Tengo la suerte de tener "un amigo divertido y diferente," como decía la letra de una canción que interpretaba Rita Irasema allá por 1981, aunque en mi caso es un variopinto grupo. "No se parece en nada al resto de la gente," y lo quiero con esa fraternidad innata que otorgan los primeros años escolares. "...Tiene una idea hace tiempo que es un alboroto..." Cada una de las que pertenecen a este grupo tiene características que no poseen las demás y a la vez, todas poseemos la facultad imprescindible para que la amistad no se haya apolillado con el paso de los años. El alboroto y el ruido es nuestro emblema y mantenemos intacto el buen humor pase lo que pase en nuestras vidas, dilatando la risa fácil, portando la sonrisa siempre puesta y la carcajada a modo de pin, impresa en la solapa. "A su invención quiere que el mundo se sume, en vez de bombas vamos a lanzar perfume..."
Tener el cerebro de adorno, el estómago del revés, sentirse como una cría tras un cumple en el txiki-park, comerse un chupa Chus morado de Goya, disfrutar y sacarle chispas a una muy bien montada "Burguer Party", donde ninguna hamburguesa es ni remotamente parecida a otra, bañarse en cava, gritar como párvulas, fundirse en abrazos que hacen crujir los huesos, viajar en el tiempo, cambiar de conversación a cada minuto, es entre otras muchas cosas: "¡Perfumar de alegría este universo loco!"
El grupo "espera que al mundo le salgan sonrisas..." Montando tómbolas, elaborando tarjetas con miles de ilusiones plasmadas en sobrecitos de colores adornados con sellitos, participando en el alborozo de "Los antojitos del Akelarre"... No existe hechizo maligno que destruya esta amalgama tan compacta como perspicaz. El amigo de Rita dice "que usará como ingredientes en su perfume, mezclando en un recipiente, todo el cariño que da un niño y de amor un poco..." De mezclas nos van a hablar a nosotras que añadimos en cada encuentro mil toneladas de sabrosura.
"Añadirá los mejores sentimientos y lanzará su perfume por el viento..." Ningunear a la adversidad, alimentar la esperanza, sabernos vencedoras, creer a pies juntillas que unidas podremos con todo, ser participes de las locuras de cada una de las demás, reconocer que somos todavía unas crías capaces de jugar, colgarnos el título honorífico de tías abuelas y sentirnos grandes porque sabemos que no estaremos solas por muchos kilómetros que nos separen, sin duda es un golpe de suerte.
Salpimentarnos unas a otras de efusivas emociones, aumentar la intensidad en cada encuentro, saltar de la risa al llanto con la facilidad ingrata de un crío al que le arrebatan un caramelo, compartir hasta los secretos más recónditos, animarnos con mil y un piropos, comprendernos intensas, disfrutar de la grata juventud de los hijos de las demás, olvidarnos de lo superfluo, sin prestar atención a esas cosillas de la edad, ¿de qué edad? ¡Si somos unas crías! Ponernos el mundo por montera, mostrarnos imparablemente libres, desinhibidas, hacer algunas tonterías, reírnos de nosotras mismas, apropiarnos de los disparates de las demás, saltar obstáculos, planear el futuro, soñar despiertas, seguir aprendiendo, cantar, vivir sin descanso, inundarnos de calor, pisar los charcos, croar en algunas charcas, mantener vivo el punto justo de nostalgia y tierna seducción, como leche fresca del día, urdir planes sin descanso con "Las que si vamos", compartir tanta felicidad y sobre todo ser una para todas y todas para una es uno de los mayores regalos que me ha hecho la vida... "Tengo un amigo peculiar y diferente..."