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miércoles, 18 de mayo de 2022

LA VIDA

  Con las alas desplegadas de los primeros vuelos,

con la incursión de algunos golpes clamando al llanto prematuro,

con la risa breve seduciendo a la magia de lo efímero,

con el pálpito embobado del amor reacio,

con el poema cursi, casi enamorado,

la dispendiosa vida da paso a la madurez prematura.

  Con la rabia y el sudor de la estela luminosa,

con el perfume entre las sombras

abrigando al calor y al gozo,

engalanando la dicha por un día más de disfrute y de gloria,

el flamante destino llega sonrojado.

  Con la arruga bella, con la otra también,

con la brisa en la calma,

con la enfermedad en el hueco de la tristeza,

con lo rápido y lo tardo, con la diversión y el tedio,

con las horas atolondradas, con lo soez de la amargura,

con la sosería de los minutos dulces y la languidez del invierno,

llega la edad madura a sorprendernos.

  Con lo añejo, arropándose en un recuerdo feliz,

con el futuro, adosándose sigiloso al refugio del mañana, 

con la primitiva esencia abrochada a la suerte loca,

la edad nos protege, nos regala contento,

nos adsorbe aliento, nos devora año tras año,

mientras se manifiesta fuerte, apenas rozando tenue

y corta, siempre corta la vida.