Te regalaré el abrazo milagroso que te alegre en una mañana de abril, la caricia envolvente cualquier noche de julio, la bullanguera sonrisa en las fiestas de agosto y una tarde de silencios tras un amanecer nevado de enero.
Mansamente, te cederé mi amistad como un cortejo de luces, pongamos que en... octubre,
la sumisa algarabía al comienzo de una estación, ¿qué te parece en marzo?
el refuerzo, a veces amargo de mi arrogante mal genio, allá por septiembre y
el bullicio infantil de una nueva Navidad a finales de diciembre.
Te obsequiaré con un puñado de castañas alrededor de una buena conversación en noviembre,
con el ardor en el estrenado verano, por San Juan o en cualquier otro rato de junio,
te agasajaré con una sana indiferencia a las miradas crueles, en febrero, ¿te vendrá bien? y
me dormiré con el pensamiento alerta, buscando una nueva manera de hacerte sonreír allá por mayo...
Me embeberé de lo tuyo,
tal vez alcance un nuevo proyecto, pero desde ahora te digo,
que durante todo el próximo año, podrás contar conmigo.
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sábado, 30 de diciembre de 2017
lunes, 4 de diciembre de 2017
UN PASEO POR EL RITZ (SEGUDA PARTE)
Martina se llegó al suntuoso salón del piano. Apenas se apreciaba un ligero susurro de los clientes. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Se trataba de personas de alrededor de setenta años y algún ochentón. El pianista interpretaba el tema central de "El Padrino". Martina canturreó entre dientes: "Estoy sintiendo tu perfume embriagador...". Paseó la mirada discreta por las mesas, hasta descubrir a Mateo, en una de ellas, muy discreta y apartada del piano. Al llegar, él se levantó, inclinándose para besarla en la mejilla, esperó a que ella tomará asiento antes de hacerlo él. Pidieron champagne DOM PIERRE PERIGNON y una vez servido, desplegó una serie de hojas. Una era un plano del hotel, en las demás, se recogía todo lo que Martina le proporcionó de sus anteriores estancias en el Ritz: horarios de los trabajadores, cambios de turnos, accesos a las diferentes estancias, salidas principales y traseras. En el plano se detallaba con rigor cada una de las dependencias del hotel.
- Me he tomado la libertad de plagiar una furgoneta del Ayuntamiento de Averías Eléctricas. Como he supuesto que estarías de acuerdo, ya está lista. Utilizaré una de las robadas hace meses. Nadie le prestará atención.
- Bien pensado. Mientras vean la furgoneta aparcada en una de las calles laterales, estarán tranquilos y nos dejarán maniobrar a nuestro antojo.
- Pasemos al atraco. Minutos antes del apagón general, verteremos por los tubos de la calefacción el gas que adormilará a todos los que se encuentren en el interior del hotel. Los que estén fuera no podrán acceder al interior, hasta que no se repare la supuesta avería, pues las puertas quedarán bloqueadas. Media hora tiene que ser suficiente para todo el trabajo. La lámpara de Cristal de Bacarat del Salón Luis XV se hará en primer lugar - en este punto de la conversación Mateo mostró tres fotografías a Martina, que sugerían una serie -. Descolgarla no me llevará más de cinco minutos. Tú la recogerás con cuidado, la introducirás en una caja como ésta - enseñó la imagen.
- Me ayudarás a colocarla en la carretilla? - le interrumpió Martina.
- Utilizaremos para ello un carrito de los de la comida. Te acompañaré hasta el jardín. Te ayudaré a montar la polea. Esto nos llevará unos cuatro minutos, calculado por lo alto. Volverás a la escalera principal y llegarás a tu suite para subir el bulto ayudándote con la polea. Una vez en el interior de la habitación, comenzarás a desmontarla. Yo volveré al salón para colocar la imitación - Mateo mostró una nueva imagen.
- ¡Impresionante! - exclamó Martina, conteniendo un silbido -. Nadie notará el cambio, hasta pasado mucho tiempo.
- Este trabajo ha resultado relativamente sencillo. Es un plástico muy brillante y hasta pasados unos meses, no se volverá amarillento y mate.
- Para entonces será muy tarde. Pieza a pieza estarán prácticamente vendidas y nosotros muy lejos de España - ambos sonrieron ante el cambio de vida que experimentarían en pocos días.
- Volvamos a la realidad - invitó Mateo -.Mientras tú te ocupas de la Bacarat, yo estaré en este salón. El pianista quedará sentado con las manos en el teclado. Me subiré sobre la tapa y descolgaré la lámpara Louis Vuitton. Volverás y realizaremos el mismo proceso. Nuevamente utilizaremos la polea para hacerla llegar con facilidad a tu suite. Seguirás con la tarea de desmontarlas, miestras yo colocó la imitación. Acto seguido volverá a restablecerse el suministro eléctrico y se desconectará la calefacción de manera automática, con lo cual el gas dejará de hacer efecto. Todos volverán a la realidad. Algunos quizá muestren síntomas de mareo, pero no será grave. La mayoría se encontrarán perfectamente. En el desconcierto general, me llevaré la furgoneta al almacén. Volveré para ayudarte a desmontar las piezas y no abandonaremos la suite hasta el día siguiente.
- ¿Estás seguro que nadie saldrá perjudicado con el gas?
- Con treinta minutos, nadie saldrá perjudicado, aun padeciendo problemas respiratorios.
- Debemos tener cuidado. Como ves los clientes son una colección de vejestorios, pero no queremos que nadie la palme.
