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sábado, 30 de diciembre de 2017

PARA LOS MIOS

      Te regalaré el abrazo milagroso que te alegre en una mañana de abril,                                            la caricia envolvente cualquier noche de julio,                                                                                        la bullanguera sonrisa en las fiestas de agosto y                                                                                   una tarde de silencios tras un amanecer nevado de enero.

   Mansamente, te cederé mi amistad como un cortejo de luces, pongamos que en... octubre,
la sumisa algarabía al comienzo de una estación, ¿qué te parece en marzo?
el refuerzo, a veces amargo de mi arrogante mal genio, allá por septiembre y
el bullicio infantil de una nueva Navidad a finales de diciembre.

   Te obsequiaré con un puñado de castañas alrededor de una buena conversación en noviembre,
con el ardor en el estrenado verano, por San Juan o en cualquier otro rato de junio,
te agasajaré con una sana indiferencia a las miradas crueles, en febrero, ¿te vendrá bien? y
me dormiré con el pensamiento alerta, buscando una nueva manera de hacerte sonreír allá por mayo...

   Me embeberé de lo tuyo,
tal vez alcance un nuevo proyecto, pero desde ahora te digo,
que durante todo el próximo año, podrás contar conmigo.

lunes, 4 de diciembre de 2017

UN PASEO POR EL RITZ (SEGUDA PARTE)

   Martina se llegó al suntuoso salón del piano. Apenas se apreciaba un ligero susurro de los clientes. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Se trataba de personas de alrededor de setenta años y algún ochentón.  El pianista interpretaba el tema central de "El Padrino". Martina canturreó entre dientes:  "Estoy sintiendo tu perfume embriagador...". Paseó la mirada discreta por las mesas, hasta descubrir a Mateo, en una de ellas, muy discreta y apartada del piano. Al llegar, él se levantó, inclinándose para besarla en la mejilla, esperó a que ella tomará asiento antes de hacerlo él.  Pidieron champagne DOM PIERRE PERIGNON y una vez servido, desplegó una serie de hojas. Una era un plano del hotel, en las demás, se recogía todo lo que Martina le proporcionó de sus anteriores estancias en el Ritz: horarios de los trabajadores, cambios de turnos, accesos a las diferentes estancias, salidas principales y traseras. En el plano se detallaba con rigor cada una de las dependencias del hotel.
   - Me he tomado la libertad de  plagiar una furgoneta del Ayuntamiento de Averías Eléctricas. Como he supuesto que estarías de acuerdo, ya está lista. Utilizaré una de las robadas hace meses. Nadie le prestará atención.
   - Bien pensado. Mientras vean la furgoneta aparcada en una de las calles laterales, estarán tranquilos y nos dejarán maniobrar a nuestro antojo.
   - Pasemos al atraco. Minutos antes del apagón general,  verteremos por los tubos de la calefacción el gas que adormilará a todos los que se encuentren en el interior del hotel. Los que estén fuera no podrán acceder al interior, hasta que no se repare la supuesta avería, pues las puertas quedarán bloqueadas. Media hora tiene que ser suficiente para todo el trabajo. La lámpara de Cristal de Bacarat del Salón Luis XV se hará en primer lugar - en este punto de la conversación Mateo mostró tres fotografías a Martina, que sugerían una serie -. Descolgarla no me llevará más de cinco minutos. Tú la recogerás con cuidado, la introducirás en una caja como ésta - enseñó la imagen.
   - Me ayudarás a colocarla en la carretilla? - le interrumpió Martina.
   - Utilizaremos para ello un carrito de los de la comida. Te acompañaré hasta el jardín.  Te ayudaré a montar la polea. Esto nos llevará unos cuatro minutos, calculado por lo alto. Volverás a la escalera principal y llegarás a tu suite para subir el bulto ayudándote con la polea. Una vez en el interior de la habitación, comenzarás a desmontarla. Yo volveré al salón para colocar la imitación - Mateo mostró una nueva imagen.
   - ¡Impresionante! - exclamó Martina, conteniendo un silbido -. Nadie notará el cambio, hasta pasado mucho tiempo.
   - Este trabajo ha resultado relativamente sencillo. Es un plástico muy brillante y hasta pasados unos meses, no se volverá amarillento y mate.
   - Para entonces será muy tarde. Pieza a pieza estarán prácticamente vendidas y nosotros muy lejos de España - ambos sonrieron ante el cambio de vida que experimentarían en pocos días.
   - Volvamos a la realidad - invitó Mateo -.Mientras tú te ocupas de la Bacarat, yo estaré en este salón. El pianista quedará sentado con las manos en el teclado. Me subiré sobre la tapa y descolgaré la lámpara Louis Vuitton. Volverás y realizaremos el mismo proceso. Nuevamente utilizaremos la polea para hacerla llegar con facilidad a tu suite. Seguirás con la tarea de desmontarlas,  miestras yo colocó la imitación. Acto seguido volverá a restablecerse el suministro eléctrico y se desconectará la calefacción de manera automática, con lo cual el gas dejará de hacer efecto. Todos volverán a la realidad. Algunos quizá muestren síntomas de mareo, pero no será grave. La mayoría se encontrarán perfectamente. En el desconcierto general, me llevaré la furgoneta al almacén. Volveré para ayudarte a desmontar las piezas y no abandonaremos la suite hasta el día siguiente.
   - ¿Estás seguro que nadie saldrá perjudicado con el gas?
   - Con treinta minutos, nadie saldrá perjudicado, aun padeciendo problemas respiratorios.
   - Debemos tener cuidado. Como ves los clientes son una colección de vejestorios, pero no queremos que nadie la palme.
   - Descuida, todo está controlado. Por la mañana saldré del hotel. Tú seguirás disfrutando del lujo durante una semana más, tal como está planeado.
   - Cada tarde, como buen enamorado, me visitarás e irás sacando uno a uno los estuches de terciopelo. La señora Ferdinán abandonará el Ritz por la Puerta Grande para no volver más.

