo que no lo ha comprendido. Vamos a ver, ponga atención. No me in-te-re-sa. 

 - Yo creo que sí - la voz de Akron sonó cercana a la espalda de Penton, casi sibilina -. Solo le robaré unos minutos, se lo aseguro.

  - El caso es que no tengo ni medio minuto más para dedicárselo a usted - Penton siguió caminando.

  - No sé si sabrá que esa chica, la de la tienda de cosmética natural, llegó a Samarinda la misma noche que usted - Akron se regocijó ante la brusca parada del vecino -. Sé de buena tinta, que huía de un fulano que la agredió sexualmente fuera de nuestras fronteras y llevo tiempo preguntándome quién será ese tipo. Con lo del asunto de la boda, todo esto saldrá a la luz.

  Penton clavó los pies en el umbral de su casa, apretando el pomo de la puerta como si fuera de goma y lo pudiera doblar a su antojo. Se giró y por primera vez en mucho tiempo, clavó su gélida mirada en el pequeño hombrecillo, que a su vez le observaba, esgrimiendo la sonrisa del triunfador.

  - ¿Qué está insinuando usted?

  - He hecho indagaciones, por orden directa del presidente, no vaya a pensar que no tengo otro quehacer y que me dedico a chismorrear por ahí a mi antojo.

  - ¿Qué clase de indagaciones?

  - He llegado a la conclusión de que el fulano que agredió a la muchacha es usted.

  - Usted es un difamador. Pero se arrepentirá de haberse cruzado en mi camino. Le denunciaré y será encarcelado de inmediato. Aunque debería estar encerrado en el psiquiátrico con camisa de fuerza.

  - No se atreva a amenazarme. Le aseguro que no se conduce por buen camino. Le he contado lo de la chica de la tienda porque...

  - ¡Por lo que más quiera, Akron! ¡Olvídeme! - Penton estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.

  - He pensado que podíamos llegar a un acuerdo - continuó el viejo sin inmutarse.





11.

  - ¡Samara! - exclamó Karachi con la preocupación reflejada en el semblante - la república no tiene nada en mi contra pero me siento muy desgraciada.

  - ¿Qué dices? Es una maravillosa noticia.

 - Estoy obligada a contar mi secreto, de lo  contrario, seré encarcelada.  Tendré que confesarme ante Ferganá, que aunque me da mucha confianza, no me atrae la idea.

  - Es buena noticia. Conoces a Ferganá. Es una mujer dulce y comprensiva - hizo una pausa antes de interesarse -: Lo que no entiendo es la razón de que tengas que contar algo que mantienes en secreto desde tu llegada.

  - El padre de Dayton era la mano derecha de Pevek y le profesa gran cariño a toda su familia. Hay algo más. Me temo que no conoces las leyes de tu país al completo o no has querido advertirme de ello. Tal vez con tu mejor intención, no hayas querido desilusionarme...

  - ¿A qué te refieres? - interceptó Samara recelosa.

 - El presidente acepta que me case con Dayton, no se opondrá aunque no sea oriunda de Lantonafagrostinobakia...

  - ¡Estupendo! ¿Dónde está el problema?

  - Deja de interrumpirme. Estoy desolada. Todas las mujeres del país tienen que llegar vírgenes al matrimonio. ¿Por qué no me lo dijiste? Según Pevek, así ha sido desde las generaciones más remotas. Si lo hubiera sabido antes, no hubiera hecho caso a los requiebros de  Dayton. Después de toda mi lucha interna, seré encarcelada.

  - No seas tan dura contigo misma. Un cerdo te violó.

  - Será mi palabra contra la de nadie.

 - Buscaremos una buena abogada. Alguien tiene que ayudarte. No puedes ir a la cárcel siendo la víctima. Además hay algo que no me cuadra en esta historia.

  Karachi no comprendió.

  - ¿Crees que Podgorica tiene idea de lo que te pasó?

  - ¿Cómo iba a tenerla?