- Descuida, todo está controlado. Por la mañana saldré del hotel. Tú seguirás disfrutando del lujo durante una semana más, tal como está planeado.
- Cada tarde, como buen enamorado, me visitarás e irás sacando uno a uno los estuches de terciopelo. La señora Ferdinán abandonará el Ritz por la Puerta Grande para no volver más.
Siete días más tarde un botones cargaba el carrito con las maletas de la señora Ferdinán, mientras ésta recibía los elogios del personal del Ritz.
- Espero que su estancia haya sido de su agrado - dijo el remilgado recepcionista.
- Como siempre un placer - sonrió el director.
- Hasta la próxima visita - se despidió el conserje.
Martina enfiló con paso lento el vestíbulo, haciendo gala de su belleza sin parangón con una esmerada y elegante puesta en escena. El aire frío de febrero le golpeó el rostro.
- La elegancia siempre es bienvenida, da seguridad a quien la porta y confianza a quién la recibe - musitó Mateo, abriéndole la portezuela del taxi, mientras el botones depositaba la carga en el maletero.
- Hasta pronto, señora Ferdinán - escuchó casi lejana la voz del director del Ritz.
- Me he tomado la libertad de plagiar una furgoneta del Ayuntamiento de Averías Eléctricas. Como he supuesto que estarías de acuerdo, ya está lista. Utilizaré una de las robadas hace meses. Nadie le prestará atención.
- Bien pensado. Mientras vean la furgoneta aparcada en una de las calles laterales, estarán tranquilos y nos dejarán maniobrar a nuestro antojo.
- Pasemos al atraco. Minutos antes del apagón general, verteremos por los tubos de la calefacción el gas que adormilará a todos los que se encuentren en el interior del hotel. Los que estén fuera no podrán acceder al interior, hasta que no se repare la supuesta avería, pues las puertas quedarán bloqueadas. Media hora tiene que ser suficiente para todo el trabajo. La lámpara de Cristal de Bacarat del Salón Luis XV se hará en primer lugar - en este punto de la conversación Mateo mostró tres fotografías a Martina, que sugerían una serie -. Descolgarla no me llevará más de cinco minutos. Tú la recogerás con cuidado, la introducirás en una caja como ésta - enseñó la imagen.
- Me ayudarás a colocarla en la carretilla? - le interrumpió Martina.
- Utilizaremos para ello un carrito de los de la comida. Te acompañaré hasta el jardín. Te ayudaré a montar la polea. Esto nos llevará unos cuatro minutos, calculado por lo alto. Volverás a la escalera principal y llegarás a tu suite para subir el bulto ayudándote con la polea. Una vez en el interior de la habitación, comenzarás a desmontarla. Yo volveré al salón para colocar la imitación - Mateo mostró una nueva imagen.
- ¡Impresionante! - exclamó Martina, conteniendo un silbido -. Nadie notará el cambio, hasta pasado mucho tiempo.
- Este trabajo ha resultado relativamente sencillo. Es un plástico muy brillante y hasta pasados unos meses, no se volverá amarillento y mate.
- Para entonces será muy tarde. Pieza a pieza estarán prácticamente vendidas y nosotros muy lejos de España - ambos sonrieron ante el cambio de vida que experimentarían en pocos días.
- Volvamos a la realidad - invitó Mateo -.Mientras tú te ocupas de la Bacarat, yo estaré en este salón. El pianista quedará sentado con las manos en el teclado. Me subiré sobre la tapa y descolgaré la lámpara Louis Vuitton. Volverás y realizaremos el mismo proceso. Nuevamente utilizaremos la polea para hacerla llegar con facilidad a tu suite. Seguirás con la tarea de desmontarlas, miestras yo colocó la imitación. Acto seguido volverá a restablecerse el suministro eléctrico y se desconectará la calefacción de manera automática, con lo cual el gas dejará de hacer efecto. Todos volverán a la realidad. Algunos quizá muestren síntomas de mareo, pero no será grave. La mayoría se encontrarán perfectamente. En el desconcierto general, me llevaré la furgoneta al almacén. Volveré para ayudarte a desmontar las piezas y no abandonaremos la suite hasta el día siguiente.
- ¿Estás seguro que nadie saldrá perjudicado con el gas?
- Con treinta minutos, nadie saldrá perjudicado, aun padeciendo problemas respiratorios.
- Debemos tener cuidado. Como ves los clientes son una colección de vejestorios, pero no queremos que nadie la palme.
- Descuida, todo está controlado. Por la mañana saldré del hotel. Tú seguirás disfrutando del lujo durante una semana más, tal como está planeado.
- Cada tarde, como buen enamorado, me visitarás e irás sacando uno a uno los estuches de terciopelo. La señora Ferdinán abandonará el Ritz por la Puerta Grande para no volver más.
Siete días más tarde un botones cargaba el carrito con las maletas de la señora Ferdinán, mientras ésta recibía los elogios del personal del Ritz.
- Espero que su estancia haya sido de su agrado - dijo el remilgado recepcionista.
- Como siempre un placer - sonrió el director.
- Hasta la próxima visita - se despidió el conserje.
Martina enfiló con paso lento el vestíbulo, haciendo gala de su belleza sin parangón con una esmerada y elegante puesta en escena. El aire frío de febrero le golpeó el rostro.
- La elegancia siempre es bienvenida, da seguridad a quien la porta y confianza a quién la recibe - musitó Mateo, abriéndole la portezuela del taxi, mientras el botones depositaba la carga en el maletero.
- Hasta pronto, señora Ferdinán - escuchó casi lejana la voz del director del Ritz.
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