   Siete días más tarde un  botones cargaba el carrito con las maletas de la señora Ferdinán, mientras ésta recibía los elogios del personal del Ritz.
   - Espero que su estancia haya sido de su agrado - dijo el remilgado recepcionista.
   - Como siempre un placer - sonrió el director.
   - Hasta la próxima visita - se despidió el conserje.
   Martina enfiló con paso lento el vestíbulo, haciendo gala de su belleza sin parangón con una esmerada y elegante puesta en escena. El aire frío de febrero le golpeó el rostro.
   - La elegancia siempre es bienvenida, da seguridad a quien la porta y confianza a quién la recibe - musitó Mateo, abriéndole la portezuela del taxi, mientras el botones depositaba la carga en el maletero.
   - Hasta pronto, señora Ferdinán - escuchó casi lejana la voz del director del Ritz.
 
  

UN PASEO POR EL RITZ SEGUNDA PARTE)

lunes, 27 de noviembre de 2017

UN PASEO POR EL RITZ (RELATO CORTO) PRIMERA PARTE

El taxi estacionó con suavidad en la entrada principal del Ritz. Una elegante dama de cierta edad descendió ayudada por el conserje, que en cuanto la reconoció, acudió a abrirle la puerta.
   - ¡Encantado de volverla a tener entre nosotros, señora Ferdinán! ¿Cómo está usted?
   - Más vieja, hijo, más vieja - contestó la aludida.
   - Está usted como una pipiola, cada día más joven.
   - La procesión va por dentro... La ciática me trae por la calle de la amargura.
   - Pues de aspecto está estupenda.
   - ¡Adulador! - la señora sonrió -. Pero he de decirle, que me encanta escuchar sus mentiras.
   Cogidos del brazo, atravesaron el vestíbulo, dirigiéndose con paso lento, pero altivo al mostrador de recepción, donde un joven con semblante ratonil y sonrisa permanente, obsequio de la casa, les esperaba espectante.
   El joven botones se hizo a un lado con el carrito  portador de maletas, mientras el conserje le dejaba en manos del director del hotel.
   - ¡Estimada señora Ferdinán! ¡Qué alegría me da verla! Usted cada día más joven y tan elegante como siempre.
   - Un placer volver, sobre todo por los halagos que recibo.
   - Se lo digo muy en serio, me dan ganas de hacerle proposiciones - dirigió una mirada rápida al recepcionista, que casi se cuadró -. Atienda a la señora Ferdinán, busqué su reserva.
   El joven ratonil buscó con presteza.
   - Celebramos su vuelta, señora Ferdinán. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para que se repitan las mismas buenas sensaciones que ha vivido en otras ocasiones en el Ritz - soltó la letanía muy bien aprendida, ante la atenta mirada del director.
   - Volver al Ritz siempre es un placer - aseguró Martina Ferdinán.
   - El placer es nuestro - insistió el joven visiblemente orgulloso -. Mi nombre es Isaac, siempre a su servicio, para lo que guste mandar.