  - Es la primera vez que oigo lo de la virginidad. Tal vez Dayton sospeche algo raro. Cabe la posibilidad que él mismo o alguna otra persona le haya ido con el cuento a Pevek y éste, para ver tu reacción, te haya largado, digamos, esa pequeña mentira.

  - No entiendo dónde quieres ir a parar. A Dayton no le he mencionado el asunto nunca. Es imposible que sepa algo.

  - Verás, si la historia de la virginidad fuera cierta, Dayton lo sabría. Y sobre todo la conoceríamos las ciudadanas, nos atañe a nosotras más que a nadie. Es cierto que somos un país bastante peculiar pero nadie se atrevería a decir que estamos anclados en siglos atrás. ¿Me sigues?

  - No del todo.

  - Si eso fuera cierto, Dayton, que es un hombre íntegro y que te ama con locura, no hubiera intentado nada más allá de un casto beso, ¿no lo crees?

  - ¡Es cierto! - Karachi sonrió con alivio - ¿Crees que Dayton le sugirió a Podgorica que se inventara algo para hacerme confesar?

  - Estoy completamente segura de ello.

  - Pero no puedo estar segura. Necesito salir.

  - Daremos un paseo hasta el río - ofreció Samara.

  - ¡No lo entiendes! Trato de decir que tengo que salir del país esta misma noche.

 - ¿Estás loca? Sabes de sobra que Samarinda está tapiada. Es imposible atravesar las fronteras por cualquiera de las tres  ciudades hacia el exterior. Los guardias disparan antes de preguntar.

  - Tú podrías despistar a los Tuzla.

  - Es imposible abandonar el país. Te electrocutarías solo con rozar la alambrada de la muralla - Samara le observaba muy asustada -. Olvídalo.

  - No puede ser tan peligroso como dices. Para entrar lo tuve muy fácil. Ni siquiera sufrí una leve descarga.

 - No funciona igual, amiga. La alambrada de salida es electrocutante, te lo aseguro. Muchos lo han intentado.

  - Tienes que ayudarme. Utilizaré el salvoconducto que poseo para moverme por Osorio y Tampere. Tengo que buscar una salida como sea y luego dar con el fulano que me violó.

  - Lo dices como si fuera tan fácil. Vete a saber dónde para ese tipo. ¿Te crees que te está esperando a la vuelta de una esquina? Y en caso de encontrarlo, ¿qué piensas hacer?

  - Matarlo, no me queda otra opción. Ya he comprobado que la justicia le ampara más al delincuente que a mi.

  - ¡No digas tonterías!

  - No puedo con esto, Samara. Voy a volverme loca - se dejo caer junto a su amiga y buscó refugio entre sus brazos.

  - Míralo por el lado bueno. Ese cerdo te trajo hasta aquí. Has podido rehacer tu vida, eres feliz, te has enamorado. Mas pronto que tarde, demostrarás tu inocencia y cuando se sepa lo sucedido, Pevek tomará cartas en el asunto y el fulano, se esconda donde se esconda, será detenido y  pagará por su maldad.

  - No tengo tiempo.

  - Tienes la razón de tu lado. Lo más fácil y honesto será que confíes en Ferganá. Ella será tu baluarte de salvación.





12.

 A menudo Penton solía pasear por los aledaños de  Lantonafagrostinobakia. El país era tan pequeño que se podía recorrer tranquilamente en pocas horas en coche. En estos paseos, buscaba la manera de poder escapar. Para disimular, solía entrar en algunos comercios, con la idea de buscar algún posible compinche. Así descubrió el paradero de la fulana que le denunció y que forzó su entrada en el país. Se llevó una gran alegría, aunque esta pequeña felicidad fue efímera, ya que la muchacha  siempre estaba acompañada de un bobtail de gran tamaño que la seguía a todas partes. Aunque sería difícil pillarla sola, estaba convencido de que en algún momento tendría la oportunidad de volver a poseerla. El animal parecía bastante manso, respondía al nombre de Dingli y era propiedad de la socia de la fulana. Fue la casualidad la que propicio este descubrimiento en uno de sus paseos. A partir de ese momento, merodeó por los alrededores con frecuencia, teniendo la precaución de no ser visto. Así descubrió que uno de los Tuzla, mano derecha del presidente contraería matrimonio con la chica en breve. Esto lo supo unos días antes de que Akron le fuera con el runrún. Se sonrió a sí mismo, pues en la nueva circunstancia vio la posibilidad de que la guardia se relajase y le sería medianamente fácil escapar.

 




13.

  - No he pegado ojo en toda la noche. Me duele la cabeza como si una apisonadora me taladrase el cerebro - anunció Karachi en la mañana del jueves en que tenía que entrevistarse con Ferganá.

  - Deberías haber hablado antes con Dayton. Si realmente te ama, no le importará asumir tu pena.

  - Sabes que me han prohibido verle hasta que no confiese.

- Siempre hay otra alternativa - aseguró Samara.   

- ¿Cómo demostrar mi inocencia? Existe la posibilidad de que piensen que trato de inspirar lástima para conseguir casarme. ¿Cómo demostrar que lo que digo es la verdad?

  - Tranquilízate. Estoy segura que Ferganá te lo hará más fácil de lo que crees.

  - Si lo de Ferganá no funciona, tengo que intentar la huida. Prefiero morir intentándolo que pasar el tiempo en una fría celda y después pasar a ser menú de cocodrilos.

  - ¿Has oído lo que te he dicho? - Samara dio un golpe en la mesa para hacer reaccionar a su amiga -. Todo irá bien. Debes confiar en ti misma.

 - Amo a Dayton pero cada vez que intenta algo más que besarme, se me representa la cara del agresor. Aunque cuente mi historia y sea creída, imagínate que no puedo volver a sentir como mujer, a pesar de que todo esté de mi lado. 

  - ¿Quieres escucharme? - zarandeó a Karachi sujetándola con fuerza por los hombros -. Tu agresor te ha hecho un gran favor, aun sin pretenderlo.

  - ¿No me digas? - preguntó con ironía -. ¿Quieres decir que debería lanzar un bando invitándole a la boda?

 - Hablo en serio. De no haberte topado con él aquella maldita noche, no hubieras conocido a Dayton.

 - Estoy aterrada - confesó Karachi, sorbiendo el café humeante ofrecido por Thira, la dueña de la cafetería más próxima a la tienda.

  - Todo será favorable a ti - aseguró Samara, mientras Thira se unió al abrazo. 

  Apenas pasaban unos minutos de las nueve de la mañana, cuando la campanilla de la puerta les dio aviso de lo que se avecinaba.

 - Karachi Faial, debe acompañarnos al palacio presidencial - anunció un Tuzla, cuando Karachi en persona abrió la puerta -. No tema. Nosotros la escoltaremos hasta el palacio presidencial. Necesita dos testigos de su confianza.

 - Nosotras somos los testigos - anunció Thira con orgullo, señalándose a sí misma y a Samara.

  - La tienda no puede cerrarse. Tenemos muchos pedidos y nuestros clientes... - Karachi habló atropelladamente, sin terminar de pronunciar bien las palabras.

 - No te preocupes ahora de eso, lo importante eres tú. Me he ocupado de todo - tranquilizó su socia.

  - Pero...

 - Nada de peros. Asmara y Yalusa se encargarán del negocio. Lo hacen de maravilla, bien lo sabes. Agadir se ocupará del almacén y los pedidos, como siempre. Todos te adoran y te apoyan.

 - Debemos salir ya - interrumpió el Tuzla.

 - Estamos listas - aclamaron las amigas de Karachi. asiéndola cada una de un brazo.





14.

  - ¡Vaya al grano! No tengo todo el día - Penton se mostró ceñudo ante la insistencia de Akron.

  - Intentaré ser todo lo breve que me sea posible - Akron hizo una pausa para aclararse la voz -. Creo que usted ya sabe que esa chica reside en Samarinda y...

  - No tengo ni idea de quién es esa chica - suspiró el vecino iracundo mostrándose molesto.