   Una vez en la suite, Martina se despojó del abrigo y de los zapatos. Le oprimían los pies. Penso que tenía que haber comprado los auténticos, aunque valían 720 euros, pero seguro que no resultaban tan  incómodos, Tanto los zapatos como el bolso, eran una buenísima imitación de Hermès. Los adquirió dos años atrás en el Rastro madrileño por la irrisoria cantidad de 15 euros, lote completo. Para uso exclusivo de las visitas al Ritz. En el baño se quitó la peluca, se revolvió el cabello, que recobró algo de volumen, se desmaquilló con sumo cuidado. Se refrescó el rostro. Tardó algo más de media hora en recobrar su aspecto normal, el de una joven de vienticuatro años. Luego se quitó las lentillas marrones, que le otorgaban una mirada apagada, más propia de una setentona. Los suyos eran azules, vivos y fríos. Se echó un par de gotas en cada ojo. Le sonrió al espejo con malicia. Se desnudó con rapidez, doblando cada prenda elegante. Tomó un baño relajante. Comió algunas frutas y bebió dos copas de vino. Paseó la mirada por la suite y calculó un poco por encima que entre la habitación, el baño y el salón doblarían en metros cuadrados a las dimensiones de su destartalada casucha de Malasaña. Pero pronto sería rica, inmensamente rica. Se tumbó en la cama, acarició las sábanas impecables, bordadas a mano, quedándose dormida en pocos minutos.

   Dos horas después, convertida nuevamente en Martina Ferdinán se acercó a la recepción. El joven ratonil y su sempiterna sonrisa, le recibieron. 
   - Voy a encontrarme con un caballero en el Salón del piano - le susurró ella excitada.
   El remilgado recepcionista le respondió con una sonrisa maliciosa.
   Objetivo conseguido. Era el propósito de Martina. Que aquel palurdo pensase que se disponía a un encuentro amoroso. 
                                                                              (CONTINUARA...)

martes, 24 de octubre de 2017

LA MUERTE DE ALFREDO

   La tarde transcurría amodorrada. Bostezaba yo y a duras penas, ella me seguía a paso retardado, tirando una a una las horas que se amontonaban indecorosamente penitentes y secas. La Bamba, como sonido del móvil, me sacó con un respingo del aburrimiento recurrente.
   - ... nos ha dejado - hipó una vocecilla.
   Semidormida me pregunté a quién pertenecía la desconsolada vocecita y quién era el que nos había dejado.
   - ¿Cómo? - me atreví a preguntar.
   - ... se ha ido - no lograba entender el principio de la frase. Desde el otro lado, una armoniosa mocarrada se desligó de alguna afligida nariz.
   - Perdona, no te he entendido... ¿Quién dices que se ha ido?
   - Alfredo - poniendo mis cinco sentidos en alerta máxima, logré entender, pues a mi interlocutor, le sobrevinó otra nueva e irreprimible llantina.
   - Alfredo - repetí, tratando de repasar rápidamente los Alfredos que se habían cruzado en mi vida.
   - Si, Alfredo - dijo la voz calmada por completo -. Nos ha dejado para siempre.
   - Por fin lo comprendí y de inmediato desperté del letargo de la tarde. Alfredo, nuestro querido Alfredo había muerto.
   - ¿Cómo ha sido? - me interesé totalmente centrada.
   - Un paro cardíaco o algo tal vez más grave - Mikel, recuperado, se esforzaba por hacerme un resumen detallado sobre las últimas horas del amigo.
   - ¿Pasaba contigo el fin de semana?
   - No, con Leire. Me ha avisado para que me hiciera cargo y te diera la noticia. Está destrozada. Ahora voy a su casa, rápido, con el  monopatín. También irán Izaro y Manuel.
   - ¡Cuánto lo siento! No sé qué decir... Todos le queríamos mucho y...
   - Era tan alegre - me interrumpió.
   Intenté imaginarme a Alfredo alegre, pero no lo conseguí. Me faltaban palabras. Era evidente que mi interlocutor esperaba más apoyo por mi parte.
   - Hemos hablado y queremos enterrarlo - anunció Mikel, comenzando a llorar de nuevo.
   - ¡Por supuesto! - añadí -. Le haremos un  entierro por todo lo alto.
   - Se lo merece.
   - ¡Claro que si!
   - Y un funeral también.
   - ¿Un funeral... funeral? ¿Quieres decir un funeral como se hacen los funerales? - mi sorpresa fue mayúscula.
   - ¿Cuántas clases de funerales conoces? - fue la respuesta ofendida de Mikel. Llama al colegio, busca un cura que se haga cargo, en caso de que no conociera a Alfredo, cuéntale cómo era... Tú verás quién puede hacerlo bonito - me encomendó.
   - Déjalo de mi cuenta. Le haremos un funeral precioso - contesté totalmente involucrada en el asunto . ¿Quieres que avise a alguien?
   - Hemos hecho una cadena de llamadas. A estas alturas lo sabrá ya todo el colegio.
   En cuanto cortamos la comunicación, me puse a redactar la esquela, que al día siguiente a primera hora, apareció expuesta en el tablón de anuncios de la entrada del colegio. Supuse que a los niños les encantaría el detalle.
   El lunes por la tarde, después de las clases, un sacerdote joven, ofició una misa funeral al aire libre, de cuerpo presente expuesto al público asistente, muy cerca de donde fue enterrado. Durante la Eucaristía, se contaron anécdotas y chascarrillos del entrañable amigo. Algunos niños leyeron estremecedoras frases de amistad, que nos hicieron llorar a todos.
   - La amistad duplica nuestra alegrías y disminuye nuestra tristeza - aseguró una niña de tercero.
   - La amistad es el ingrediente más importante en la receta de la vida - irrumpió alguien  cercano al féretro.
   Una vez en el  cementerio, los niños depositaron flores y sus juguetes preferidos, sobre la caja. Un pequeño hueco en la tierra, cavado a mediodía, sería el refugio para que Alfredo descansara eternamente.
   - En mitad de la vida estamos abocados a la muerte... Jesús, Padre Nuestro, acoge en tu seno el alma de nuestro amigo Alfredo y haz que viva junto a ti y nos ilumine en nuestro camino...- rezaba el sacerdote, visiblemente emocionado.
   Seguidamente el féretro de Alfredo fue depositado en el pequeño hoyo y todos los presentes, guardando una rigurosa fila india, fuimos echando una palada de tierra sobre la caja de galletas María Fontaneda forrada del terciopelo verde. Un esqueje de prímula se hincó en la tierra en aquella fría tarde de febrero.
   Descansa en paz, Alfredo, tritón común, leal compañero y amigo.

lunes, 2 de octubre de 2017

DE MI OTRA FAMILIA

   Sois las elegidas, las que más quiero, las que estáis unidas a mi por lazos invisibles, no de la misma estirpe, pero si de las incondicionales...
   Sois las que aún pasados los años distanciados en un lejano tiempo, un día cualquiera, al abrigo de unas cañas, desenmascaramos el pasado para descubrir que ni siquiera en curso lento de los años ha sido capaz de desmembrarnos y así nos preparamos para recordar la alegría que no ha menguado, las miradas cómplices y las eternas historias de una Vitoria más pequeña y arraigada a nuestra niñez.
   Nos sorprende saber que la risa sigue siendo una razón de vida, que la afinidad está intacta, que todo lo pasado vuelve como un soplo de aire fresco, que no somos tan mayores y que una fuerza desusada, acogedora y tenaz, nos aviva para el reencuentro...
   Incansables, somos incapaces de posponer una cita, federándonos al entusiasmo de un encuentro, que ha de entrañar algo nuevo. Vigorosas, compartimos otros momentos, atrás quedaron los recreos y sus juegos, ahora toca participar de parejas, trabajos, hijos que se hacen mayores, padres que se vuelven niños...
   Unidas por lazos irrompibles nos auxiliamos sin condiciones, cada una agrega su colaboración para que todas nos sintamos bien. Mantenemos un puntito brujeril que nos llena de armonía...
   Somos un clan, presto a ampararnos, extremadamente intuitivas y sin necesidad de palabras ni razones, por encima de toda lógica... ahí nos mantenemos y seguiremos siendo Amigas.

jueves, 17 de agosto de 2017

DEFINICIONES

   La Real Academia de la Lengua Española, define esta palabra del siguiente modo: Aparecer en el horizonte la luz del sol, dando comienzo a un nuevo día. Es una definición preciosa, para mi gusto, pero hay otras muchas...