  - Ahora se dirige a Palacio para contar la verdad, es decir, la verdadera historia de su llegada a Lantonafagrostinobakia. Le acompañan su socia y una vecina, que la adora como si fuera la hija que nunca tuvo y las escoltan una docena de Tuzla.

  - Al grano, Akron, al grano - interceptó Penton, irritado.

  - Perdóneme. En ocasiones me es difícil concretar los pensamientos y darles la forma correcta. Tiendo a excederme más de lo necesario pero...

  - ¿Quiere decirme de una puñetera vez lo que pretende?

  - Tengo la certeza, de  que usted es el agresor de esa dulce criatura que nos ha encandilado a todos. Si usted no hubiera estado implicado en el asunto, me habría mandado a paseo como hace habitualmente. Sin embargo, ha querido escuchar mis argumentos...

  - ¡No lo soporto más! - vociferó el aludido -. Es usted infumable.

  - Todavía está aquí y pretende averiguar qué es exactamente lo que sé de usted...

 - No se pase de listo o se las verá conmigo - Penton se abalanzó contra Akron y sujetándole por las solapas de la americana, le amenazó, bloqueándole los movimientos.

 - No se impaciente, Penton. Piense que en la cárcel tendrá mucho tiempo para meditar sus actos y en su arrepentimiento. He pensado, que si confiesa antes de que la muchacha hable... Yo pediría clemencia para usted. Cierto es que desde su llegada, ha habido innumerables quejas sobre su persona, pero todo puede controlarse. Tengo cierto poder, no vaya a creer usted que soy un don nadie. Hay donde me ve, fui un alto cargo de los Tuzla, muy vinculado al presidente, aunque ahora ya estoy jubilado, bien podría interceder sobre usted ante el presidente.

 - ¡No me haga reír! ¿Pretende que confiese algo que se imagina usted que en algún momento le he hecho a esa chica? ¡No sé de qué me habla! - Penton tanteó la posibilidad de que el viejo se estuviera echando un farol. Conocía bien a la mosquita muerta, calientapollas e intuía que sería incapaz de ir largando por ahí, lo ocurrido en Tierras Alavesas en el pasado. Siempre se defendería aludiendo que sus encuentros fueron consentidos. Definitivamente, el viejo se estaba echando un farol.

  - Tengo pruebas - las palabras de Akron sonaron como un bombazo -. Esa chica y usted llegaron la misma madrugada a Lantonafagrostinobakia.

  - El hecho de llegar al mismo tiempo no me hace culpable de nada. No es usted más que un viejo charlatán al que le gusta joder a los demás. Si esa fulana y yo llegamos a la vez, aquí y en cualquier otro lugar, se llama casualidad.

  - Le aseguro que si cuento todo lo que de usted he averiguado, nadie podrá salvarle - aventuró Akron.

  - Sugiere que debo confesar algo que no he hecho. Y dígame, ¿ha pensado usted en esa confesión o también tengo que inventarla yo? - Penton creyó percibir una nota de maldad en la mirada de Akron.

  - De nada le valdrá intentar zafarse - hizo una breve pausa y sonrió, antes de seguir con los argumentos -: Soy muy observador, he tenido que serlo en el trabajo. Ahora me complace distraerme observando la vida de los ciudadanos. Samarinda es muy pequeño, señor Penton y a poco interés que ponga uno, se acaba enterando de todo.

  Penton agarró con fuerza al viejo por el brazo. Le condujo casi a rastras hasta el patio trasero. Akron andaba a trompicones, forzado por la violencia del vecino. Éste, seguro de que nadie les observaba, preguntó con voz crispada:

  - ¿Qué es exactamente lo que usted sabe?

 - Que no es más que un simple mamarracho sin escrúpulos, un sinvergüenza de tres al cuarto y un chulo indecente.

 - ¡Vaya, señor Akron! ¿Ha llegado usted solo a esa vaga conclusión? - soltó al anciano y se separó de él como si fuera un repelente bicho -. ¡Váyase a joder a otro!