   ... Es la ingravidez de las cosas eternas, el renacer que clarea la alborada, el descaro que obliga a la luz a emerger sólida y rotunda, el defensor de la luminiscencia, la brillante candileja...
   Es la mano hacedora, imperturbable, la llegada del sol, gratificante, sin petulancia, el aprendiz que comienza fresco y lozano, la tibieza de la energía renovada, la oportunidad sin desesperación ni agotamiento, el recorrido extenso por caminos secretos y acontecimientos desconocidos...
   Es el emprendedor que arranca con delicadeza, la serenidad en busca de casualidades rezagadas, el vagabundo remolón que encubre desatinos y aciertos, la calidez que irrumpe con tremendo sigilo, asustando a la noche, que taimada y soñolienta, se retira avergonzada...
   Es la rotundidad del nuevo despertar, que nos otorga un espectáculo único e insuficientemente reconocido, la cordial sombra del nuevo día, el azulino en tus ojos y la prisa del tiempo que se precipita indecoroso, en todas las formas de vida...
   Es el esmero de una caricia engendrada desde la querencia incondicional, el olor de la lluvia sobre la hierba mojada, que se engancha al Universo...
   Es el silencio pausado de lo que nace para morir y pronto vuelve a renacer en un intervalo mudo y jubiloso...
   Todo esto es AMANECER.

martes, 18 de julio de 2017

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


   El mozalbete observaba a través de la luna del escaparate el interior de la tienda. Llevaba alrededor de dos semanas, acudiendo al atardecer, cuando las sombras se adueñan de las calles. No se le veía con claridad el rostro, pues se lo ocultaba con una gorrilla de pana azul oscura. Solo destacaban sus ojillos tristones, que a ratos se le iluminaban, flanqueados por recias pestañas. Se mantenía al amparo de la opacidad, moviéndose lentamente, como esperando un descuido de su presa para atacar y devorarla. Con el paso de los días, esta fue la sensación que se le despertó a la dependienta. Las primeras tardes, ésta no fue capaz de enjuiciar al merodeador, pero al ser reiterativo y tras comentarlo con alguno de sus clientes, cambió de opinión. En un principio, pensó que el mocete, se escondía en las sombras por timidez, no vio maldad en el acto. Luego observo con detenimiento los labios húmedos y la manera en que se relamía, con la lengua insinuantemente lasciva. Para ella, los atardeceres se tornaron canallescos y para el chaval, jamás dejaron de resultar orgásmicos. Un buen día, ella, motivada por la imaginación calenturienta de algunas parroquianas, dio aviso a la policía, acusando al intruso merodeador. El rapaz escuchó las sirenas, pero absorto en su ensimismamiento, no presto atención.
   - ¡Vas a pasar la noche en el calabozo, pillastre!- tronó la voz del policía local a su espalda.
   Éste, todavía babeando y sin comprender, apartó la vista del escaparate y recorrió la larga figura de la autoridad.
   - ¡Yo no he hecho nada! - se defendió el crío.
   - Eso dicen todos. Se te acusa de merodear todas las tardes por este mismo lugar, de provocar a la joven del establecimiento y amenazarla con tus gestos y miradas lividinosas.
   Entonces, por primera vez, el mozalbete dirigió la mirada a la supuesta aterrada víctima, que permanecía en un rincón tras el mostrador, temblorosa y frágil. La joven le miraba fijamente y en sus ojos, el crío vio dibujado algo parecido al terror.
   - ¡Soy inocente! - se defendió en chaval -. Sólo tengo ojos para los hojaldres, merengues, palmeras de chocolate y bollos de mantequilla... soy pobre, nunca tengo suficiente dinero para comprar algo...
   El crío sacó lentamente la mano del bolsillo mostrando apenas unos pocos céntimos.
   La dependienta un tanto avergonzada, mudó el rijoso rostro del chavalote a un semblante de inocencia infantil, más acorde con la realidad.

miércoles, 7 de junio de 2017

¡ESTO ES UN ATRACO!

   - Lo mires como lo mires, es un atraco a mano armada, Eugenio.
   - Si tú lo dices...
   - Lo digo yo y cualquiera con dos dedos de frente... El tío va y se planta ante ti, serio, arrogante, porque tiene la sartén por el mango, armado y por si esto fuera poco, embozado y disfrazado de marciano.
   - ¡Mujer! Es por razones físicas y psicológicas.
   - ¡Claro qué es por razones psicológicas! ¡Para que no le delates. ¿Qué hay de físico en un atraco? ¿Me lo puedes explicar?
   - Últimamente creo que se lleva más el azul.
   - ¡Otra gilipollez, Eugenio! ¡Cuánta tontería existe hoy en día! Hasta hay que seguir la moda para ir desvalijando por ahí al prójimo.
   - Creo que es porque el azul disimula mejor el color de la sangre.
   - ¡Y lo dices tan tranquilo! ¡Qué tú de eso  no debes tener en las venas, Eugenio!
   - No impacta tanto, creo.
   - ¡Chico, qué pachorra la tuya! Te abre en canal y el muy ladino, quiere disimular el color de la sangre... Para que parezca, ¿qué? ¿Horchata? En realidad eso es lo que te debe de correr por las venas.
   - Tengo entendido que mejora las grabaciones.
   - Pero, ¿qué moda es esa de grabarlo todo? ¿Con qué fin pretende nadie normal grabar un atraco? ¡Esto se sale de madre, Eugenio! Y para colmo de males, te drogan, después de decirte que estés tranquilo. ¡Tranquilo, Eugenio! ¿Cómo va a estar tranquila una persona a la que le van a despojar de lo suyo?
   - No ves la realidad.
   - ¿Qué no veo la realidad? ¡Es un atraco en toda regla, con guantes para no dejar huella y con  la cara tapada, para que no te vayas de la lengua y les delates. ¡Un atraco, Eugenio, por muy látex blanco que se enguante!
   - ¡Qué cosas tienes!
   - ¡Sólo notarás un pinchacito de nada, Eugenio! El tío lo suelta, así, como quién no quiere la cosa y tú caes redondo y él y sus secuaces a hurgarte los bolsillos internos, a ver qué se encuentran. Con cuchillo en mano, sin pensarselo dos veces, con pulso perfecto... ¡Zas! Saltan sobre ti y te abren en canal...
   - ¡Mujer! Tienes unas maneras...
   - Armados todos hasta los dientes, que ni te da tiempo a contarlos y encima pretendes darles las gracias... ¿Desde cuándo a los ladronzuelos hay que darles las gracias? ¿Dónde está escrito?
   - ¡Qué exagerada eres!
   - ¿No te das cuenta, Eugenio? ¡Se quedan con lo tuyo! Van a la brava, con altanería y tú actuas como si les debieses la vida.
   - ¡Cómo te gusta dramatizar! ¡Claro que les deberé la vida!
   - En caso de que no se les vaya la mano, porque tú poco puedes hacer estando grogui y en el peor de los casos o te dejan idiota o cabe la posibilidad de que te quedes fiambre.
   - ¡Eres única dando ánimos! Sólo me van a quitar lo que tengo malo, que por muy mío que sea, debe de estar para el arrastre.
   - ¡Eso es lo que te ha dicho el desvalijador! Pero, ¿qué sabes tú? ¡A saber qué van a hacer con ella!
   - Ni sé ni me importa... Y deja ya de darme la lata, que están a punto de bajarme al quirófano, a ver si me quitan de una puñetera vez la machacona vesícula y me olvido de los cólicos.
   - ¡Al matadero es donde te llevan, Eugenio! Al lado del depósito de cadáveres. Y ni se te ocurra mostrarte condescendiente con los salteadores, ¡qué buenos cuartos nos llevan!
   - Eso si que es un atraco, chica. ¡Por una vesícula que no vale para nada nos cobran un pastizal!
   - ¡ Lo que yo te digo, Eugenio! ¡Esto es un atraco!

martes, 9 de mayo de 2017

POESÍA COTIDIANA

   Poesía es...
jugar con las palabras en atardeceres rojizos,
explorar el revoloteo de una mosca de travesía incierta,
salpicar una tarde de mayo de jugos cálidos con rayos y truenos.
   Poesía es...
arrancarle una sonrisa al día a día penitente,
cimbrear con la noche templada a orillas de la soledad mohína,
embriagarse de paciencia y dominar la pereza,
el astío de una semana, condenada a ser como otra.
   Poesía es...
tiranizar el dolor frecuente de esas partes nuestras
de las que nos dolemos, proponiéndonos que nos sean ajenas,
bregar con el despótico calendario que regalándonos vida,
pretendemos camuflarla sin pizca de orgullo en un par de años menos.
   Poesía es...
sobrevivir en lo incierto,
albergarse en la caricia de un amigo,
mirarse en el espejo de una sonrisa amable,
visitar con esperanza un nuevo amanecer...
vivir...
   Poesía es vivir, viviendo