- También sé que su delito es más que suficiente para ejecutarlo en Lantonafagrostinobakia. Muy pronto la joven pasará a ser un miembro reputado en nuestra comunidad. Sus hijos serán lantonafagrostinobakianos y por esa razón confesará su pequeño secreto. Ya ve, señor Penton, siempre que se suma dos más dos, da cuatro.

 - Jamás podrá probar sus absurdas teorías - Penton alcanzó la pala que Akron utilizaba en las labores de jardinería, en un momento en que el viejo le dio la espalda.

 - Se investigará el asunto y no le quepa duda que tarde o temprano, todo su mundo turbio saldrá a la luz. La verdad siempre triunfa - hizo una pausa mientras se daba la vuelta lentamente para encararse al vecino -. La muchacha se lo relató a su socia en la trastienda del negocio que ambas regentan. Aunque sospeché siempre de usted, al igual que Pevek Podgorica, nunca hubiera conocido la verdad sino fuera por encontrarme en el lugar adecuado y en el momento preciso.

  Penton propinó el primer golpe en un costado de la cabeza del viejo Tuzla. Éste perdió el equilibrio, trastabilló y por fin cayó sobre la hierba húmeda. A continuación le asestó seis golpes más, con saña, cada uno más fuerte que el anterior, hasta que Akron dejo de moverse. El asesino observó exhausto la pala ensangrentada y el cráneo destrozado del vecino. Respirando con dificultad, intentó pensar en la mejor manera de deshacerse del cadáver sin resultar sospechoso, ya que estaba lejano el 29 de junio. Escuchó sirenas de la policía cada vez más cerca. Limpió el mango de la pala para quitar las huellas y la lanzó al fondo del jardín.

  - ¡Socorro! Se trata de mi vecino, creo que está malherido... - vociferó corriendo a lo largo de la calle cuando los coches de los Tuzla, disminuían la velocidad.

  - ¡Arrodíllese! ¡Ponga las manos sobre la nuca! - ordenaron varias voces. Un Tuzla se abalanzó sobre el sospechoso -. ¡Queda detenido por el asesinato de Akron Kayseri!

  - Se están equivocando. Soy inocente. Llegué hace un momento y lo encontré tumbado en el jardín. Al entrar en el patio, descubrí que un hombre saltaba la tapia - se defendió convencido de que se libraría fácilmente de la acusación. En cuanto a lo de la fulana, juraría que no conocía de nada a la chica.

  - De nada le servirá su charlatanería - auguró un miembro de los Diyarbakir, precisamente el que tenía pegado a sus talones desde su llegada.

  - Tienen que creerme. No he tenido nada qué ver en el asunto.

  - Desde su primera entrevista con Pevek Podgorica, se sospechó de usted. No pareciéndole al presidente sincero, le hizo vigilar día y noche. Se eligió su domicilio no al azar, sino porque en la casa contigua vivía Akron, un antiguo Tuzla, muy querido y admirado por el presidente por sus buenas dotes detectivescas. Hace unos meses, Akron escuchó por casualidad una conversación mantenida por las muchachas de la tienda de cosmética natural, una de ellas bien conocida por usted para desgracia de la joven. Como comprenderá, Akron reveló el misterio a Pevek y éste una vez de saberse el delito, hizo que se le instalaran micrófonos y cámaras, tanto en el exterior como en el interior de la vivienda. Por consiguiente todo lo acontecido esta tarde aquí esta grabado - el Diyarbakir se sintió orgulloso de la perorata.

  El criminal fue esposado y conducido a pie hasta el palacio de la república para que todo el pueblo lo viera y sirviera de escarmiento. Podgorica les esperaba al pie de la escalinata principal.





15.

  Ferganá acompañada de sus hijas Cabinda y Nagoya, que actuaban como testigos de la otra parte, escucharon en completo silencio el estremecedor relato que Karachi expuso sobre los acontecimientos acaecidos en la noche del último 29 de junio en Tierras Alavesas y de su agónica llegada a Lantonafagrostinobakia. Las cinco mujeres le escucharon cohibidas sin dejar de consolarla.