lunes, 17 de abril de 2017

SIGO A TU LADO

   Sigo perdiéndome en tus sueños,
viajando dentro de ti
buscando encontrar los parajes
más recónditos de tu mente...
   Sigo mostrando tu sonrisa,
baluarte de ingravidez,
en el interior de tu piel,
vago, con tormento 
por alguna promesa
que no pudiste cumplir...
   Me aferro a tus principios,
bastión de amor sincero y leal...
   Guardo tu ideario de vida, 
que ya es parte de mi,
me fundo a tus sonrisas,
cordiales, llanas, amigas,
siempre amigas...
   Largo, se me torna el tiempo
abrazándome a tus recuerdos,
presumiendo sigo, 
de tu intangible belleza...
   Presiento que tú, etéreo
y armado de sutileza
guías mi andadura y
tu ser, ahora volátil me arropa...
... Y yo, heredera de tu fortaleza,
perpetuamente seguiré,
seguiré a tu lado.

lunes, 13 de marzo de 2017

LA MEMORIA DESMEMORIADA

   Se arrincona el recuerdo en las sombras oscuras de la mente, arribando suspiros, matando remembranzas sin compasión...

   Se marchita la memoria anclando las promesas, dejando atrás las palabras, mareando las ideas, despistando las sonrisas, abandonando las alegrías...

   ¿Qué es aquello que deja huecos los deseos, que barre las esperanzas, que arremete contra los reconocimientos e invita a apoderarse a la tristeza y al desaliento de la vida viva? 

   A la retentiva le brotan telarañas, se empolvan las evocaciones, se extravían los nombres, se mudan los rostros y se pierden las personas...

   Las miradas se atribulan, el pensamiento se torna mohíno, se exilian las sonrisas que se tornan perezosas y refluyen cohibidas, inseguras, avejentadas...

   Es la enfermedad que aniquila la esperanza, destroza las almas y carcome los espíritus...

   Es la lacra que borra a los seres queridos y nos separa de nuestro mundo...

jueves, 9 de febrero de 2017

¡AÚPA GLORIOSO!

   Ser del Alavés es nacer con la víscera del corazón a rayas albiazules, aprender a disfrutar con lo pequeño y avanzar a pasitos lentos, pero firmes, es rozar la gloria y quedarse con las ganas, pero seguir sin descanso.
   Es bajar a los infiernos, viendo como otros persiguen y logran sus grandes sueños, saber lo que cuesta una victoria, arañada a base de masticar el corazón que te golpea los dientes. Es un sentimiento que se hereda, la grandeza de lo pequeño, el esfuerzo de una ciudad y el no bajar la cabeza de una afición impecable.
   Es el grito unánime desde la grada, no rendirse nunca esté donde esté y aunque tenga que arrastrarse por campos de lodazal. Es una afición única, con perdón, que jamás la podrán soñar ninguno de esos tres que no saben qué es jugársela en la Segunda División y mucho menos en Segunda B.
   Es el afecto hecho, unas veces donosura o llantina espesa, según las épocas. Es el amor incondicional que sienten los padres por ese hijo, que aún siendo el torpón de la clase, son sabedores, no sólo de que va a alcanzar el suficiente, sino que con su aliento y su fuerza, llegará a ser brillante.
   Es la pasión de un amor quinceañero, de un flechazo que uno siento al reconocer a su alma gemela.El runrún de mariposas en la boca del estómago de un tartamudo y tímido enamorado. Es el amargor de los jugos gástricos, asentándose en las gargantas, provocando una ácida arcada, de un  tragó de vino, aunque sea Crianza de Rioja Alavesa y la indigestión del bocata cuando el contrario marca un tanto, tras el descanso.
   Es el grito fervoroso de una palabra mágica, que a miles de gargantas de diferente cultura, economía, edades, sexo, religión e ideas políticas, nos une con un fervor casi enfermizo y que nos nace de las entrañas:
¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOL!!!!! Y que el mismo Dios sabe que ese golazo lo ha metido el GLORIOSO, porque somos muchos los que miramos hacia el cielo y lo dedicamos a quienes nos enseñaron a amar incondicionalmente a nuestro equipo.
   Es la esperanza de saber que creceremos, la juventud de un chaval de 96 años, el pasado no tan lejano, jugándonos la honrilla con equipos como el Lemona o la entrada a Europa por la Puerta Grande. Es la efervescencia de una afición sin límite, sin descanso. Sudar tinta china, aunque el termómetro en Mendi marque bajo cero.
   ¡Cuántas alegrías nos has dado, Alavés de mis amores! ¡Cuántas malas carreteras hemos circulado! ¡Cuántos cabrones te han vapuleado! ¡Cuántas historias conoces! ¡Cuánta huella estás  marcando! 
   ¡Cuánto te quiero, ALAVÉS, cuánto te admiro!
  