  - Todo se solucionará favorablemente para ti a partir de ahora, querida - Ferganá consolaba a la muchacha con leves palmaditas y la mecía con ternura entre los brazos -. Pronto te casarás con el hombre que has elegido y seréis muy felices.

  Varios Tuzla y Diyarbakir se divisaron a lo lejos. Avanzaban a buen paso hacia el palacio presidencial de la república con el detenido. Sus rostros denotaban tristeza. Karachi gritó histérica y se abalanzó sobre el prisionero, abofeteándolo y propinando diversos y fuertes golpes en el cuerpo. Penton intentó esquivarlos, sin lograrlo. Nadie hizo ademán de parar la agresión, a pesar de que el prisionero pedía auxilio con insistencia. 

  Dayton, que por orden del presidente estuvo ausente durante algunos días, se abrió paso entre la multitud que poco a poco se fue congregando en los jardines de palacio y los alrededores.

  - ¿Qué ha ocurrido? - preguntó asustado por la reacción violenta de su amada.

  - Este cabrón me violó hace un tiempo. Apenas  permaneció detenido. Fue puesto en libertad y no paró hasta encontrarme. El desgraciado intentó hacerlo de nuevo. Estoy convencida de que seguía mis pasos y en el momento que tuvo oportunidad, escudándose en la noche de luna nueva, me intimidó. Fue en la noche del 29 de junio pasado. Hui acobardada, sin saber dónde. No hallando refugio alguno y siendo la noche excesivamente cerrada, me perdí en los campos. Así fue como llegué a estas acogedoras tierras - exhausta hizo una pausa, sin dejar de abrazar a Dayton y sintiéndose protegida por todo el pueblo lantonafagrostinobakiano que escuchaba en completo silencio el abrumador relato, prosiguió -: Ni un solo minuto he podido olvidarme de sus manos ni de su agresividad emponzoñadas. Me es imposible borrar su horrendo rostro, incluso sueño con él cada noche y revivo una y otra vez lo sucedido. Me despierto asustada y constantemente vivo atemorizada, pensando que volverá a aparecer ante mi en cualquier momento. 

  - Ahora comprendo todos tus miedos y horrores.

  - Serás ejecutado al amanecer - sentenció Pevek Podgorica.

  - Mañana no es 29 de junio - Penton intentó eludir el anuncio de muerte, pensando en que si era conducido a la cárcel, tarde o temprano, encontraría la manera de escapar y matar a la mujer que le acusaba -. Las leyes hay que cumplirlas.

  - ¿Olvidas que soy el presidente de la república? Por decreto ley queda permitido cometer crímenes a lo largo de un segundo día al año - vociferó el mandatario ante los numerosos lantonafagrostinobakianos que se congregaron en las inmediaciones del palacio.

  El pueblo vitoreó y aplaudió dando muestras de agradecimiento.

  - No es justo - se defendió el acusado -. Esta mujer miente, no la he visto en mi vida. ¡Soy inocente!

  - Acabas de matar a un buen hombre, muy querido por todo mi pueblo - extendió los brazos, como queriendo abarcar a todos los que allí se congregaban -. A partir de hoy, el 9 de marzo será fecha importante en vuestra vida. Por segunda vez en el año, los lantonafagrostinobakianos podréis tomaros la justicia por vuestra cuenta, sin que seáis penalizados por ello.

  Salvas, timbales, vítores y aplausos resonaron, apagando las protestas, súplicas y sollozos del cobarde, que solo fue capaz de moverse arrastrado por los Diyarbakir. Fue conducido al calabozo de aislamiento.

  Poco después del amanecer del día siguiente, 10 de marzo, cuando apenas una lluvia fina ennegrecía el asfalto y mientras la niebla se disipaba, el preso fue conducido a la plaza Szombathely, donde fue fusilado por un pelotón Tuzla, ante la atenta mirada de todo el país. 

  El pueblo vitoreó al presidente.

  A continuación los mercados, las fiestas en las calles principales, la música, los bailes y la algarabía del país, enorgullecieron a Pevek Podgorica.

  Karachi y Dayton estrenaban con plenitud y sin resquemores su amor a la orilla del río Agarak.