lunes, 9 de enero de 2017

9 DE ENERO

   Tengo un vecino, de esos que tenemos casi todos, que cuando me lo cruzo en la escalera, suelta un inapreciable gruñido a modo de saludo (digo yo que será), que si me mira lo hace con el  mismo asco que si mirase a una rata muerta y que jamás le he escuchado el sonido de la voz, porque es como si el pobre no tuviera palabras.
   Pues hete aquí que el gruñidor de marras ha coincidido esta mañana conmigo en el descansillo, esperando al ascensor. Yo, que hace lustros, me cansé de desearle los buenos días a su persona y al aroma del café mañanero y recién hecho de los demás moradores del edificio, le he  mirado de abajo hacia arriba y le he clavado la mirada para que leyese el mensaje que  mis ojos le lanzaban: "¡Imbecil!". Él, pasando por alto la lectura, como si aquello no fuera con su persona, me ha vomitado en plena cara un "Feliz Año Nuevo", que me ha dejado petrificada, con el dedo pegado al botón de llamada del ascensor, que como siempre que hace falta, ha tardado una eternidad en llegar.
   Seguidamente, como impulsada por un miedo atroz a ser perseguida por la voz del feroz vecino, he aporreado la puerta con ambas manos y he gritado poseída por una sensación extraña de incomodidad: "¡Ascensor!". Y el Imbécil ha esbozado una media sonrisa y más estirado que nunca, ha vuelto a vomitar cuatro palabras: "¡Tranquila, mujer. Ya llegará". De mis ojos han salido sapos, culebras y cuchillos afilados que se han clavado en los suyos, me he atrevido a levantar una ceja, a modo de interrogación y he pensado que no podía ser buen presagio, toparme con el Imbécil parlanchín, el lunes 9 de enero a las 9 de la mañana, antes de enfrentarme a la aburrido rutina tras las vacaciones: "¿Qué tramas, Gruñidor de la escalera?", hubiera querido preguntar.
   Por fin, el añorado ascensor ha llegado y ambos nos hemos introducido en la caja. Me he arrinconado en una esquina y sólo al llegar al portal, animada por la claridad de la mañana, me he atrevido, con un hilillo de voz, a decir: "¡Adiós, buenos días!". Me he avalanzado al aire fresco de la calle, acelerando el paso. Él caminaba más despacio, tras de mi. Un poco más adelante me he cruzado con su antónima: una mujer todo dulzura que desborda cariño y simpatía: su santa esposa, que hay que ser muy santa, para aguantar a semejante cardo, sin que se se le caiga la sonrisa que exhibe a perpetuidad. Siempre he pensado que esta buena mujer se ha ganado un puesto en los altares. "¡Hola! ¡Buenos días!", nos hemos saludado al unísono y la santa, a la cual tampoco había visto desde el año pasado, se ha detenido, acariciándome en brazo y me ha deseado un "¡Feliz Año!" caluroso y como por arte de birlibirloque, se han esfumado los malos presagios. A mi me ha salido la risa floja y envalentonándome le he soltado: "Mira, Eugenia, me rio porque he ido a toparme con uno de esos que te hablan una vez al año, porque creen que deben hacerlo. que hasta he pensado que me traería mala suerte. Pero mira, con lo maja que tú eres, se ha esfumado el mal fario". Ella se ha reído a carcajadas: "¡Qué cosas tienes! Pero no te falta razón, que esa gente te jode el día. Hay cada borde por ahí pululando, que ya, ya".
   El marido caminaba por delante. Nos ha adelantado, sumido en el silencio de su imbecilidad. Iba encogido y cabizbajo y he sonreído triunfante a la mañana del 9 de enero